23.10.17

“Una empresa ha comprado mi edificio y ahora vivo en un hotel encubierto”

 "Cuando una empresa compra un edificio con personas viviendo dentro, se dice coloquialmente que tiene “bichos”. En la casa de Alexandra Zambrano, sin embargo, los insectos aparecieron cuando Persépolis Investments se hizo dueña del bloque madrileño en el que vive.
 “Nunca habíamos tenido chinches, pero casualmente al poco tiempo del cambio de propietario aparecieron en cinco viviendas. La única respuesta que nos dieron fue que era nuestro problema y dejaron de venir a limpiar, y claro, eso te da que pensar…”, afirma en su salón, rodeada de las bolsas de basura donde ha tenido que meter todos sus enseres para desinfectar la casa.
Hasta el pasado mes de julio, su bloque de Rafael del Riego 24, en la zona de Delicias, era parte de una herencia que tres hermanos habían recibido de su madre. Cada uno se quedó con un bloque, y al menos dos han vendido a la mencionada empresa.

 En el 'pack' entraban los contratos de alquiler de personas como Juana, Alexandra o Enrique que fueron automáticamente subarrendados e invitados a irse. El último ya se ha mudado a cambio de 2.200 euros, pero ellas ni encuentran un alquiler asequible en la zona donde llevan años viviendo, ni quieren marcharse a pesar de las condiciones en las que están. Tampoco les ofrecen ya ese dinero.

 “Desde que cambiaron los dueños solo vienen a limpiar las zonas comunes cada quince días, no arreglan las bombillas cuando se funden, ni el ascensor cuando se estropea…”, se queja Juana Franco, otra vecina que ahora mismo paga 500 euros por un bajo de dos habitaciones. “Quieren que nos vayamos, aunque nos quedan tres años de alquiler. 

No hacen más que amenazarnos con que en octubre van a empezar a hacer obras y diciendo que aquí no vamos a poder estar”, se lamenta Alexandra que vive con su hijo adolescente en un apartamento similar al de Juana, dos pisos por encima. De hecho, en Delicias 26, el bloque con el que comparten patio, esta misma empresa ya ha empezado con las obras de rehabilitación. “Es el futuro que me espera”, augura.

 Persépolis Investments gestiona bajo el nombre de Urban Vida Stays dos bloques de apartamentos en alquiler turístico en Madrid, en la calle Arganzuela y Calatrava. Por eso, y porque nadie les ha ofrecido quedarse aunque sea pagando más, sospechan que el destino de sus viviendas no es otro que alojar turistas, una inversión cada vez más atractiva para las promotoras y fondos de inversión por la rentabilidad que producen y la escasa supervisión administrativa. (...)

Una vez adquirido el bloque entero, si los contratos de alquiler son anteriores a 1985 (renta antigua), la empresa legalmente no puede echar a los inquilinos. Tendrá que esperar a que el contrato se extinga con la defunción del arrendador. Si son posteriores, podrá simplemente no renovar los contratos cuando finalicen, como mucho a los tres años, el mínimo que contempla la actual ley de arrendamientos urbanos.

 Sin embargo, a algunas empresas les corre prisa por empezar a acondicionar y amortizar la inversión, por lo que utilizan diversas estrategias para adelantar la salida de los inquilinos. Es lo que se conoce como 'mobbing inmobiliario' y puede suponer desde la falta de limpieza de las zonas comunes a despistarse con el cobro de recibos para provocar impagos.

 Aunque también hay situaciones más radicales: “Nos llegan muchos casos donde la empresa mete a okupas en los pisos que vacían para echar al resto. Les piden que molesten y hagan ruido a cambio de quedarse allí, para que el vecino de al lado se canse y se vaya”, explica Alonso Ricardo Trenado, abogado especialista en temas inmobiliarios. “Pero el 'mobbing' es muy difícil de demostrar, ya que habría que ir por lo penal, y ya supone coger a un abogado, meterse en juicios y no todo el mundo puede o quiere”.  (...)

El futuro de Alexandra es el presente de Ana Fernández. En su edificio de la calle Santa Ana 25 solo quedan ocho vecinos de alquiler, casi todos con renta antigua menos el de otra pareja y ella. Desde hace meses convive con maletas que invaden los descansillos, turistas que hacen fiestas por la noche y muebles que se mueven retumbando en sus paredes a cualquier hora.

 “Vivo en un hotel, es imposible descansar ni tener una vida con un horario normal”, se queja. La empresa propietaria, Soluciones Sila, ha ido dejando extinguir los contratos de sus vecinos, y Ana y su pareja dan por hecho que su destino será el mismo.

 “De momento tendremos que quedarnos, porque los pisos que estamos viendo nos piden hasta seis meses de fianza, avales, nóminas, ser fijo… Es de locos”. Ella paga 690 euros por su alquiler, pero cada noche en uno de los pisos que la rodean se cobra a más de 100 euros. (...)

A Luis García, sin embargo, no le queda otra que aguantar. Es propietario de un quinto en la calle Príncipe 15 –en pleno barrio de las Letras– pero cuando entra en su portal cada día lo primero que se encuentra es con la recepción de un hotel. Un gran cartel de Like Home Madrid Apartments le recibe a él y a los turistas que llegan a las 43 viviendas que la empresa Mucor ha puesto en alquiler vacacional. Ya solo seis pisos son de propietarios o alquileres de larga duración.

 “Es un hotel encubierto, donde además no tengo ninguna seguridad porque nadie controla a la gente que entra o sale. Se meten seis personas en pisos de 12 metros cuadrados”. Desde hace días ni siquiera tiene cerradura en su portal. “Es muy inseguro, las llaves de mi portal las ha tenido medio mundo. He visto de todo, desde gente que se ha montado una piscina en el patio, cambiándose en el descansillo… de todo”.

 Esta situación se repite desde hace tres años y Luis no piensa darse por vencido. Les ha denunciado por falta de licencia y también cuando el portero/recepcionista le amenazó de muerte. “Es una estafa, porque yo compré una vivienda en un edificio de uso residencial y no lo es”, explica.

La asociación de vecinos de Letras y Cortes calcula que el 90% de los edificios de su barrio tienen al menos una vivienda de uso turístico.

 (...) han visto situaciones de todo tipo con tal de echar a los inquilinos de sus casas: “Desde mandar un escrito donde alertan a los vecinos que el edificio está en riesgo de ruina –cuando eso solo lo puede hacer la administración–, a hacer obras que impidan el acceso a las viviendas, cortar el agua, inahibilitar el saneamiento para que huela mal…”. (...)"                (El Confidencial,  08/10/17)

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