"(...) Macron es un exitoso producto de la mercadotecnia de las elites que ha
asumido el compromiso de profundizar las “reformas estructurales” de
carácter neoliberal que el último país estatista de Europa se resistía a
adoptar.
Su reforma de la legislación laboral destinada a derrumbar la
protección a los derechos de los trabajadores y así acercarse al modelo
español lo demuestra. Pero además de campeón neoliberal, los
euroentusiastas confiaban en que sería el socio adecuado para
restablecer el equilibrio en ese eje franco-alemán que se supone central
en la construcción del proyecto europeo. (...)
Sin embargo, la construcción europea se parece cada
vez más al fútbol, ese juego en el que participan veintidós jugadores y
casi siempre gana Alemania.
La semana pasada Alemania ha proferido su adverbio
favorito a todas las propuestas que supuestamente asegurarían la
viabilidad del proyecto europeo: «Nein!». Ni siquiera la jubilación de
Schäuble va a conseguir una flexibilización de las posturas alemanas.
Pero ¿cuáles eran esas medidas por las que supuestamente abogaba Macron y
la Comisión Europea? (...)
La propuesta más relevante, que nosotros no
compartimos, era crear un presupuesto de defensa europeo y una fuerza de
intervención con capacidad de intervención. Quizás se ocultaran en los
planes de Macron un intento de desarrollar un keynesianismo militar
dotando a un embrión de gobierno federal con un mínimo presupuesto.
Hemos explicado anteriormente que una unión monetaria solo puede ser
plenamente operativa si se acompaña de una instancia federal con
capacidad de ejecutar un presupuesto y actuar de forma anticíclica. Que
se trate de conseguir esto por la puerta trasera aprovechando temores de
amenazas a la seguridad demuestra que el proyecto europeo tiene cada
vez menos proyectos ilusionantes que ofrecer. La respuesta de Alemania
ha sido un sonoro «Nein!».
Otro proyecto querido por los reformistas del euro ha
sido la creación de un seguro de desempleo europeo. Esta idea de nuevo
podría contribuir a dar viabilidad al euro ya que, si se desarrollara
plenamente implicaría un aumento del gasto público en aquellas zonas con
mayores tasas de paro.
Pero hay que matizar que la idea tendría un
alcance muy limitado pues solo beneficiaría a trabajadores que ya
hubiesen cotizado previamente al plan europeo lo cual quiere decir que
nuestro ejército industrial de reserva tendría que seguir cobrando de
nuestra Seguridad Social. Pese a todo, la propuesta tenía algún mérito.
De nuevo Alemania ha dicho «Nein!».
Por último la idea de los bonos europeos. Esa solución
sigue fascinando a los reformistas del euro porque se supone que
reduciría los costes de deuda de los países periféricos al mutualizar
los riesgos. Pero ese efecto ya lo consigue el Banco Central Europeo
simplemente comprando la deuda de los estados en los mercados gracias a
los programas de compras de activos. La propuesta ha recibido otro
«Nein!» como respuesta.
Alemania empieza a recordarnos a los niños de corta
edad que solo utilizan el adverbio negativo ante cualquier pregunta por
defecto no sea que les cuelen los adultos algo que no quieren. Macron ha
sido comparado con un macaron por su aspecto y lenguaje empalagoso pero
nulo contenido en nutrientes, tuétano y sustancia. Su incapacidad de
hacer frente a Alemania demuestra que efectivamente la analogía le
sienta bien. (...)" (Red mmt, 16/10/17)
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