"Esta aseveración, en España se explota a los trabajadores,
podría ser el eslogan de grupos radicales de izquierda o sindicatos
irresponsables que sólo buscan la confrontación con el capital. Sin
embargo, la ha pronunciado el máximo dirigente de una cadena hoteles tan
famosa como AC-Marriot.
El líder espiritual de esta cadena es Antonio
Catalán, un outsider fuera del rancio mundo de la CEOE y que, al menos
de palabra, ha puesto de manifiesto alto y claro que en España se
explota a un segmento de trabajadores del sector hotelero: las camareras
de piso.
Los más ilusos pensábamos que la explotación laboral era cosa del
pasado, de terribles tiranías (China) o países subdesarrollados, como
Bangladesh o Vietnam, donde curiosamente cosen muestras prendas de
vestir menores y otra fuerza laboral explotada, y que compramos
alegremente en cadenas como Zara celebrando el maravilloso Black Friday. (...)
Esta realidad, silenciada de forma deliberada por los grandes grupos
mediáticos que viven de la publicidad de estas grandes cadenas, no
parece ser ajena en muchas de las peores prácticas en el caso español.
Hay sectores donde se obliga a trabajar a destajo por retribuciones
miserables, como pueden ser el sector hotelero o la agricultura.
Lo peor
es que parte de este comportamiento se ajusta a la norma, especialmente
tras la aprobación de la Reforma Laboral de 2012.
¿Qué ha dicho exactamente el empresario heterodoxo Antonio Catalán? Ha
puesto de manifiesto que las grandes cadenas hoteleras pueden, y lo han
hecho, despedir, por ejemplo, a todas las camareras de pisos con una
indemnización de 20 días por año, para posteriormente subcontratar el
servicio pagando 2€ por habitación.
Estas subcontratas, fundamentalmente
Ferrovial o Entrecanales según sus palabras, han podido romper el
convenio por el que antaño se regían, con un salario de 1.000€, para
pasar a cobrar 600€/mes con 6 días de trabajo en lugar de cinco.
Esta
es, sin duda, la gran ventaja para las empresas de la nueva reforma
laboral que permite sustituir trabajadores con derechos, y con el
paraguas de un convenio colectivo, con empleados despojados de cualquier
derecho y con el único señuelo de al menos tener un jornal que llevar a
una familia, normalmente ya en situación de pobreza.
Este punto es el que ha servido para que Catalán pusiese el término preciso para catalogar esta práctica: explotación.
También hizo referencia a la inutilidad de la CEOE, brazo armado de la
defensa de estas prácticas, lo que sin duda ahonda más su crédito ante
una situación laboral y social que tiene a la sociedad completamente
inerme.
Los ejecutores de estas prácticas, que son mayoría entre las
grandes empresas de servicios, basan su defensa de esta filosofía en
que, gracias a esto, estas mujeres no se han quedado en el paro y pueden
tener un salario para poder subsistir, y que así las grandes empresas
han recuperado la senda de crecimiento de los beneficios, lo que será la
base para futuras subidas de salarios, normalmente según la senda
pactada, un 1% anual, que en el caso de las camareras de pisos supondrá 2
céntimos de euro.
Curiosamente el sector hotelero es de los que más rápido
ha recuperado el nivel de beneficios de antes de la crisis, 2007, el
empleo también ha crecido casi un 8% tras el derrumbe, pero los salarios
se han desplomado. Además, el sacar a millones de trabajadores de la
negociación colectiva tiene un efecto muy pernicioso para las
estadísticas de salarios.
El hecho de que ahora en cada empresa se pueda
negociar de forma bilateral con el trabajador su salario esconde a las
cifras oficiales la realidad de la retribución de un gran número de
trabajadores. Esto sesga de forma significativa cualquier encuesta y no
permite saber, con precisión, cuál es el nivel salarial real de nuestra
economía.
Con las declaraciones del presidente de AC
Hoteles se ha verbalizado algo que muchos estamentos llevan denunciando,
pero que eran considerados parias del sistema o simplemente populistas.
Ahora un representante cualificado del mundo del capital ha puesto en
el espejo de la ética a muchos colegas del sector que, siguiendo al
Banco de España y a los economistas-tertulianos a sueldo de grandes
corporaciones, siguen solicitando mayor flexibilidad aún.
La única arma que tenemos los consumidores es discriminar y seleccionar
aquellas empresas que actúen como Catalán ha dicho que actúa en AC
Hoteles. El problema es que nos debemos a nuestra economía y preferimos
siempre el bien o servicio más barato, sin pararnos a pensar cómo está
producido o servido.
Por tanto, seguiremos viendo a camareras/os de piso
que cobran 2€ por habitación o licenciados haciendo inventarios por
6€/hora, como mi hijo de 18 años ha compartido este fin de semana. (...)" (Alejandro Inurrieta, 28/11/16)
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