"Hay que leer con lupa los informes y análisis para
detectar esas inquietudes. Las consignas oficiales del "todo va bien"
que emanan desde La Moncloa obligan a cuidarse mucho de mostrarse
pesimistas y tampoco es sencillo contradecir el mensaje uniforme que en
ese mismo sentido transmiten los medios.
Pero en el horizonte inmediato y
a medio plazo se detectan ya elementos que mueven a la preocupación. Es
de temer que si un día aparecen con toda su fuerza pillarán
absolutamente desprevenida a la opinión pública.
La economía española ha crecido gracias a la conjunción
de los siguientes factores: los bajos tipos de interés aplicados por el
BCE, la caída de la cotización del euro que ha facilitado las
exportaciones, las distintas crisis políticas y de seguridad que sufren
algunos de los principales competidores del sector turístico español,
una cierta recuperación de la actividad económica en Europa, los bajos
precios del petróleo y las reformas llevadas a cabo por el Gobierno del
PP, particularmente la laboral, que ha reducido el coste el factor
trabajo y animado a la contratación.
De todos esos
elementos, el único que parece que se va a mantener inalterado durante
un tiempo previsible es la inseguridad de los países que compiten con el
nuestro en el mercado turístico. Todo lo demás está en cuestión.
Menos
en el caso del petróleo, cuyos precios ya han cambiado de signo, llevan
meses creciendo y han alcanzado un nivel –entre los 55 y 60 dólares,
frente a los 35 de hace un año– del que los expertos creen que no va a
bajar en un horizonte temporal bastante amplio.
Y el repunte de la
inflación que eso ha provocado –un 1,4 % para el 2016– no sólo ha
reducido la capacidad adquisitiva de las pensiones y de los salarios,
sino que ha encarecido las exportaciones españolas y podría encarecerlas
aún más.
Y terminará afectando al coste de la deuda, pública y privada,
que en España representa más del 300% del Producto Interior Bruto,
siendo esta formidable tasa la debilidad mayor de nuestra economía y la
amenaza más seria para su futuro.
Aunque la confusión
y la incertidumbre reinan en el ámbito de la política económica
internacional tras la entrada en escena de Donald Trump, la impresión
que transmiten los analistas más creíbles es que en un plazo no muy
largo, tal vez de seis u ocho meses, los tipos de interés europeos
subirán.
Sobre el futuro del euro no hay más remedio que ser muy cautos, no sin
reconocer que algunas nubes muy serias se ciernen sobre sus
perspectivas. El problema de Grecia está de nuevo en primera línea.(...)" (Carlos Elordi, eldiario.es, 27/01/17)
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