"Cuando uno aterriza en Francia y observa el panorama político recibe
la impresión de que todo está fuera de sitio, deslavazado, dispuesto de
una forma extraña y hasta ahora inédita. Si alguien hubiera pasado el quinquenato de Hollande durmiendo, seguramente encontraría todo irreconocible. Varios son los motivos para la confusión.
Primer motivo de extrañeza: hoy día es posible que ni el candidato
del Partido Socialista, Benoît Hamon, ni el candidato de Los
Republicanos, François Fillon, accedan a la segunda vuelta de las
elecciones presidenciales que se celebrarán en mayo de este año.
Una
auténtica anomalía en el sistema político francés: un balotaje sin
socialistas ni conservadores. Prueben a buscar situaciones similares en
la historia de la V República… no se apuren: no las encontrarán.
Segundo motivo de extrañeza: los candidatos con más opciones de
llegar a la presidencia de la República se presentan a sí mismos como
figuras contrarias al establishment político. Ambos cuidan su
faceta más contestataria; uno, Emmanuel Macron, acentuando su oposición a
las burocracias de los partidos; otra, Marine Le Pen, hablando “en el
nombre del pueblo” y presentándose como criptonita para las élites.
La
clave en los dos casos está en hacer valer la ventaja simbólica que en
este momento ofrece la posición de outsider. Gana quien está
fuera; o, mejor: gana quien resulta más creíble cuando afirma que: 1)
precisamente porque viene de fuera, está en mejores condiciones para
cambiar lo de dentro, 2) tiene la capacidad, el conocimiento y el
dominio experto para hacerlo.
Tercer motivo de extrañeza: el voto al FN ya no es un voto secreto y
semiclandestino; ya no es objeto de culpa y ya no produce estigma. Y
ello en primer lugar porque es un voto cada vez más potente en términos cuantitativos, y, en segundo lugar, porque es un voto que cualitativamente se ha transformado: ya no es un voto a la contra de
la comunidad política y sus consensos básicos, sino que es un voto que
se enuncia como beligerantemente protector de la comunidad política (La République), sus valores y su cultura.
Un voto al mismo tiempo comunitario y republicano,
síntoma de la ambigüedad de la oferta política del FN, pero también de
la fuerza de su capacidad reinterpretativa.
(...) ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿cómo se explica que Marine Le Pen
esté en condiciones de disputar la presidencia de la República?
Iván Redondo acierta en un artículo reciente
cuando apunta a que la clave está en “la Francia de los olvidados”; o,
lo que es lo mismo: el grueso de la gente que se siente abandonada por
el país oficial.
Esta categoría (“les oubliés”) fue creada por
el equipo de comunicación de Marine Le Pen y tuvo tanto éxito que hoy
hasta los actores políticos más reacios a emplearla no tienen más
remedio que referirse a ella.
Tocó alguna tecla de ese descontento
difuso que recorría la sociedad francesa dando forma a la indignación y
proyectándola hacia el futuro con un mensaje claro: “Existimos y somos
los que queremos volver a una normalidad que sentimos perdida”. No es
extraño entonces que los verbos más importantes en esta campaña
comiencen con el prefijo re: recuperar, rescatar, restaurar. (...)
Hoy la formación lepenista recoge el 35% de intención de voto entre los
agricultores, el 44% entre los obreros, el 29% entre los desempleados y
profesionales independientes, el 15% entre los cuadros superiores, el
21% entre las profesiones intermedias, el 35% entre los empleados y el
21% entre los pensionistas. Estos datos dan la medida de la capilaridad
de su anclaje y lo diverso de sus apoyos. (...)
Uno de los sectores más representativos de este nuevo lepenismo son los
jóvenes. Según el último sondeo elaborado por el instituto demoscópico
Elabe, Marine Le Pen sería la candidata más votada entre los jóvenes de
18 a 35 años por delante de Emmanuel Macron y muy por encima de Jean-Luc
Mélenchon y Benoît Hamon.
La líder ultraderechista logra un 33% en esta
franja de edad contra un 24% de Macron y un 13% de Jean-Luc Mélenchon.
Continúa así la tendencia de los últimos meses que señala que, tras la
abstención, el Frente Nacional es el partido preferido entre los
jóvenes, lo que marca un punto de inflexión importante (...)
En este sentido resulta interesante detenerse en un nuevo perfil de
votante de la extrema derecha que Nonna Mayer, especialista en el FN, ha
puesto de manifiesto. Características asociadas a este perfil: mujer,
joven, precaria. Ejemplo: cajera de supermercado. El precariado, que en
Francia también tiene tintes femeninos, no es ya hostil a un partido que
durante muchos años estuvo afectado por una acusada brecha de género en
su electorado. (...)
También los funcionarios, categoría anteriormente reacia a votar por el
FN, son hoy un caladero importante de votos para la extrema derecha. Una
amplia encuesta elaborada por el prestigioso centro de investigación
política CEVIPOF señala que Marine Le Pen está a la cabeza de intención
de voto para la primera vuelta entre este colectivo. (...)
Marine Le Pen domina el voto entre los policías (46,3%) y militares
(46,8%) al tiempo que gana posiciones entre profesores, médicos y
enfermeros prometiendo la contratación de más personal sanitario para
reforzar la calidad de los servicios públicos.
A este respecto, el FN ha
hecho un gran esfuerzo por virar su discurso hacia posiciones mucho más
estatistas que subrayan el valor de la función pública para
garantizar la cohesión territorial, blindar la igualdad efectiva en el
acceso a los servicios públicos para los ciudadanos nacionales y frenar
la desertificación rural. (...)
Tampoco son ya los homosexuales un colectivo reacio a votar por la
candidata de extrema derecha una vez que ésta ha situado su discurso en
el marco de la lucha por la libertad y en contra del “totalitarismo
islamista” (...)
Recuperando los acentos de la lucha contra la discriminación, Marine Le
Pen enfatiza en sus discursos los llamamientos a la libertad frente a un
enemigo bárbaro y premoderno. Según la líder ultraderechista, defender
hoy la igualdad de todos los franceses y francesas es hacerse cargo de
que “en ciertos barrios no está bien visto ser mujer, ni homosexual, ni
judío”.
Una encuesta del CEVIPOF publicada en 2016 sorprendió a la
opinión pública al señalar que el 33% de las parejas homosexuales habían
votado por el FN en la primera vuelta de las elecciones regionales de
finales frente a un 28% del resto de la población. (...)
Frente a una derecha encasillada y a una izquierda dividida, Emmanuel
Macron y Marine Le Pen, a pesar de todas sus diferencias, comparten un
mismo eclecticismo discursivo y una misma voluntad de conquistar nuevos
lugares de enunciación, lo que permite que la voz de ambos candidatos
sea escuchada, reconocible y asumida por encima de etiquetas o
pertenencias previas.
Se les escucha más y de una manera menos
condicionada: sin diques de contención. De este modo logran conexión
directa con el vasto plano de las esperanzas y las insatisfacciones,
ofreciendo interpretaciones, otorgando sentido y, en última instancia,
politizándolo.
No nos extrañe si en las próximas semanas vemos a Macron y a Le Pen confrontar por disputarse los lugares de enunciación de lo nuevo, el cambio y la protección.
Buena parte de su éxito o su fracaso depende de ello; y, a la inversa,
buena parte de los “techos de cristal” que encuentran otros partidos
tienen que ver con continuar hablando siempre desde el mismo lugar." (Guillermo Fernández Vázquez, CTXT, 15/03/17)
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