"Si han leído el libro o visto la película 'The Big Short' ('La gran estafa' en español), recordarán que los instrumentos que llevaron al rescate a la banca mundial en 2008 fueron los derivados,
concretamente los que tenían debajo titulizaciones de las famosas
hipotecas 'subprime'.
Los bancos otorgaban a estos títulos valoraciones
muy altas, puesto que tenían el 'rating' más alto posible (AAA), pero
cuando los hipotecados
dejaron de pagar las letras, estos títulos pasaron a valer cero, lo que
provocó pérdidas de billones de euros a las entidades. Pues bien, a
pesar de toda la regulación bancaria posterior a la crisis, el sector
sigue valorando mal los derivados, esto es, vuelve a asumir un riesgo
enorme que no refleja en sus cuentas.
Quien ha hecho este descubrimiento no es un sesudo comité de banqueros centrales, ni el FMI, sino una estudiante de economía y finanzas de La Línea de la Concepción (Cádiz) de 22 años llamada Paula Hidalgo,
que ha ganado un premio del Colegio de Economistas de Madrid por su
trabajo de fin de grado 'Nuevos procesos de valoración para determinar
el 'fair value' de instrumentos financieros'.
En esta investigación,
Hidalgo concluye que la forma de calcular el valor de los derivados que
los bancos tienen en balance es la misma que en 2008 y, en consecuencia, no refleja realmente los riesgos que asumen las entidades. De hecho, hay derivados cuyo valor real es hasta siete veces inferior al que tienen consignado las entidades en sus libros.
"Los reguladores y supervisores internacionales se han limitado a
generalizar la adopción de los estándares contables IFRS a nivel
mundial. Esto incluye el cálculo del 'fair value' (o valor razonable)
para las posiciones en productos estructurados, con el propósito de
homogeneizar su valoración en un mundo financiero con tan alto grado de
interconexión global.
El inconveniente radica en que estos mismos
organismos no proponen una metodología concreta para el cálculo del
'fair value' de los instrumentos financieros. Esto implica que son los propios bancos los que establecen los procedimientos y métodos para su estimación que creen convenientes", explica la estudiante premiada.
Es decir, estamos de nuevo ante los famosos 'modelos internos' que utilizan los bancos para medir el riesgo
de sus inversiones y que normalmente están sesgados para reducirlos al
máximo (y así minimizar el consumo de capital), en lo que se suele
denominar 'enjuagues contables'.
Tan escandalosa ha sido esta práctica que el Comité de Basilea ha
decidido limitarla, poniendo unos mínimos o suelos a esos niveles de
riesgo. Pero la aprobación de las nuevas normas, que debería haber
tenido lugar ayer, se ha aplazado hasta marzo por la oposición de
algunos países encabezados por Alemania y Francia.
Un cambio sencillo, pero con coste para la banca
Entrando
en detalles técnicos, la tesis de Hidalgo sostiene que las valoraciones
que hacen —entonces y ahora— los bancos se basan en la curva de tipos
cupón cero (el gráfico que recoge los tipos de interés a futuro que
descuentan los inversores desde los plazos más cortos a los más largos).
Es lo que se denomina 'modelo Black-Sholes' y se lleva utilizando desde
1976.
Pero es necesario cambiar esta curva y su construcción para que
los resultados sean fiables, porque los productos estructurados son cada vez más complejos, algo que el modelo tradicional no tiene en cuenta.
La solución que propone en su trabajo no es demasiado complicada.
Basta con aplicar el llamado coeficiente de Svensson, introducido en
1994, que refleja mejor la estructura de estos instrumentos. Un simple
ajuste en las fórmulas que permitiría a las entidades seguir calculando
las valoraciones de forma sencilla y rápida en una hoja de Excel, pero
cuyos resultados son muy diferentes: "En nuestra muestra en concreto,
hemos observado una opción 'put' [de venta] de un precio de unos 46
euros, tener un valor de cero euros tras realizar la misma valoración
con el modelo recomendado en el trabajo. También hemos encontrado otras opciones 'put' con un precio de entre cuatro a siete veces inferior al obtenido en la primera valoración utilizando la curva cupón cero", concluye.
Para
el trabajo, ha utilizado opciones 'plain vanilla', es decir, estándares
que cualquiera puede comprar a través de un bróker, sobre acciones
cotizadas en bolsa. Las diferencias de valoración en opciones sobre
subyacentes no cotizados, como las citadas titulizaciones hipotecarias,
pueden ser todavía mayores.
Pero no parece que el sector vaya a cambiar sus métodos actuales
por otro que lo perjudica al incrementar el consumo de capital. Salvo
que algún organismo internacional lo obligue a ello, que es otra de las
conclusiones de este trabajo, dirigido por el profesor Francisco Pérez,
de la Universidad Autónoma de Madrid." (Eduardo Segovia, El confidencial, 09/01/17)
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