"(...) Madrid y el Partido Popular de Madrid sólo pudieron ganar su posición
gracias a un hecho: la construcción de un aparato de partido de enorme
capacidad hegemónica basado en precisas redes clientelares y en el favor
de la oligarquía regional.
Resulta poco creíble que una trama dirigida a
fortalecer las estructuras del partido y a sus máximos dirigentes sólo
tuviese que ver con el lucro personal.
Bárcenas, Gürtel, Púnica o la
reciente Operación Lezo descubren la relación entre diversos entramados
empresariales y el reforzamiento –vía caja B– de las campañas, las
estructuras y los líderes del Partido.
La magnitud de estas
alianzas político-empresariales se deja entrever en la función que
desempeñaron entidades como Caja Madrid/Bankia y el Canal de Isabel II.
Ambas fueron utilizadas como motores financieros de estas tramas y como
cajas repartidoras de dividendos y prebendas. Siempre el suelo, el
patrimonio y el presupuesto público en provecho del beneficio privado.
El dinero circulaba sin muchos obstáculos: empresas públicas y privadas
hacían su trabajo, al tiempo que se producía el enriquecimientos
desmesurado de algunos, soportado en la estructura política que hacía
posible el engranaje.
El sistema llegó a funcionar tan bien que –tal y
como sucedió en el caso de Caja Madrid– que también engordó las cuentas
de importantes miembros de los partidos de la oposición y de los grandes
sindicatos. Nada podía fallar.
Era imposible que tantos favores
públicos en forma de autovías, servicios sanitarios o prebendas
inmobiliarias se produjesen a cambio de nada. De hecho el Tamayazo fue
un simple aviso de que –por debajo de la ley–, en Madrid se cocinaba con
políticas de corrupción, lo que a la luz pública salía como ventas de
patrimonio público, privatizaciones, etc. El Partido Popular, parte ya
de la oligarquía madrileña, tenía forma de corte versallesca.
Sucesiones Cifu S.L.
Las
consecuencias de este orgía de corrupción y nepotismo, alimentada por
la mercantilización de los servicios y las instituciones públicas
madrileñas, han sido tan grandes, que cuando se han empezado a destapar,
se han llevado por delante a casi dos generaciones de políticos
madrileños del PP.
De hecho, la pirámide se derrumbó de forma inversa.
Primero cayeron los jóvenes cachorros del aguirrismo, con Fernández
Lasquetty y Lucía Fígar. Más tarde sus mentores Francisco Granados,
Ignacio González y Esperanza Aguirre.
Las dimensiones de esta
trama, nos ensañan algo importante: la corrupción se inscribe dentro de
un plan político que va más allá de los nombres concretos. La corrupción
cumple una función política concreta, genera redes clientelares y
estructuras políticas asociadas a un particular modelo económico. Este
se basa principalmente en la privatización de bienes públicos y en el
uso intensivo y especulativo del suelo de nuestra región. (...)" (Pablo Carmona Pascual, Socialismo21, 25/04/17)
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