13.2.17

Errejón: “Hay riesgo de quedar atrapados en el espacio de la izquierda tradicional”

"(...) hemos tenido un cierto viraje ideológico que nos ha desconectado de una buena parte de los españoles.

¿En qué se ha notado concretamente ese viraje ideológico del que habla?

Creo que hemos tenido un discurso en algunas cosas más identitario que levanta más algunas de las viejas causas tradicionales de la izquierda y sin embargo le habla menos a la mayoría de nuestro país, que está en precario y lo pasa peor, de las cosas que podemos hacer hacia delante. Esto no tiene nada que ver con renegar con ninguna de esas causas que hemos vivido de forma familiar, personal y en nuestra biografía militante. 

Tiene que ver con que la mejor manera de honrar las luchas del pasado no es mencionarlas. Es ganar hoy. Con las condiciones de la España de hoy. Creo que hemos abandonado un poco eso. Creo que no hemos hecho una lectura lo suficientemente buena sobre qué paso entre el 20-D y el 26-J. Las fuerzas del cambio nos dejamos un millón de votos mientras que el PP acosado por la corrupción no sólo mantuvo apoyos sino que creció. No hemos hecho autocrítica de por qué sucede eso. 

Yo no creo que suceda porque tuviéramos que haber apoyado a Sánchez y Rivera. Creo que estuvo bien no apoyar y nuestras bases acertaron. Pero creo que hay que hacer autocríticas sobre cómo los privilegiados en España todavía son capaces de presentarse como lo malo conocido. Y nosotros como una especie de promesa hermosa que no se acaba de concretar.

Si eso fuera así, en mi opinión, Podemos tendría que marcarse como tarea fundamental ser capaces de encarnar una idea de orden alternativa. En todas la revoluciones lo que más miedo les ha dado a los poderosos no ha sido el momento en el que la gente denuncia lo que hacen mal sino cuando dicen que no les necesitan porque pueden garantizar el orden, diferentes, más justo y democrático. Esa tarea queda.  (...)

No creo que el Gobierno de Rajoy cierre el proceso de cambio español. Ha comprado tiempo estando en minoría, poniendo en riesgo el sistema de partidos del régimen del 78 y la Restauración es muy débil, tiene mimbres débiles. 

La única esperanza posible para ellos es que nosotros volvamos a ese lugar testimonial que normalmente han ocupado las fuerzas políticas de izquierda antes del 15-M . Y por tanto que nos convirtamos en una especie de Pepito Grillo del que se habla muy bien porque señala lo que no funciona pero que nadie lo considera como alternativa real para poder transformar la sociedad.

Esa concepción de que el Gobierno de Rajoy es débil es una de las diferencias que se vislumbran con el diagnóstico de Iglesias. ¿Qué más diferencias considera que hay?

En términos organizativos creo que estamos dando más pasos para democratizar la organización. En el sentido de que sea obligatorio consultar a los inscritos en todos los acuerdos electorales y de investidura de Gobierno. Pero también que los inscritos no sólo sean consultados sino que puedan organizar las consultas. 

Estamos avanzando en la federalización, que los municipios tengan más autonomía y que las listas no se hagan exclusivamente a dedo desde Madrid. Estamos avanzando más en que la Comisión de Garantías tenga un régimen de incompatibilidades más estricto. Básicamente el mismo que queremos para España. Si no queremos que haya un diputado que sea juez, no nos gustaría que en Podemos alguien fuera del poder legislativo y el judicial. (...)

¿Y en lo político? Usted hace mucho hincapié en la utilidad. ¿No está siendo útil Podemos?

No todo lo que podría. Eso no es un debate entre calle e instituciones. Es un debate sobre cómo estar en la calle y en las instituciones. Por lo que respecta a la calle, he vivido que los partidos no generan olas de movilización popular. Los partidos la pueden acompañar, la pueden regar, poner a su disposición pero no las generan. 

Así que está bien que acompañemos las protestas pero no las vamos a masificar porque en ellas de repente hay uno, dos o cuatro diputados. La clave es que Podemos se atreva a echar raíces para construir ese movimiento popular. Eso tiene que ver con algo más transformador que la capacidad de protesta. 

Es la capacidad de que los círculos y militantes de Podemos, en cada barrio y pueblo creen y multipliquen el tejido asociativo. No tiene que ser directamente político siempre, tiene que ver con clubs deportivos, con hinchadas de fútbol, festivales de música, abrir Moradas, etc. En eso hemos ido avanzando gracias al programa Impulsa que va regando tejido asociativo y comunitario. (...)

Con respecto a las instituciones, tenemos que ser más capaces de llevar la iniciativa y liderar acuerdos. Hay que aislar al PP y arrancarle victorias. La mejor posibilidad de abrir un ciclo de luchas contra este Gobierno tiene que ver con demostrarle a la gente que es derrotable. Es decir, siempre pongo la misma metáfora, no nacimos diciendo que está todo fatal.

 Decíamos sí se puede. Lo más movilizador que hay no es describir que la situación es fea sino conquistar victorias que motiven conseguir más. Yo no me fío del PSOE, C’s y las fuerzas nacionalistas. Pero he visto como Podemos los ha arrastrado y obligado a posicionarse en cosas que a lo mejor ni siquiera creen.

 Pero se tienen que mover porque les marcamos el paso. Hace dos años hablar de la renta básica en este país era antisistema y populista. Hoy se abre camino, es un objeto legítimo de discusión. Eso es porque tenemos la fuerza puntual de arrastrarles en determinadas cosas. Eso lo tendríamos que llevar a todas las instituciones. (...)

Es fundamental romper el intento de renovar el bipartidismo. El PP aprueba todo con el PSOE y a cambio les dejan las migajas de modificaciones cosméticas que permiten a los socialistas presentarse como útiles.

Yo sé que el PSOE no es oposición al PP. Pero el problema es que ese juego falso de vasos comunicantes favorezca el bipartidismo. E instaure en la cabeza de los españoles que al fin y al cabo hay dos partidos grandes y que los pequeños eran cosas del momento del río revuelto. Para mí este es el núcleo de una de nuestras discusiones.

Podemos es una fuerza que para ganar necesita río revuelto y momentos de excepcionalidad o Podemos puede ganar construyendo una normalidad alternativa que permita decirles a los de arriba que no sólo son unos sinvegüenzas sino que tenemos un proyecto nacional alternativo en el que cabe todo nuestro pueblo.

Es verdad que esto puede parecer abstracto y teórico. Pero de aquí se derivan luego concreciones en las diferencias que estamos presentando. Y la última cosa lo dije al principio. Es urgente que Podemos recupere las banderas originales de la transversalidad y el proyecto de mayorías. Y hablarle a la gente en términos de sentido común y no sólo a los convencidos.

Hay dos nociones de esa transversalidad entre lo que piensa Pablo Iglesias y lo que piensa usted.

Sí. Creo que la transversalidad es la capacidad de dibujar una frontera que separa los de arriba de los de abajo. Creo que ese ha sido el proyecto emancipador a lo largo de toda la historia, unir a los de abajo. Eso ha tenido diferentes nombres pero en definitiva es lo mismo: representar a los de arriba como una misma cosa que aunque tenga diferencias internas comparte unos intereses privilegiados de minoría y que no coinciden con el desarrollo de la comunidad general. 

Y darle a los de abajo los afectos, las herramientas y la confianza necesaria como para convencerles de que pueden gobernar su país. Ese proyecto, que en otras ocasiones he llamado nacional-popular, no intenta ganar ahora las batallas perdidas hace 30 o 70 años. Plantea las discusiones en los términos actuales. Sobre todo que tiene la capacidad de marcar el rumbo a los otros partidos en vez de obsesionarse con lo que ellos dicen. (...)

El otro día en Málaga vino un señor, de CCOO y ahora jubilado, que me dijo que la transversalidad no era ningún invento nuevo ni del 15-M. Dijo que empezó a militar en la dictadura y no preguntaban a nadie sobre la ideología y qué opinaban sino si querían defender su salario, tener derecho a descanso o representantes sindicales libremente elegidos.

 Esta idea de recuperar la capacidad de poder hablarle a mucha gente con ideas de sentido común y no de encerrarnos en nosotros mismos, conformar una organización más dura y de resistencia que le habla más a los ya convencidos es una diferencia fundamental que nos estamos jugando ahora. Pero no lo es para Podemos, es para España. 

Si no recuperamos la transversalidad en la construcción de mayorías es mucho más difícil que haya cambio político en España. Y más fácil que el PSOE y el PP intenten una restauración que nos devuelva a un tiempo pre 15-M.  (...)

De hecho, en IU provocó mucho enfado su campaña del martes pasado.

Nunca he hecho una mala declaración contra IU ni ninguno de sus dirigentes. Es imposible encontrar una mala declaración y tengo mucho respeto. Es verdad que creo que son compañeros con los que hemos ido coaligados en muchos procesos electorales, con buenos resultados en algunos casos. 

Es posible que en el futuro tengamos que seguir caminando juntos en términos electorales. Pero creo que nosotros tenemos nuestro propio rumbo, discusiones y códigos. Creo que Podemos tiene que seguir siendo radicalmente autónoma e independiente.  (...)

Y en segundo lugar porque creo que seguimos apuntando a un objetivo más ambicioso y más radical. Está bien buscar la unidad de la izquierda pero es más ambicioso aún buscar la unidad de los de abajo, de los golpeado por la crisis, de los que se sienten maltratados por un Gobierno que ha servido a los privilegiados. Como creo que nosotros buscamos lo segundo, hay tareas para el cambio político que sólo son moradas y que tenemos que hacer nosotros.

Hay que dejar de tener las discusiones en función de nuestra relación con otras formaciones y redefinir un rumbo morado que marque la iniciativa y que vuelva a ilusionar y seducir a gente que viene de votar cosas muy diferentes. Eso no tiene nada que ver con ningún tipo de menosprecio con los compañeros que legítimamente luchan en otras organizaciones.

 Pero sí con reivindicar nuestra autonomía porque hay una parte de la sacudida política que hemos protagonizado nosotros no por repetir las viejas fórmulas sino por hacer las cosas de forma distinta, con un discurso y una práctica diferentes. Básicamente, una visión del país que dice que una fuerza nacional-popular y patriótica como la nuestra se tiene que hacer cargo de los problemas también de la gente que no le va a votar.

 Pero no como táctica electoral sino como posibilidad de construir un proyecto histórico que transforme España en beneficio de los humildes. Hacerse cargo de los problemas de la gente sin esperar que estén convencidos o te vaya a votar. Insisto en que es imprescindible que nos preguntemos qué pasa, qué no hemos construido bien, para que haya gente que entendió cuál era la idea morada original y que ahora haya ido dando pasos atrás o con declaraciones muy duras. (...)

— ¿Su candidatura no concibe Vistalegre II como un congreso que dirimirá el liderazgo del partido?

— Creo que soy la persona que más ha contribuido e ideado, soy el autor intelectual en alguna medida de un tipo de formación que descansa de forma muy fuerte en el liderazgo de Pablo. Ahora hay que evolucionar hacia una organización más desconcentrada. Pero el liderazgo no está en cuestión.  (...)

Si a Pablo lo hubiera podido convencer no estaríamos en esta situación. Así que creo que no puedo ser yo. Pero pueden hacerlo nuestras bases. Estoy convencido de que va a prevalecer la responsabilidad.

 Y que si hay un mandato de 120.000 personas que le dicen a Pablo que lo quieren al frente pero poder tener una dirección plural, cambiar el modelo organizativo, que el rumbo recupere una parte del Podemos original, estoy convencido de que prevalecerá la responsabilidad. Yo no he sido capaz, la gente sí puede y todos estaremos a la altura.  (...)"            (Entrevista a Iñigo Errejón, Cuarto Poder, 10/02/17)

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