"La posibilidad real de una tercera ola de recesión económica en el
Trienio 2018-2020 estaría pasando desapercibida para la mayoría de
Agencias de Calificación debido a la desconexión con la realidad que les
llevaría a justificar la exuberancia irracional de los mercados con lo
que cumpliría la famosa frase del iconoclasta John Kenneth Galbraiht.
”Hay dos clases de economistas: los que no tenemos ni idea y los que no
saben ni eso”. (...)
El proceso especulativo impulsa a comprar con la esperanza de
sustanciosas ganancias en el futuro, lo que provoca una espiral alcista
alejada de toda base factual y el precio del activo llega a alcanzar
niveles estratosféricos hasta que la burbuja acaba estallando (crash)
debido a la venta masiva de activos y la ausencia de compradores, lo que
provoca una caída repentina y brusca de los precios hasta límites
inferiores a su nivel natural (crack), cumpliéndose una vez más la
máxima de Keynes: “Los mercados pueden permanecer irracionales más
tiempo del que tú puedes permanecer solvente”. (...)
Así, un inversor está dispuesto a pagar un precio por una acción si le
reporta dinero en el futuro, por lo que el valor de dicha acción es el
total de flujos esperados pero el nivel suelo de las Bolsas mundiales,
(nivel en el que confluyen beneficios y multiplicadores mínimos), se
situaría a años-luz de los niveles actuales debido al riesgo de
estancamiento económico secular que presentan las principales economías
mundiales.
Sin embargo, debido al “efecto Trump” los inversores de EEUU
estaban instalados en la euforia tras superar el techo ionosférico de
los 22.000 puntos en el Dow Jones, (rememorando el boom bursátil de los
años 20, preludio del crack bursátil de 1.929), por lo que son incapaces
de percibir el vértigo de la altura pero la sombra del impeachment que
planea sobre Donald Trump y la incertidumbre existente en Wall Street
sobre su agenda económica habría provocado que los grandes inversores
sientan por primera vez el mal de la altura que les llevará a reducir su
exposición al riesgo con el consecuente efecto bajista en las
cotizaciones de las acciones.
Además, la inflación en EEUU acelerará las próximas subida de tipos de
interés del dólar en el 2018, haciendo que los inversionistas se
distancien de los activos de renta variable y que los bajistas se alcen
con el timón de la nave bursátil mundial, derivando en una psicosis
vendedora que terminará por desencadenar el estallido de la actual
burbuja bursátil.
Dicho estallido tendrá como efectos colaterales la
consiguiente inanición financiera de las empresas, la subsiguiente
devaluación de las monedas de incontables países para incrementar sus
exportaciones y como efectos benéficos el obligar a las compañías a
redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y
restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la crisis
bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales la ruina de millones de
pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la
estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente
efecto dominó en la declaración de quiebras.
El retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU-Rusia
tras la crisis de Ucrania y la imposición de sanciones por UE-Japón-EEUU
contra Rusia , marcarían el inicio del ocaso de la economía global y
del libre comercio, máxime al haberse demostrado inoperante la Ronda
Doha (organismo que tenía como objetivo principal de liberalizar el
comercio mundial por medio de una gran negociación entre los 153 países
miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y haber fracasado
en todos sus intentos desde su creación en el 2011.
Así, asistiremos al finiquito de los Tratados Comerciales transnacionales
(TTIP, NAFTA y TTP) y a la implementación por las economías del Primer
Mundo de medidas proteccionistas frente a los países emergentes cuyo
paradigma sería el establecimiento por la UE y EEUU de medidas
antidumping contra el acero Chino con aranceles que oscilarán del 20%
europeo al 500% estadounidense y que significarán el retorno al
Neo-Proteccionismo económico.
Finalmente, tanto la UE como EEUU implementarán la Doctrina del
“Fomento del Consumo de Productos nacionales” en forma de ayudas para
evitar la deslocalización de empresas, subvenciones a la industria
agroalimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus
productos manufacturados, Elevación de los Parámetros de calidad
exigidos a los productos manufacturados del exterior y la imposición de
medidas fitosanitarias adicionales a los productos de países emergentes.
Ello obligará a China, México, Sudáfrica, Brasil e India a realizar
costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación y
mejorar los parámetros de calidad, dibujándose un escenario a cinco años
en el que se pasaría de las guerras comerciales al proteccionismo
económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial,
posterior finiquito a la globalización económica y ulterior regreso a
los compartimentos estancos en la economía mundial. (...)" (Germán Gorraiz López, Attac España, 14/09/17)
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