"El maniqueísmo político y el estancamiento intelectual de una parte
sustancial de la sociedad europea está retrasando y anulando todo
intento de repensar la UE y especialmente el fallido proyecto del euro.
Esta torpeza se enmarca, especialmente ahora, en una ridícula asociación
de ideas que relaciona la extrema derecha, contraria al euro, con
cualquier otro movimiento o corriente que pretenda parar, y tal vez
resetear, este proyecto que no funciona. (...)
La situación de la UE es insostenible por múltiples razones, lo que sin
duda está abogando al viejo continente a una situación sin parangón: los
fascismos supuestamente superados pueden tomar el poder, o por lo menos
alcanzar minorías de bloqueo que hagan invivible la convivencia entre
europeos. (...)
Lo que más sorprende es la mentalidad acrítica entre la supuesta
izquierda y entre muchos académicos que se autodefinen como
progresistas, si es que este término tiene ya algún significado. Esta
falta de autocrítica para con la construcción europea y el euro solo se
explica por la incapacidad de diseñar una alternativa o la pereza de
tener que pensar de forma diferente al mainstream, algo para lo que muchos están incapacitados. (...)
Pero no es muy difícil definir la última década como diez años perdidos a
nivel global, como hace muy bien Adair Turner en una magnifica
entrevista de Claudi Pérez en el País. Tenemos todos los ingredientes
para pensar que estamos ante un punto cercano a la eclosión, por más que
se nos venda que la recuperación ya ha empezado y que poco a poco
recuperaremos los niveles de riqueza anterior. (...)
Esta mezcla nos ha llevado al estado estacionario en el que estamos, con
un lastre impagable en forma de deuda, cuyo ejemplo meridiano es
Grecia, con un trasvase de deuda privada al sector público, y en algunos
casos a China, y con un exceso de ahorro inactivo que solo busca la
especulación y que invalida la teoría que antepone el ahorro a la
inversión, como fórmula para crecer.
Con estos antecedentes, Europa es quien representa mejor
el fracaso de las políticas neoclásicas, miedo atávico a la inflación,
obsesión enfermiza por el déficit público y una austeridad suicida que
ha acabado por hundir el frágil equilibrio político y social que alumbró
el euro en 2001.
La negación sistemática de la política fiscal
expansiva, algo que no hizo el Reino Unido, EEUU o Japón, ha dejado a la
UE y al euro, al borde del colapso, solo salvado, de momento, por el
cambio de mentalidad monetaria de Draghi, pero es insuficiente para
salvar al euro de la explosión, fundamentalmente social.
La
falta de confianza política y social hacia unas instituciones muy poco
democráticas en muchos casos, la crisis de los refugiados y la ausencia
de liderazgos no fascistas en la UE que ejerzan de contrapesos, empujan a
Europa al abismo, por más que se nos quiera vender que no hay ningún
problema y que Le Pen no ganará en Francia porque el resto del país se
unirá contra ella.
Tal vez esta medicina paliativa, que medio funcionó
en el pasado, ya no sea suficiente y tengamos pronto varios gobiernos
del corte del que han elegido en EEUU. (...)
La crisis del euro se avecina a toda velocidad y probablemente sea
Grecia la primera en abandonar de mala manera el euro, salvo que la
cordura se imponga y se lleve a cabo una profunda reestructuración de la
deuda helena, como defiende el BCE.
Pero el siguiente ejemplo de bomba
de relojería es Italia, como vaticina Turner, en 10 años puede
eclosionar fruto de su Estado fallido, un nivel de deuda inmanejable y
una sociedad profundamente dividida entre partidarios de la salida y el
mantenimiento dentro del euro.
El ejemplo del Reino Unido, donde la política no ha sabido entender la
situación de amplias capas de la sociedad y ha despreciado al lumpen
como fuerza de cambio, en muchos casos a peor, va a empezar a calar si
no se cumple el apocalipsis que vaticinaban los proeuropeos en UK.
Siendo las razones poco edificantes desde un punto de visto democrático,
el odio a la inmigración, hay que encajarlo también dentro de un hastío
hacia un club que maltrata al diferente y penaliza la pobreza.
El culmen de todo este proceso vendrá, sin duda, por la explosión de un
sistema financiero que lo ha absorbido todo y ha dejado a la producción
clásica como una actividad residual y molesta. La pésima situación de la
banca y el descubrimiento por parte de algunos, especialmente
reguladores y supervisores, que los mercados no son eficientes, ni
completos, es el síntoma de cómo hemos crecido en los años anteriores al
estallido de la burbuja,
Como no se puede crecer, ni crear empleo
masivo sin burbujas, ya se están gestando las próximas, peo la ruptura
de ellas puede ser el epitafio para muchas sociedades del Sur de Europa,
salvo que se tomen medidas drásticas para encauzar un modelo de
crecimiento y acumulación corrupto, obsoleto e ineficiente y caro. Lo
malo es que este diagnóstico solo lo han entendido, por otras razones,
los movimientos fascistas. ¿Y la izquierda dónde está?" (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 13/02/17)
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