"(...) La realidad económica no ofrece sino un cuadro intenso y generalizado
de devaluación salarial y precarización de trabajadores, que ha recaído
sobre todo en los más jóvenes, las mujeres, los desempleados mayores de
50 años y los parados de larga duración. Así, los datos económicos tan
positivos de los que el Gobierno de Rajoy no deja de presumir se basan
exclusivamente en un retroceso brutal de las condiciones de vida de la
clase trabajadora, como no se había producido en décadas.
El retroceso experimentado se ha basado en una devaluación salarial
que, según determinados sectores y sobre todo para los contratados más
precarios, ha alcanzado rebajas salariales con picos del 20-30%. Es
decir, una auténtica devaluación salarial de caballo.
Además, se ha
llevado a cabo una implantación extensiva y muy generalizada de la
precarización que supone que al menos un 60% de los trabajadores y
trabajadoras a tiempo parcial no esté conforme con la jornada laboral
que se le ha impuesto y que tiene en muchos casos salarios tan bajos que
implican que el 12,6% de los asalariados no llegue ni a percibir el
salario mínimo de 707,70 euros al mes brutos. Mientras, por otra parte,
se les obliga en muchas ocasiones a realizar horas extras, en lugar de
ampliarles la jornada, y, por supuesto, sin recibir retribución alguna
por esas jornadas extra.
En general se ha producido un sometimiento duro de los trabajadores a
los empresarios, facilitado por las reformas laborales emprendidas por
Zapatero en 2010 en primera instancia y continuadas por Rajoy en 2012,
que terminó por darle la vuelta de tuerca necesaria para asegurar el
incremento del beneficio de los empresarios sobre la base de aumentar la
explotación de los trabajadores.
El artículo 41 del Estatuto de los Trabajadores, por ejemplo, permite
tras la reforma laboral cambios salariales decretados unilateralmente
por el empresario. Además, se han abaratado los costes del despido en
torno a un 40% y se han facilitado y ampliado las causas de despido
procedentes y la imposición de EREs y ERTEs en las empresas, entre otras
muchas medidas antiobreras.
El empleo como factor de pobreza
La realidad salarial es desoladora, un tsunami de temporalidad y
devaluación salarial, como lo demuestran todos los datos laborales y
económicos. Esta situación está provocando un fenómeno que se
caracteriza por un grave incremento de la miseria entre los trabajadores
y trabajadoras, que incluso cuando están empleados, un número muy
cuantioso de ellos (sobre todo jóvenes, mujeres, inmigrantes y empleados
de baja cualificación), se vean incapaces de afrontar los gastos
esenciales para su supervivencia.
Esto queda claramente expresado si tenemos en cuenta que la cuantía
del salario más frecuente hay que distinguirla del salario medio, que es
más bien una “engañifa” estadística. El que más se da entre los
trabajadores es de tan solo 16.498,47 euros al año lo que implica en
realidad 993 euros mensuales netos al mes por 14 pagas. Por lo tanto, si
antes de la crisis ser mileurista era una desdicha ahora es contemplado
con admiración por la mayoría de los trabajadores que ni siquiera
alcanzan ese salario.
Pero la situación es mucho peor que esto.
El salario que percibe el
10% de los trabajadores que menos gana (trabajadores a tiempo parcial)
es de tan solo 350 euros mensuales, por lo que no les permite ni
siquiera cubrir los gastos mensuales de alimentación pese a estar
trabajando. (...)
Si analizamos los datos facilitados por la Encuesta de Presupuestos
Familiares (EPF) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística
(INE), en la que se facilita información detallada de los gastos
familiares comprobamos que con el nivel de salarios existentes resulta
imposible pagar los gastos básicos de comida, ropa, energía y vivienda.
Por lo que solo con dos o más sueldos y la aportación, en muchos casos,
de la pensión que puedan recibir abuelos o padres, un inmenso sector de
familias trabajadoras pueden salir adelante, y con muchas penurias. (...)" (Juan Carlos Arias , Izquierda diario, 22/09/17)
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