"La escandalosa subida del precio de la luz, y el acuerdo extrajudicial
de las clausulas suelo, acordado por PP, PSOE y Ciudadanos, últimos
ejemplos de lo que es nuestra querida España, un capitalismo de
amiguetes.
Produce vergüenza ajena escuchar los argumentos de nuestras
élites extractivas, mejor dicho, parasitarias. Son dos ejemplos más de
aquello que abunda en nuestro país, sectores productivos rentistas, es
decir, piratas que buscan engordar su botín al amparo de un cuerpo
legislativo que de manera sistemática se empeña en favorecer a la clase
dominante.
La clase política dirigente que así actúa simplemente espera
formar parte de ese retiro dorado consistente, vía puertas giratorias,
en engrosar los consejos de administración de las empresas del Ibex 35.
En nuestro país la mayoría de los sectores del Ibex 35 no están abiertos
a la competencia, de manera que el ajuste lo están pagando tanto sus
empleados, con salarios menores, como sus clientes, con precios mayores.
Predominan antiguos monopolios naturales, básicamente empresas
eléctricas, petroleras, y del sector de telecomunicaciones. (...)
El precio de la luz, un botón de muestra de cómo se las gastan los
extractores de rentas, con la connivencia de nuestra clase política. En
nuestro país existe una gran diversidad de fuentes originadoras de
electricidad, mientras que de manera paralela se han expandido las
empresas que se dedican a su comercialización.
Pero hay dos rasgos
derivados de la crisis sistémica. Primero, sigue existiendo un exceso de
capacidad de producción de electricidad. Segundo, la demanda de
electricidad sigue estando muy por debajo de los niveles de 2008.
Y en
este contexto, en plena crisis, no para de subir la luz. El problema que
no cuentan es que la electricidad se ha convertido en un producto
financiero más sobre el que se permite especular, con el agravante de
que el consumidor final puede hacer muy poco para eludir a su proveedor
de electricidad.
Y para rematar la faena el actual ejecutivo del PP de
manera inconcebible cortó las alas a todo aquel que quisiera producir su
propia electricidad, legislando en favor de unos impuestos que hagan
inviable la producción propia y el autoconsumo. No existe el libre
mercado, es un camelo más.
Pero hay algo todavía más grave. El déficit tarifario. ¿Quién diseñó
este déficit tarifario? Mejor dicho, ¿qué banco de inversión diseño el
déficit tarifario? ¿Cuánta “pastuqui” se llevan todos aquellos que
participaron de su creación, incluidas las propias eléctricas? ¿Por qué
los políticos de turno dieron por bueno dicho déficit? Son preguntas que
requieren de una investigación independiente, si me apuran judicial, y
de cuyas respuestas entenderemos la realidad actual. (...)
En la práctica, el libre mercado, tal como lo entienden los grupos de
poder, no es otra cosa que intervenir el mercado por medio de lobbies,
comprando voluntades políticas, para que subsidien a determinados grupos
con dinero estatal.
Entonces, puestos a exigir, piden que el gobierno
no interfiera para proteger al ciudadano en situaciones límites como la
actual. Corrompen el gobierno y luego piden un gobierno pequeño. La
crisis actual no es más que el producto de un capitalismo desenfrenado y
sin control, donde el concepto de egoísmo de Adam Smith se ha
convertido en una avaricia sin límites. (...)
En aquellos países, como el nuestro, donde los monopolios naturales
campan a sus anchas, y el poder negociador de los empresarios en
relación a los trabajadores es excesivo, los precios suben y los
salarios bajan. Una auténtica política reformista exige hacer frente a
los monopolios empresariales y financieros. Y obviamente, aquí, de eso
nada. Las élites políticas y económicas, de momento, se niegan. ¿Hasta
cuándo se lo permitiremos?" (Juan Laborda, Vox Populi, 22/01/17)
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