"El presidente Donald Trump ha dejado claro que su presidencia tendrá una
posición sobre todo y en todas partes. También dejó claro que él solo
tomará la decisión final sobre las políticas que seguirá su gobierno. Él
ha escogido dos áreas prioritarias para implementar sus políticas:
México y Siria/Irak (...)
Se suponía que México fue el principal asunto de toda su campaña,
primero en su nominación republicana y luego durante la elección
presidencial. Es probable que sus incesantes comentarios ásperos hacia
el país y los mexicanos le hayan ganado más apoyo popular que cualquier
otro tema, y por tanto le dieron la presidencia.
Trump se da cuenta correctamente de que si no hubiera priorizado
realizar acciones contra México arriesgaba la rápida y seria desilusión
de sus más ardientes simpatizantes. Así que eso hizo.
En sus primeros días en el cargo, ha reiterado que construirá un
muro. Ha asegurado que busca una revisión importante del TLCAN, y que si
eso falla repudiará el tratado. Y ha repetido su intención de hacer que
México pague por el muro instituyendo un impuesto a todas las
importaciones mexicanas a Estados Unidos.
¿Puede realmente hacer todo eso? Hay problemas legales y políticos
para que implemente el programa. Los obstáculos legales, de acuerdo con
las leyes estadounidenses e internacionales, probablemente no son tan
grandes, pese a que pudiera acusarse a Estados Unidos de estar violando
previsiones de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Si eso fuera a
suceder, Trump probablemente estaría dispuesto a retirar a Estados
Unidos de la OMC.
Hay obstáculos políticos más serios, que hacen menos posible que
pueda llevar a cabo su programa pronto y totalmente. Hay seria oposición
en Estados Unidos al proyecto, sobre bases tanto morales como
pragmáticas. La objeción pragmática es que un muro sería ineficaz para
reducir la entrada de trabajadores indocumentados y meramente
incrementará el costo y el riesgo para los individuos que crucen la
frontera.
Es interesante que las objeciones pragmáticas las estén
expresando aun los rancheros texanos, que son de sus más fuertes
simpatizantes. Y, por supuesto, hay muchas empresas estadunidenses que
dependen de los trabajadores indocumentados y que serían grandes
perdedoras. Ellos constituirán una fuerza de presión en el Congreso para
debilitar dicha política.
Tampoco es claro que pueda transferir el costo de construir el muro a
los exportadores mexicanos. Ya hay muchos análisis que argumentan que,
vía el aumento en el costo de las importaciones, eventualmente el costo
terminará pesando sobre los consumidores estadounidenses también, o en
sustitución de los exportadores mexicanos.
En el lado mexicano, el presidente Enrique Peña Nieto inicialmente
hizo el esfuerzo de negociar los asuntos fronterizos con el presidente
Trump. Envió a dos secretarios de Estado a Washington a comenzar las
discusiones preliminares. Le dio la bienvenida a México y anunció que
viajaría a visitarlo personalmente. Esta suave respuesta a las
declaraciones de Trump resultó muy impopular en México. Y Peña es
atacado en casa por muchos otros asuntos ya desde hace tiempo.
El evidente desinterés del mandatario estadounidense por acomodar
algo con su homólogo mexicano fue la gota que derramó el vaso. En México
fue considerado humillante. Peña canceló su viaje y asumió una postura
de desafío a Washington. Haciendo esto ha logrado que muchos de sus
críticos internos se reúnan en torno suyo, reivindicando el orgullo
nacional.
Pregunto de nuevo: ¿puede Trump hacer que México se doble a su
voluntad? A muy corto plazo, puede parecer que logra cumplir sus
promesas de campaña. A mediano plazo, sin embargo, no es nada seguro que
Trump emerja de este punto álgido con un récord de logros. (...)" (Immanuel Wallerstein, La Jornada, 10/03/17)
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