"La crisis no ha terminado, pero deja ya un paisaje social devastado. (...)
El balance sobre el empleo se puede resumir,
simplemente, señalando que en la actualidad hay el mismo número de
personas que disponen de un empleo que cuando estalló la crisis: la
creación neta de empleo ha sido nula en la zona euro en el curso de
estos ocho últimos años. No es pues, nada asombroso, constatar que la
tasa de paro sea en la actualidad del 10%, es decir casi dos puntos más
que al inicio de la crisis.
Esta media coexiste con importantes
disparidades entre países: la tasa de paro sobrepasa el 20% en Grecia y
en España, mientras que es inferior al 5% en Alemania y el Reino Unido.
Pero sobre todo, estas cifras globales no dan cuenta de las
transformaciones estructurales desencadenadas por la crisis.
Esta
tiene, en primer lugar, un impacto sobre la demografía: a partir de
2009, la población total ha disminuido en los países más golpeados por
la crisis, especialmente en España, Portugal y Grecia. Ese fenómeno se
explica por la inversión de los saldos migratorios: las entradas de
inmigrantes se agotan y la emigración se desarrolla.
Pero la crisis deja
también su marca sobre otro indicador del que se podría pensar que es
relativamente independiente, el número de nacimientos. Es llamativo
constatar que ha tenido la misma evolución en España y en Grecia: baja
hasta mediados de los años 1980, estabilización, después aumenta desde
el inicio del siglo (ver gráfico 1). Y, en los dos países, la irrupción
de la crisis provoca un nuevo giro a la baja. (...)
Las cifras del paro y del empleo ocultan movimientos menos visibles,
transformaciones que corresponden, en su mayor parte, a inflexiones
irreversibles. (...)
La crisis ha alejado duraderamente del empleo a una parte de la gente
trabajadora, a menudo la de mayor edad y al mismo tiempo ha inscrito en
la realidad social el largo y difícil acceso de la gente joven al
empleo.
(...) las reformas tienden a una utilización diferenciada de la duración
del trabajo: tiende a aumentar para los empleos “competitivos” y a
reducirse para permitir la multiplicación de los pequeños trabajos.El
trabajo a tiempo parcial es en efecto el medio de crear un mayor número
de empleos para un mismo volumen de horas trabajadas. No es pues
asombroso constatar que ha sobrepasado una escalera en los países más
golpeados por la crisis. (...)
La parte de las mujeres en el empleo total ha continuado pues
progresando durante la crisis, pero esta progresión ha estado
ampliamente condicionada por la del tiempo parcial (ver gráfico 2). La
crisis ha reafirmado y generalizado así la “fatalidad” del tiempo
parcial para las mujeres. (...)
La crisis ha acentuado las tendencias a la segmentación y a la
bipolarización del mercado de trabajo, entre los “pequeños trabajos” y
los empleos cualificados y mejor remunerados. (...)
Se pueden observar cuatro evoluciones significativas.
- se acentúa la polarización de los empleos: solo las categorías extremas ven progresar significativamente sus efectivos;
- se instala la precarización: en todas las categorías de empleo, salvo en el 20% de los mejor pagados, retroceden los empleos a tiempo completo;
- se consolidan las desigualdades salariales: el empleo de los 20% mejor pagados aumenta principalmente bajo la forma de tiempo completo;
- retrocede el empleo autónomo, salvo entre las personas asalariadas mejor pagadas.
Hacia la fragmentación salarial
La
progresión del poder de compra de los salarios ha sido evidentemente
frenada por la crisis pero no ha sido completamente anulada. De media,
este poder de compra ha aumentado el 4% en la Unión Europea entre 2008 y
2015. Pero ese resultado global es engañoso al no tener en cuenta los
efectos de estructura: la crisis ha destruido, sobre todo, los empleos
de bajos salarios, lo que da lugar a que el salario medio vaya hacia
arriba |2|.
Y, por supuesto, las personas asalariadas que pierden su empleo pierden
una parte de su ingreso. Y, por supuesto también, esa media encubre
grandes disparidades según los países: también aquí, hay que citar a
Grecia donde el retroceso del poder de compra alcanza un record del 17%.
(...) la austeridad debería centrarse especialmente en los salarios del sector
llamado protegido, el que no está expuesto a la competencia
internacional. Y es ello lo que ocurre: en casi todos los países |5|, el salario medio en los servicios se distancia del salario medio en la industria (...)
Una tal tendencia a la desconexión de los salarios entre grandes
sectores de la economía significa que la mayoría de los países europeos
converge hacia un modelo “a la alemana”, donde la progresión de los
salarios ya no sigue la productividad del trabajo medio en el conjunto
de la economía sino la productividad específica de cada sector, incluso
de cada empresa. El sector expuesto a la competencia internacional ya no
estaría afectado por los costos del trabajo “excesivos” en el sector de
los servicios.
Las reformas estructurales de los mercados de
trabajo tienen como principal función hacer posible esa desconexión. El
objetivo es descentralizar al máximo la negociación colectiva para
acercarla a la realidad de las empresas y ajustar la progresión de los
salarios a los resultados de cada empresa. (...)
Las transformaciones que se acaban de describir no son el producto de
evoluciones espontáneas. Han sido acompañadas de la puesta en práctica
de “reformas estructurales” que marcan ya su sello al funcionamiento de
los mercados de trabajo. Una encuesta del Banco Central Europeo sobre los salarios |6|
muestra así que el 10% de los empleadores europeos considera que es más
fácil “ajustar el empleo” en 2013 que en 2010.
Este porcentaje es
particularmente elevado (el 30% y más) en los países más afectados por
las citadas “reformas”, como Grecia, España y Portugal. Los resultados
son similares en lo que concierne al ajuste de los salarios, que se ha
hecho más fácil en todos los países, especialmente para las nuevas
contrataciones. (...)
No ha golpeado a todos los países de la misma forma y las políticas de
austeridad han sido desigualmente severas. En los países del “Norte” se
han acentuado las tendencias ya presentes antes de la crisis, mientras
que en los países del “Sur” el retroceso del empleo se acompaña de
inflexiones irreversibles en el funcionamiento de los mercados de
trabajo. En fin, la desconexión salarial entre sectores protegidos y
expuestos parece haberse generalizado al conjunto de los países
europeos: el auge del tiempo parcial es sin duda el indicio de una
inflexión duradera hacia un nuevo modelo social esencialmente dualista. (...)" (Michel Husson , CADTM, en Rebelión, 20/12/16)
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