"(...) La Ley 15/97 fue no solo el germen de los nuevos modelos de gestión entre los que se encuentra el posteriormente denominado Modelo Alzira,
sino también la piedra fundacional en el desarrollo de empresas como el
grupo Ribera Salud, responsable actual de los hospitales de Alzira,
Vinalopó, Torrevieja y Denia y sus respectivos departamentos sanitarios. (...)
El Hospital de la Ribera (o de Alzira) fue el primer Hospital español en
régimen de concesión administrativa. Aunque la financiación (sistema de
contraprestación económica), la propiedad (el hospital pertenece a la
red autonómica pública de hospitales) y el control (existe un pliego de
condiciones de obligado cumplimiento con control, inspección y facultad
sancionadora por parte de la Administración) quedarían en manos
públicas, la prestación sería privada.
Es decir, la empresa se
compromete a gestionar el servicio público a cambio de que se le
garantice un nivel suficiente de beneficios. Huelga decir que la
introducción de este modelo corrió a cargo del gobierno de Eduardo
Zaplana (PP) en su primera legislatura como president de la Generalitat Valenciana.
La gestión del hospital, inscrito en un área sanitaria de
aproximadamente 259.000 habitantes, fue adjudicada para su explotación
por un período en un principio de 10 años a un grupo de empresas
privadas que conformaron la UTE (unión temporal de empresas) Ribera
Salud, compuesta por: Adeslas (51%); Bancaixa, CAM y Caixa Carlet
–cuando existían– (45%); y dos empresas constructoras: ACS – Dragados
(2%), y Lubasa, (2%). Tras finalizar este periodo, el hospital
revertiría al sector público. La aventura del modelo daba sus primeros
visos de no arrancar bien: frente a los 41 millones presupuestados, el
hospital acabó costando 72 millones, abriendo sus puertas en 1999.
El modelo financiero que iba a regir los destinos del nuevo hospital fue el del pago capitativo frente al pago por procesos.
El pago capitativo consiste en que la Administración pacta con la UTE
una cantidad a pagar por cada habitante del área de salud y por año, sin
importar el uso que haga ese habitante del servicio prestado (para la
concesionaria mejor que no lo use, pensaran ustedes). (...)
Un tipo listo y sagaz ya puede sopesar cuál es el truco para cuadrar (y
engrosar) cuentas: minimizar al máximo el gasto del paciente incluido en
el capitativo y aumentar todo lo posible el beneficio por procesos de
pacientes de fuera del área de salud.
Volvamos a Alzira. En 1999 la Administración fijó una cantidad de
204€ por habitante y año del área de salud (unos 47 millones de euros).
Adicionalmente el Ejecutivo adornó los números engrosando el censo unos
11.000 habitantes (otros 2 milloncejos de euros de nada) para reforzar
el invento y asegurar su viabilidad. Pero la cosa no carburó.
De 1999 a
2002, el hospital admitió pérdidas de unos 5 millones de euros a pesar
de que el grueso de su facturación provenía de la atención de pacientes
no adscritos a su área de salud (en los que cobra por procesos), de que
el capitativo subió a los 225€ anuales y de que incluso CC.OO. denunció
que el presupuesto asignado por la Conselleria al hospital era muy
superior a otras áreas autonómicas con población similar.
Los primeros
interrogantes sobre la viabilidad del modelo se hacen evidentes y de
hecho Caixa Carlet, partícipe de la UTE en un porcentaje ínfimo, quiebra
tras no poder asumir las pérdidas del proyecto y es absorbida por
Bancaixa. Es en este momento cuando empiezan los experimentos de
ingeniería médico–financiera a mayor gloria de apuntalar este Frankenstein sanitario y que tanto ha dado que hablar todos estos años sobre la conveniencia o no del modelo.
Por un lado, se le concedió la potestad al hospital de atender
libremente a ciudadanos de fuera de su área sanitaria. Alzira vio un nicho de oportunidad
único en el tema de los partos. El hospital contrató toda una legión de
anestesistas con el fin de ofrecer anestesia epidural las 24 horas a
las parturientas de otros departamentos cercanos y cobrar así un extra
por procesos (más beneficioso).
La conselleria colaboró con la idea y así, durante un tiempo, dificultó
la contratación de anestesistas en otros hospitales cercanos (Alcoi,
Xàtiva, Gandia y Ontinyent) para desempeñar esta prestación. (...)
Por otro lado, se facturó un millón de euros por atención a salud
mental (un aspecto que ya estaba considerado dentro del capitativo en
los pliegos iniciales y que no debería haber sido facturado) y otro
millón y pico (1,7 en realidad) por atención a pacientes del área de
salud que estaban en lista de espera en la fecha de inauguración del
hospital, instaurando el curioso concepto de pago por procesos intradepartamental retrospectivo.
Pero aun con todo, en el 2003, la concesionaria no pudo hacer frente a
la explotación del hospital por sus pérdidas y recurrió a la
Generalitat, que, inexplicablemente, y en un acto que pasará a la
historia universal de la desfachatez (too big to fall, que dirán algunos) anuló la adjudicación, rescindió el contrato y preparó un nuevo concurso.
El nuevo concurso se hizo a la medida de la UTE. Se privatizó la
gestión de la atención primaria de la zona (una docena de centros de
salud) con el fin de que la gestora obtuviera un auténtico control de la
demanda a todos los niveles asistenciales.
Al extinguirse el contrato,
la Conselleria, obligada contractualmente, rescató el hospital y abonó a
la UTE el importe de la inversión realizada, en torno a unos 44
millones de euros. En 2003, esta cantidad supuso el 40% de la inversión
que la Conselleria tenía prevista para nuevos centros públicos. (...)
la comunidad autónoma tiene que actuar como una red de seguridad so pena
de catástrofe sanitaria. Por si fuera poco, la Generalitat abonó a la
UTE 25 millones de euros adicionales como “indemnización para cubrir el
supuesto lucro cesante” por los seis años aún restantes de concesión.
Sí. Han leído bien.
Liberamos a una empresa de una obligación por no ser
rentable y a la vez la compensamos por el dinero que dejaría de ganar
al no seguir con un negocio en quiebra técnica. Tanto el Tribunal de
Cuentas como la oposición en pleno pusieron el grito en el cielo. Pero
de nada valió.
En el nuevo concurso se aumentaron sobremanera las
cantidades de capitativo, se prolongaron 15 años el período de concesión
y se resolvió que el nuevo agraciado era la UTE… ¡Ribera Salud! La
misma unión temporal de empresas que demostró claramente su ineficiencia
en la gestión. No importaba. La máquina, gracias a todas las dádivas,
gabelas y concesiones obtenidas a golpe de decretazo, estaba
perfectamente engrasada y lista para funcionar. Comenzaba Alzira 2.0.
Generalmente en todos ellos la idea es simple: buscar el camino de la
eficiencia no a través de mejorar la efectividad (aumentar el
denominador) sino de contraer costes (reducir el denominador). El viejo
axioma de hacer más con menos.
Si comparamos con otros hospitales de
tamaño similar de la red pública, Alzira tiene menos trabajadores y
estos trabajan una media de 200 horas más al año, percibiendo un sueldo
un 15% inferior de media. Por otra parte, en el último concurso se dejó
claro que las prestaciones ambulatorias de Farmacia y Oxigenoterapia,
así como el coste de las prótesis y del transporte sanitario, no serían
asumidos por el concesionario.
Es una excelente maniobra de control de
costes ya que son capítulos, sobre todo el de prestación farmacéutica,
realmente complicados de mantener a raya y predecir con tiempo.
Volviendo a las peculiaridades en la contratación de RRHH, Alzira no
solo no asume el coste social de la contratación de un 5% de personal
con minusvalías, sino que tiene potestad para contratar al profesional
que quiera saltándose cualquier proceso establecido (y obligatorio) en
el resto de la red sanitaria pública como bolsas de empleo, oposiciones,
etc. Si a ello sumamos el hecho de que pueden potenciar determinados
servicios/prestaciones primándolos económicamente en función de los
beneficios obtenidos (ej. servicios quirúrgicos) podemos advertir que la
capacidad de gestionar su capital humano (y por tanto una parte
inherente de su efectividad), optimizando su funcionamiento, está a años
luz de un hospital clásico. (...)" (Enrique Rodríguez borja, CTXT, 15/03/17)
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