"(...) La crisis actual, mas que cíclica, es estructural, lo que quiere
decir que la única solución es una reestructuración del sistema. La
crisis estructural de los años 1930 fue resuelta mediante un nuevo tipo
de capitalismo redistributivo, o sea, la social democracia, el
Keynesianismo, y el corporativismo.
El capital respondió a la crisis
estructural de los años 1970 con globalizarse. La emergente clase
capitalista transnacional (CCT) emprendió una vasta reestructuración
neo-liberal, liberalización comercial, e integración de la economía
mundial.
La globalización facilito un boom en la economía
global en la ultima década del siglo XX en la medida que los ex-países
socialistas se integraron al mercado global y el capital transnacional,
liberado del estado-nación, emprendió una enorme ronda de despojos y de
acumulación a nivel mundial. (...)
No obstante, la globalización capitalista ha dado lugar a una
polarización social mundial sin precedente. La agencia de desarrollo
británico Oxfam informa que apenas el un porciento de la humanidad posee
la mitad de la riqueza del mundo y el 20 por ciento controla el 95 por
ciento de esa riqueza, mientras el restante 80 porciento tiene que
conformarse con apenas el 5 porciento.
Dada esta extrema
polarización de los ingresos y la riqueza, el mercado global no puede
absorber la producción de la economía global. El colapso financiero de
2008 marco el arranque de una nueva crisis estructural de la
sobre-acumulación, lo que se refiere a que el capital acumulado no puede
encontrar salidas rentables para la reinversión de ganancias.
Los datos
para 2010 indican, por ejemplo, que las compañías estadounidenses
contaban en ese año con $1.8 billones de dólares en efectivo no
invertido. Las ganancias corporativas han registrado niveles casi record
al mismo tiempo que la inversión corporativa ha declinado.
En
la medida que se va acumulando este capital no invertido, crecen enormes
presiones para encontrar salidas rentables para el excedente. Los
grupos capitalistas, y especialmente el capital financiero
transnacional, presionan a los estados a crear nuevas oportunidades para
la inversión rentable.
Los estados neo-liberales han recurrido a cuatro
mecanismos en años recientes para ayudar a la CCT a descargar el
excedente y sostener la acumulación frente al estancamiento.
Uno
es el asalto y el saqueo a los presupuestos públicos. Las finanzas
publicas han sido reconfiguradas mediante la austeridad, los rescates a
las corporaciones, los subsidios estatales al capital, el endeudamiento
estatal, y el mercado global de bonos, todo lo que resulta en la
transferencia directa e indirecta por parte de los gobiernos de la
riqueza, desde la clases laborales a la CCT.
Un segundo
mecanismo es la expansión del crédito a los consumidores y los
gobiernos, sobre todo en los países ricos, para sostener el consumo.(...)
Un tercer mecanismos es la frenética especulación financiera. La
economía global ha sido un gigantesco casino para el capital financiero
transnacional, mientras crece cada vez mas la brecha entre la economía
productiva y el “capital ficticio”. (...)
Estos tres mecanismos pueden resolver el problema momentáneamente
pero a la larga terminan agravando la crisis de la sobre-acumulación. La
transferencia de la riqueza desde los trabajadores al capital constriñe
aun mas al mercado, mientras el consumo financiado por el cada vez mas
endeudamiento y la especulación aumenta la brecha entre la economía
productiva y el “capital ficticio”.
El resultado es una cada vez mayor
inestabilidad subyacente de la economía global. Muchos ahora consideran
que otro colapso es casi inevitable.
Sin embargo, hay otro mecanismos que sostiene la economía global: la acumulación militarizada. (...)
Las desigualdades sin precedente solo pueden ser sostenidas por los
sistemas cada vez mas expansivos y ubicuos de control social y
represión. (...)
Mientras la guerra y la represión organizada por el estado cada vez mas
se privatiza, los intereses de un amplio despliegue de grupos
capitalistas cambian el clima político, social, e ideológico hacia la
generación y el sostenimiento de los conflictos – tal como en el Medio
Oriente – y en la expansión de los sistemas de guerra, de represión, de
vigilancia y de control social.
Las así llamadas guerras contra las
drogas, contra el terrorismo, contra los inmigrantes; la construcción de
muros fronterizos, de centros de detención de los inmigrantes y
cárceles; la instalación de los sistemas de monitoreo y vigilancia en
masa, y la extensión de las compañías privadas mercenarias y de
seguridad – todo eso se convierte en principales fuentes para la
acumulación y generación de ganancias. (...)
En la década de 2001 a 2011, las ganancias de la industria militar casi se cuadruplicaron. A nivel mundial, el gasto militar creció en un 50 porciento desde 2006 a 2015, de $1.4 billones a $2.03 billones de dólares. (...)
El día después del triunfo electoral de Trump, el precio de las acciones
de la empresa “Corrections Corporation of America,” la principal
contratista privada para los centros de detención de los inmigrantes en
Estados Unidos, disparo en un 40 por ciento, dada la promesa electoral
de Trump de deportar a los inmigrantes en masa.
Los grandes contratistas
militares como Raytheon y Lockheed Martin, registran súbitas alzas en
sus acciones cada vez que hay un nuevo brote del conflicto en el Medio
Oriente. (...)" (William I. Robinson. Profesor de Sociología, Universidad de California en Santa Bárbara, Rebelión, 31/05/17)
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