"El
Partido Laborista nunca ha sido un partido socialista, pero siempre ha
tenido socialistas, y por primera vez están en el asiento del conductor.
Esto se ha reflejado en el manifiesto-programa del partido de 2017.
Con
el título “For the Many, Not the Few” (Para la Mayoría, No la
Minoría)*, representa el máximo logro del corbynismo hasta la fecha y
ofrece al pueblo británico la primera oportunidad en una generación de
votar por políticas que significarían un cambio fundamental hacia la
izquierda.
Aunque moderadas en el lenguaje, las propuestas programáticas son
radicales; basándose en las promesas de las dos campañas de primarias de
Jeremy Corbyn, sostiene una visión que pondría fin a la era de la
austeridad y daría forma a un nuevo marco económico, que acercaría la
riqueza y el poder del capital a los trabajadores.
Todo indica que
este programa es extremadamente popular. La semana en la que se lanzó
el manifiesto completo de 128 páginas, se convirtió en viral en la red,
compartido decenas de miles de veces. Fue mucho mejor recibido que el
equivalente conservador y ha catapultado al Partido Laborista en algunas
encuestas a cinco puntos del partido gobernante. (...)
El manifiesto tiene tres ejes fundamentales: nacionalizar las
principales empresas de servicios públicos cuya privatización ha
aumentado el coste de la vida; reformar las condiciones laborales,
deteniendo el proceso de degradación en términos y condiciones; y
construir una economía social en la que los elementos básicos necesarios
para vivir una vida digna - desde la educación y la vivienda hasta la
asistencia social y las ayudas sociales - mejoren y, en muchos casos,
sean de libre acceso.
El Partido Laborista propone revertir en
propiedad pública no sólo el ferrocarril sino también el servicio
postal, la energía y el suministro de agua. Aumentaría el salario mínimo
a diez libras por hora, aboliría los contratos de cero horas,
prohibiría las prácticas no remunerados, otorgaría a la gente autónoma
los mismos derechos que a las personas empleadas y otorgaría a los
sindicato el derecho de acceder a los centros de trabajo.
Bajo el
gobierno laborista se construirían un millón de viviendas, la mitad de
ellas de propiedad pública. Se introducirían controles de alquiler. Los
gastos de matrícula de las universidades serían desechados, habría
guardería gratis a partir los dos años, comedores escolares gratuitos
durante la etapa de primaria y un servicio de educación nacional que
invertiría 6 300 millones de libras en mejorar las escuelas.
El Servicio
Nacional de Salud sería renacionalizado, eliminando los servicios
privatizados, y los hospitales ya no cobrarían por el aparcamiento de
coches. Las personas mayores tendrían garantizada la pensión y se
invertirían dos mil millones de libras en atención social. Se
invertirían los recortes en bienestar.
Para lograr este programa
de transformación social, el manifiesto vuelve al viejo principio de la
tradición laboralista y socialdemócrata: la redistribución de la
riqueza. Los 52 500 millones de libras esterlinas necesarios para
financiarlo vendrían de los impuestos sobre las empresas y de quienes
ganan más de 80 000 libras al año, así como de propuestas como una
campaña contra la evasión fiscal y el fraude, el impuesto Robin Hood sobre
las instituciones financieras y un impuesto sobre las tasas de la
escuela privada.
La gran mayoría de la gente británica se beneficiaría
de un programa pagado por el 5 % que más gana. De la minoría para la
mayoría. (...)
Si el Brexit apareció como un vago y contradictorio llamamiento a
"retomar el control", el programa del Partido Laborista es el camino
para lograrlo, recuperando una alternativa enterrada por el
Thatcherismo.
Se inspira en el aspecto más radical de la política
socialdemócrata, la desmercantalización, y apunta a sacar del mercado
los productos básicos de la vida cotidiana, haciéndolos públicos,
universales y libres en el punto de acceso.
Al hacerlo, el
programa del partido reduciría radicalmente el costo de vida, poniendo a
la gente trabajadora bajo menos presión para ceder a la exigencia de
sus jefes de trabajar más tiempo por menos salario. (...)
Una encuesta reciente de ComRes muestra que el 52 por ciento del
electorado está a favor de la renacionalización de los ferrocarriles de
Gran Bretaña, con sólo 22 por ciento en contra. La misma encuesta
muestra el apoyo de exactamente la mitad del electorado para que la
Royal Mail (correos) vuelva a ser de propiedad pública. Otro 71 por
ciento apoyaban que los contratos de hora cero sean ilegales, y el 64
por ciento apoya la petición del Partido Laborista de aumentar el
impuesto sobre la renta para los que ganan más de 80 000 libras al año.
La única medida encuestada por ComRes que no contaba con el apoyo de una
mayoría absoluta era la promesa de publificar la industria energética,
pero aun así la propuesta gozaba de un 49 por ciento de apoyo y solo un
24 por ciento en contra. (...)
Finalmente, si el Partido Laborista es derrotado en las elecciones, la
derecha del partido argumentará, sin dilación, que fue porque el
liderazgo de Corbyn ha sido demasiado izquierdista. Pero ahora sabemos
que esto no es cierto. La inmensa mayoría del país apoya las políticas
de izquierda, es la derecha laborista y sus aliados en la élite
política, empresarial y mediática los que están en minoría.(...)" (Max Shanly/ Roman Burtenshaw, Viento Sur, 06/06/17)
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