"Uno tiene que preguntarse por qué terroristas como los que golpearon
anoche en Londres, y antes en Manchester, lanzaron sus ataques ahora. Es
difícil no inferir que su violencia fue programada para influir en las
elecciones del jueves en el Reino Unido.
Quienes están detrás del ataque
−ya sea los que lo llevan a cabo o los que despachan a los terroristas−
quieren tener un efecto. El terrorismo es el uso de la violencia
indiscriminada con fines políticos. Tiene una lógica, aun cuando la
mayor parte de las veces no nos importe comprenderla.
Entonces, ¿qué esperan lograr estos terroristas?
Basados en la experiencia previa, asumirán que al golpear ahora pueden
aumentar el miedo y la ira entre la población británica, intensificando
la retórica anti-musulmana, justificando respuestas más severas de
"seguridad" del Estado británico, y desplazando el apoyo político hacia
la derecha. Eso es bueno para su causa, porque radicaliza a otros
jóvenes musulmanes desilusionados. En resumen, gana reclutas.
El
Islam no es excepcional en este sentido. Esto no es un problema
específicamente de la religión. Como han señalado repetidamente los
expertos, los jóvenes desilusionados, frustrados, enojados (y
principalmente varones) adoptan ideologías existentes que les interesan,
y luego buscan los elementos que pueden ser desvirtuados para
justificar su violencia. El impulso violento existe y buscan una
ideología para racionalizarlo.
Una vez el cristianismo −la
religión de poner la otra mejilla− fue utilizado para justificar
pogromos e inquisiciones. En Estados Unidos, los supremacistas blancos
−el Ku Klux Klan, por ejemplo− utilizaron la Biblia para justificar la
difusión del terror entre la población negra del Sur profundo.
Los
supremacistas blancos continúan esporádicamente usando el terror en
Estados Unidos; de manera notable, por ejemplo, Timothy McVeigh, quien
fue responsable del atentado en Oklahoma en 1995.
Los terroristas también pueden explotar ideologías seculares, tanto en la extrema derecha como en la extrema izquierda. (...)
Los terroristas islamistas de nuestro tiempo creen en un choque
violento −y de suma-cero− de civilizaciones. Esto no debería sorprender,
ya que su ideología refleja la ideología dominante −el
neoconservadurismo− en la política exterior de los ‘establishments’
occidentales. Ambos lados están encerrados en una aterradora danza de la
muerte.
Ambos creen que existen dos "civilizaciones" que son
incompatibles, que están en una lucha a muerte, y que cualquier medida
se justifica para lograr la victoria, porque la lucha es existencial.
Nosotros utilizamos drones e "intervención humanitaria" para
desestabilizar sus sociedades; ellos usan coches, armas, cuchillos y
bombas para desestabilizar las nuestras.
La danza tiene lugar
principalmente porque ambos lados la sostienen. Y no será fácil librarse
de ella. Nuestra intromisión en Medio Oriente se remonta a más de un
siglo −especialmente desde que la región se convirtió en una gigantesca
espita de petróleo para nosotros.
Los tentáculos de la interferencia
occidental no surgieron en 2003, sea lo que sea que optemos por creer. A
la inversa, un mundo globalizado implica inevitablemente que el campo
de batalla colonial de un siglo de duración puede fácilmente volverse
para atormentarnos a las puertas de nuestras casas.
La solución, compleja como tendrá que ser, ciertamente no puede incluir
el uso de la misma violencia indiscriminada de nuestra parte, más
"intervención" en Medio Oriente, o más chivos expiatorios musulmanes.
Requerirá dar un paso atrás y considerar cómo y por qué nosotros también
somos adictos a esta danza de la muerte." (Jonathan Cook , www.jonathan-cook.net, en Rebelión, 06/06/17)
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