"Desde que cambió el modelo económico a finales de los años setenta,
la socialdemocracia anduvo perdida preguntándose cómo conseguir mantener
un proyecto político impecable en sus objetivos, pero impotente frente a
la creciente desigualdad.
Necesitaba un cambio. Y para reinventarse
dejó de apelar a una clase trabajadora que había quedado fragmentada por
el mercado laboral y centró su discurso en la defensa de derechos de
distintos colectivos.
Con
ello, la socialdemocracia consiguió flotar en la superficie, pero no
pudo o no quiso arremeter contra los defectos más profundos del sistema,
como el progresivo desequilibrio entre el poder político y el poder
económico o la pérdida de espacios de decisión del poder representativo
frente a órganos no elegidos, como el BCE.
Quienes esperaron a que la izquierda moderada removiera las esencias del
sistema, hoy comprueban, atónitos, que es la derecha populista la que
se propone revolucionar el marco de desarrollo económico y político de
las últimas décadas. Si la socialdemocracia pecó de falta de acción, el
populismo se dispone a zarandear al sistema lo que haga falta. (...)
No importa si el cambio es el mejor camino para llegar a una solución, porque romper con el statu quo tiene, a ojos de muchos de sus votantes, un valor en sí mismo.
Si, como muchos auguran, las consecuencias de la política de Trump o del Brexit
acaban reforzando los mismos problemas que en su día alimentaron el
populismo, habrá líderes que lo interpreten como una señal de que ese
proyecto fracasa por inacabado, por falta de radicalidad. Los votantes
populistas desencantados se debatirán entre esas opciones más radicales y
el regreso a la moderación.
¿Qué podrá ofrecer entonces la socialdemocracia? El
populismo, por pura oposición, ha contribuido a dotar de mayor nitidez a
un perfil que había quedado desdibujado. Pero diferenciarse no es
suficiente. A las tareas pendientes que la socialdemocracia nunca acabó
de resolver se añaden otras nuevas, como pensar en cómo atraer a los
futuros desencantados, revirtiendo al mismo tiempo los estragos sociales
y económicos que deje la fiebre populista." (Sandra León, El País, 08/02/17)
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