"(...) ¿Qué hay de la idea de que en un mundo globalizado los Estados nación ya no son relevantes?
En el libro [Thomas Fazi y yo] sostenemos la tesis de que a partir de la década de 1970 la izquierda había llegado a asumir la tesis errónea de que la globalización había vaciado a los Estados de su poder. Podríamos decir que la derecha convenció a la izquierda de que el Estado era irrelevante, pero ellos sabían que era muy poderoso y, de hecho, se lanzaron a cooptarlo y utilizarlo para sus propios intereses.
De hecho,
todos los aspectos trascendentales de la transición neoliberal se han
realizado desde el Estado: la desregulación del mercado de trabajo, la
liberalización de los mercados de capital, la abolición de los controles
de cambio, las privatizaciones, los tratados de libre comercio, etc.
La agenda neoliberal funciona privatizando las
ganancias y socializando las pérdidas. Cuando las cosas se ponen
difíciles son los Estados los que utilizan sus prerrogativas para pagar
la factura y transferirla a la ciudadanía
Pero, si eso se puede hacer
en favor de los ricos, nosotros también podemos utilizar el Estado para
un proceso inverso: negándonos a que los acuerdos de libre comercio
contengan cláusulas sobre tribunales de arbitraje, nacionalizando las
infraestructuras que han sido privatizadas, etc. Irónicamente, la única
que no entiende esto es la izquierda.
¿Qué medidas tendría que adoptar un gobierno de izquierdas? ¿Nos podrías hablar de vuestras propuestas?
Para los países que están en el euro yo propondría abandonarlo y a ser posible con un domingo por la noche [Risas]. Pero, para todos los países en general, lo primero que hay que hacer es reorientar el propósito del Estado. En palabras de Jeremy Corbyn, este debe ser puesto al servicio de “los muchos y no de los pocos”.
La cuestión relevante no es cómo la
riqueza crea ricos, sino cómo la riqueza crea pobres. Los efectos
nocivos de esta era de neoliberalismo se han dejado sentir en la
consolidación del desempleo, subempleo y precariedad masivos, en el
retraimiento de los salarios y en los ataques a las condiciones de
trabajo.
Pero el Estado tiene que velar por la dignidad del trabajo. En
este sentido, propongo un programa de empleo garantizado y un salario
mínimo incondicional y socialmente inclusivo.
También es necesario reformar el sistema financiero
para eliminar todos los productos financieros que no benefician la
actividad productiva. Un mero 2% de las transacciones financieras
benefician a la economía real, el resto son jugadas de casino que van en
detrimento del bienestar social. Tenemos que obligar a los bancos a que
sean verdaderamente bancos y no salas de juegos
Debemos también
contemplar la nacionalización de la banca o, en todo caso, la creación
de un fuerte sector bancario público. Igualmente, los fondos de
pensiones tendrían que ser nacionalizados. Se debería contar con un
parque de viviendas pública con alquileres asumibles y de buena calidad.
El sector público debe volver a tener una activa
política industrial, en concreto, desarrollando las energías renovables.
Asimismo, servicios básicos como el agua o la electricidad tienen que
ser nacionalizados. En el libro pueden encontrarse muchas más
propuestas, hemos puesto decenas.
Una pregunta que encontraréis
polémica pero que, en el contexto de ascenso de la ultraderecha, hay que
aclarar: ¿Tiene algo que ver vuestro llamamiento a la soberanía
nacional con el nacionalismo? ¿No hay una contradicción para la
izquierda entre la defensa de la soberanía nacional y el
internacionalismo?
Los Estados nación son fundamentales para que haya internacionalismo: es decir, que un grupo de Estados se agrupe para un bien mayor. En caso contrario, lo que tenemos es “supranacionalismo”, que es lo que tenemos en Europa, donde las decisiones se toman a un nivel superior, pero sin ningún control democrático desde abajo.
Hay una mentalidad de guerra fría donde se ensalza el
“internacionalismo” sin cuestionarse qué quiere decir en términos
prácticos. Si queremos un área monetaria óptima, ¿quién decide qué
moneda vamos a emitir?, ¿qué banco central supervisará el sistema? ¿cómo
va a funcional el Tesoro federal? Si nadie lo decide, entonces estamos
ante un área monetaria disfuncional, que es precisamente lo que
observamos en Europa.
Una de las razones por las que la izquierda se ha aferrado al
internacionalismo es porque la izquierda rechaza tajantemente la
xenofobia, el fascismo y el nacionalismo, que es precisamente con lo que
nos encontramos ahora. Reclamar el Estado nación no tiene nada que ver
ni con la xenofobia, ni el fascismo.
Hay un anhelo popular legítimo de
mayor soberanía nacional, pero hasta ahora las fuerzas que mejor han
sabido formularlo han sido los populistas reaccionarios de derechas. La
gente anhela controlar sus vidas. Esto lo han utilizado las campañas del
Brexit y de Trump.(...)" (Entrevista a Bill Mitchel, Marta Luengo , El Salto, 15/10/17)
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