Houria Bouteldja / Portavoz del Partido de los Indígenas de la República
"A los cincos años, una compañera de escuela le soltó un “tú eres africana” y a Houria Bouteldja, nacida en Constantina, Argelia, en 1973, pero llegada a Francia muy pequeña, aquello le dolió. Le hizo sentirse ofendida.
“En mi cabeza, a los cinco años, ya sabía que africano era
negativo”, recuerda durante esta mañana de domingo gris y lluviosa,
cuando se le pregunta por la forma en que se interioriza el
colonialismo. “Si a los cinco años ya sabemos exactamente en qué
posición estamos, se acabó”, explica.
Bouteldja comenzó a militar políticamente en 2003, en “un contexto
particular”: después del 11 de Septiembre, Francia aprobó la ley sobre
los signos religiosos en la escuela, una norma que considera “racista e
islamófoba”.(...)
Cinco años después, llegó la creación del Partido de los Indígenas de la
República, una formación que todavía no ha entrado en el juego de las
elecciones. Por ahora, son demasiado pequeños: “Nos llamamos partido
para que la gente comprenda que hacemos política.
Cuando dices
movimiento, la gente piensa que eres una asociación”, aclara en uno de
esos pocos bares de parroquianos que aún quedan en Lavapiés. (...)
Por ejemplo, los turcos son blancos de piel, pero son musulmanes; los
antillanos son franceses de nacimiento, pero son negros. Yo soy blanca,
pero no europea de origen, y por lo tanto no soy blanca. Para ser
blanco hay que tener estas tres cualidades.
En su trabajo habla de la necesidad de deconstruir la blanquitud; ¿qué significa esto?
No digo deconstruir, hablo de llevar a cabo una lucha política para
liberar a los blancos y a los indígenas de su estatuto racial. Para
nosotros, ambos están racializados. Los blancos, positivamente. Los
indígenas, negativamente. Y por tanto, es una lucha política contra el
racismo estructural que lleva a la liberación. (...)
En 2012 fue juzgada --por primera vez en la historia de Francia--, y
absuelta, por racismo contra los blancos a raíz de unas declaraciones
televisivas de 2007 en las que llamaba a estos los souchiens, una expresión nacida, según ella, de un juego de palabras con la expresión français de souche.
“Mi objetivo era burlarme de la noción de franceses de pura cepa,
opuesta a aquellos que no lo son”, explicó en el juicio de apelación a
la primera absolución. (...)
La revista Marianne prendió la mecha de la polémica al
defender que no se trataba de un neologismo, sino que detrás de la
expresión se ocultaba un insulto, “sous-chiens” (menos que los
perros), camuflado bajo la homofonía.
Un año más tarde, el entonces
ministro de Inmigración e Identidad Nacional de Sarkozy, Brice
Hortefeux, reavivó el fuego con unas declaraciones en las que advertía
de que no dejaría que se pronunciarán unas palabras así sin reaccionar.
Poco después vino la acusación ante la justicia presentada por la
Alianza general contra el racismo y por el respeto de la identidad
francesa y cristiana.
Ese mismo año sufrió una agresión en París. Un hombre le vertió
encima un cubo de pintura. La Liga de Defensa Judía, un movimiento
neosionista considerado como grupo terrorista por el FBI, se atribuyó la
autoría y colgó el vídeo del ataque en Internet.
Se le ha acusado de homofobia y de presentar la
homosexualidad como una práctica impuesta por los poderosos en los
suburbios y el tercer mundo. ¿Ha sido mal interpretada?
Evidentemente, es deshonesto. Yo jamás he dicho que la homosexualidad
sea una práctica importada. He dicho que las identidades LGBT son
identidades exportadas. Hay países en los que no se nombra la
homosexualidad. Se practica, pero no se nombra, porque no es reconocida
socialmente.
La identidad sexual LGTB es inexistente en el resto del
mundo. Nació en Europa, por razones ligadas a su historia, a la
modernidad, y comenzó a ser exportada. A mucha gente no le gustan este
tipo de importaciones, de normas que no son las suyas. Por tanto, hay
resistencias que crean homofobia. (...)
Estamos en un periodo de regresión política general en el mundo. Y por
tanto, en los pueblos del sur que tienen experiencias extremadamente
negativas de todo lo que vino del norte cada vez más hay rechazo a lo
que viene de ahí. Se debe también a que la relación con el norte se ha
transformado, ya no creemos en él.
De alguna manera hubo una creencia en
el comunismo que ya no existe. Hoy tenemos a los islamistas o, todavía,
una suerte de nacionalismo; las izquierdas árabes son extremadamente
débiles. Incluso el nacionalismo árabe ha retrocedido mucho con respecto
al islamismo. Y el feminismo es, sobre todo, una élite. El movimiento
LGTB en el Magreb es casi inexistente.
¿Hay un cierto enfoque paternalista en el feminismo con respecto a las mujeres que no son blancas?
Sí. El feminismo blanco es muy maternalista. Quiere liberar a las
mujeres indígenas, cuando estas no lo están pidiendo. Pero esto no es
solo verdad para el feminismo o la cuestión sexual. Es verdad para la
izquierda de manera general. La izquierda, en general, es paternalista
con respecto a los suburbios en Francia. (...)" (Entrevista a Houria Bouteldja / Portavoz del Partido de los Indígenas de la República, Amanda Andrades, CTXT, 21/12/16)
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