"(...) Mi impresión es que Fréderic Lordon tiene razón cuando habla de una
situación cerrada en la que eliminar lo que está destruyendo al sistema
de la Unión Europea pasaría por negar el propio sistema.
La reflexión puede aplicarse a Alemania: no será capaz de hacer
marcha atrás sin que su clase política, sus medios de comunicación, todo
su establishment se nieguen a sí mismos diciendo: “lo que hemos hecho hasta ahora es un error garrafal”.
¿Es imaginable que Francia sea capaz de convencer a Alemania de que
renuncie a la europeización de su estrategia económica nacional por
ejemplo desmontando el euro y regresando al Sistema Monetario Europeo,
SME (como propone Oskar Lafontaine), la regla de oro de los déficits
presupuestarios o el estatuto del BCE? Me parece que no, así que estamos
ante algo parecido a un proceso irreversible de autodestrucción.
En Francia da la sensación de que cada vez más gente piensa, a
izquierda y a derecha, que la única forma de cambiar Europa es empezar
por cambiar Francia. Es lógico teniendo en cuenta la ausencia de un
“demos” europeo, sujeto de la soberanía, y la fuerza de la tradición
social francesa.
Sin esperar una coordinación automática entre países,
ese regreso a los estados nacionales, es decir al marco de la soberanía
popular, es lo que a largo plazo podría redundar en una redefinición del
proyecto europeo. El problema es que, hoy por hoy, ese regreso al
estado nacional lo está capitalizando la extrema derecha. Incluido en
Francia.
Me parece que uno de los escenarios que tiene más futuro en la Europa
de hoy (“presente” si se atiende a lo que los tories están haciendo en
el Reino Unido) es el de la “lepenización de Goldman-Sachs”: una síntesis y entendimiento entre la extrema derecha y el establishment neoliberal.
Pero, aunque la extrema derecha esté capitalizando ese regreso al
estado nacional, eso no quiere decir que una solución decente a la
crisis europea (es decir social, ecologista e internacionalista y en
línea con los retos del siglo) no pase por ese vector de regreso.
Los pasos atrás, lo que Lordon define como un proceso ordenado de deconstrucción
de la Unión Europea, serán una solución más efectiva para salir del
atolladero que el más Europa y más federalismo autoritario cuyo último
recurso es el vector de guerra que supone la “Europa de la defensa”.
Por doquier se responde a la idea de ese regreso a los estados
nacionales con el anatema: “aislamiento”, “repliegue”, “nacionalismo
excluyente”, “fascismo”, pero las naciones de Europa vivieron en paz y
crearon cosas como Airbus y el programa Erasmus durante muchos años sin moneda única y sin el corsé de los actuales tratados. (...)
Así que, si se quiere poner en el centro
del proyecto europeo otras cosas diferentes a la libre circulación de
mercancías/ capitales y a los beneficios oligárquicos que lo ha dominado
y arruinado todo en los últimas décadas, cierta desintegración me parece ineludible.
Para remediar la situación el primer paso es desacralizar la Unión
Europea, bajarla del altar y colocarla al alcance de una crítica
realista. (...)
¿Qué puede ocurrir en defecto de esta deconstrucción ordenada
que permita reformular el proyecto Europa a largo plazo? Continuará lo
que tenemos ahora: el derrumbe paulatino de la actual UE.
En ese escenario la UE se convertiría en una especie de muerto
viviente cada vez más irrelevante a todos los efectos. Podría ser un
poco como la Sociedad de Naciones, antecesora de la ONU. ¿Recuerdan?
Aquello también nació de un buen propósito, en 1919, para imponer la paz
entre europeos y acabó siendo un instrumento de los intereses de los
imperios coloniales occidentales. (...)" (Rafael Poch , La Vanguardia, 1 febrero, 2017)
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