"El próximo ciclo histórico de Europa pasa por Francia. Ni el Brexit ni
Trump. Los grandes cambios en nuestra historia han procedido casi
siempre de suelo francés desde 1789, y si apuramos, desde 1700, el
momento en el que los Borbones heredaron el Trono español. La victoria del Frente Nacional,
con la acertada consonancia entre líder, discurso y momento político,
puede ser uno de esos episodios de la historia de Europa que todo lo
transforma.
Las crisis políticas contemporáneas en Occidente son el resultado del agotamiento de un paradigma, y del surgimiento en consecuencia de una revolución cultural,
en las mentalidades y en la percepción del mundo. La quiebra del mundo
burgués, decimonónico, liberal y parlamentario de principios del siglo
XX supuso el cuestionamiento, y luego el desprecio, de los pilares de la
cultura oficial. Todo un modo de
pensamiento, las costumbres que lo acompañaban y el establishment que lo
sustentaba para su beneficio, se desplomaron. (...)
La frustración, el miedo y el odio fueron los tres sentimientos que
guiaron la política hace cien años, y ahora no vamos muy desencaminados.
El discurso de Marine Le Pen transita por
las dos grandes vías de entonces: el rechazo a lo existente y la promesa
de reconstruir la comunidad, todo adornado de un diagnóstico
difícilmente rebatible y de sonoras palabras. (...)
Marine Le Pen se hizo con el poder en 2011 en el Frente Nacional, tras
dura batalla interna, y emprendió una renovación que sacó a la formación
del encasillado fascista. (...)
La marginación política a la que le habían sometido el resto de partidos, y el perjuicio que le causaba el sistema mayoritario, le han valido para presentarse como la respuesta antiliberal a la crisis. (...)
Su diagnóstico catastrofista de la situación política y
económica, de desorden social, de amenaza terrorista, lo van
confirmando las noticias.Ese relato del derrumbe de Francia le está sirviendo para propagar una retórica del miedo, tan cara a todo tipo de populistas (...)
Las ideas las sueltan en eslóganes publicitarios, tales como “Está en
juego nuestra existencia como pueblo”, o “Francia, primero”. Generado el
miedo, la sensación de riesgo a perder más aún el confort, pasa a
señalar a los culpables. (...)
El Frente Nacional asegura que la responsabilidad de que Francia haya perdido su esencia es de la globalización –“mundialización” dicen en Francia- y del fundamentalismo islamista, (...)
La globalización la entienden como una ideología que
“despoja a la nación de los elementos que la constituyen”, y sin nación
no hay Estado, dicen falsamente, y sin Estado no existe la República.
Marine consigue así atribuir al Frente un nacionalismo republicano, que asume las ideas de 1789, como los demás.
Ahora
bien, como buenos populistas, vinculan la recuperación de los
principios republicanos y del interés nacional con el reintegro de la
soberanía hurtada por la Unión Europea, la OTAN y los organismos
internacionales –agentes de la globalización–. (...)
La líder nacional-populista ha conseguido restaurar un
decálogo identitario para el francés común, y define la situación como
de emergencia nacional. Por eso, junto a palabras como “resistencia” y
“reconquista”, o llamamientos del tipo “¡No nos dejemos intimidar!”, promete, al igual que Trump, cumplir su programa inmediatamente, no como los políticos al uso.
Este
discurso con esta líder envuelta en un estilo populista de libro, ha
conseguido sacar de la abstención a mucha gente, a esos franceses hartos
de los casos de corrupción, del multiculturalismo obligatorio y de la integración bidireccional –no solo del extranjero, sino de la comunidad que lo acoge-.
Pero también ha conseguido el favor, como cuando ganó las elecciones europeas de 2014, de los que culpan de su desempleo, o de su pérdida de poder adquisitivo, a la modernización tecnológica
obligada por la globalización, o a políticas del bienestar que creen
demasiado generosas con quien viene de fuera; sobre todo si éste atenta
contra quien le cobija.
Al igual que el populismo tradicional norteamericano con el que Trump aprovechó el encono del country contra la city, es la “Francia periférica” la que muestra esa rebelión contra el paradigma oficial de “París”. (...)
En momentos de crisis general de paradigma, como la actual, vence el que
posee, propaga y organiza una identidad reactiva y fuerte. He aquí este
éxito de los populismos nacionalistas, esencialistas, de reconstrucción
de una comunidad aislándola del resto, que se está produciendo a ambos
lados del Atlántico. A la libertad ni se la llama, ni se la espera,
lamentablemente." (Jorge Vilches, Vox Populi, 09/02/17)
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