2.1.17

Si el malestar que dió la victoria a Trump estaba ahí desde los años 90, ¿por qué no se manifestó en las elecciones celebradas a lo largo de los últimos años?

"¿Tienen algo en común el brexit británico, el triunfo de Trump en Estados Unidos y el no del referéndum italiano? ¿Es posible extraer alguna lección de estos tres casos? (...)

Pero más allá de estas diferencias, pienso que en los tres casos hay dos elementos comunes. Uno es el perfil de los votantes que han determinado el resultado. Otro son las motivaciones que les han llevado a votar de esa forma.

En cuanto al perfil de los votantes, se trata, en términos generales, de personas mayores, nacionales blancos, que viven en ciudades o zonas que han sufrido un fuerte deterioro en sus condiciones de vida y en sus expectativas de futuro a lo largo de las dos últimas décadas previas a la crisis financiera y económica del 2008. Ese perfil del votante se da tanto en el caso del brexit, en el triunfo de Trump y en el referéndum italiano. Por el contrario, las ciudades y zonas más dinámicas de esos tres países votaron .  (...)

En cuanto a la motivación, ha predominado el sentimiento de abandono de esos votantes por parte de sus gobiernos frente a los efectos de la globalización sobre la actividad económica, el empleo y los ingresos. Durante esas dos décadas los gobiernos hicieron muy poco por repartir de forma equitativa los beneficios de la globalización, que los hubo.  (...)

Pero, antes de seguir, déjenme plantear una cuestión para mí intrigante. Si ese malestar estaba ahí desde los años 90, ¿por qué no se manifestó en las elecciones celebradas a lo largo de los últimos años? 

Una explicación puede ser que en la medida en que los referéndums, o elecciones binarias como las presidenciales norteamericanas, plantean una decisión entre dos únicas opciones, permiten concentrar todo el malestar en una de ellas. Al contrario que en las elecciones multipartidistas ordinarias, como las españolas, que distribuyen el malestar entre diferentes opciones políticas.  (...)

¿Qué hacer? Nuestras sociedades necesitan una fuerte y urgente dosis de equidad. Contra la desigualdad de riqueza, renta y oportunidades hay que luchar por tierra, mar y aire. En cuatro frentes. Primero, en el seno de las empresas, con una mejor distribución de la renta entre salarios y beneficios.

 Segundo, con una mejor redistribución de la renta a través de los impuestos y los gastos sociales. Tercero, con una lucha abierta contra los monopolios y cárteles que elevan artificialmente los precios y reducen la renta disponible de los hogares. Y, cuarto, con mejores políticas monetarias y fiscales que impulsen el crecimiento y el empleo.

Dicho de otra forma, necesitamos construir un nuevo contrato social. Los perdedores de la globalización y del cambio técnico necesitan sentir que el Estado les protege. Los gobiernos de Londres, Washington, Roma y otros países creyeron que los perdedores se resignarían a su suerte. 

Pero la democracia les ha dado un instrumento político muy potente para hacer oír su voz: su voto. Y están dispuestos a seguir haciéndolo. Por tanto, no deberíamos sorprendernos si vemos llegar otros brexits."                  (Antón Costas, El Periódico, 11/12/16)

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