30.1.18

En Occidente, los partidos nacionalistas se han multiplicado tras el crash económico de 2008 y tras los atentados islamistas sufridos en Europa y en Estados Unidos, pero también como reacción frente a las medidas de austeridad y frente a la crisis migratoria

"(...) Andando el tiempo, la prensa versionó el concepto de ‘casta política’, reduciéndolo a los dos partidos nacionales (PSOE/PP) y descargando de responsabilidad a los grandes partidos nacionalistas de Cataluña y el País Vasco

Un segundo reduccionismo mediático asegura ahora que el PP usa el nacionalismo catalán como cortina de humo para tapar su propia corrupción, repitiendo una letanía que ―por cierta que pueda ser― descarga de nuevo a los partidos nacionalistas españoles de toda responsabilidad en la corrupción sistémica que sufre España.

 Merece la pena detenerse, por tanto, en el concepto de ‘partido nacionalista’. En Occidente los partidos nacionalistas se han multiplicado tras el crash económico de 2008 y tras los atentados islamistas sufridos en Europa y en Estados Unidos, pero también como reacción frente a las medidas de austeridad y frente a la crisis migratoria producida por el creciente número de refugiados, solicitantes de asilo y necesitados que pretenden entrar en Europa procedentes de Oriente Medio, África, los Balcanes Occidentales y Asia del Sur

Según la catedrática austriaca Ruth Wodak, autora del libro La política del miedo, los partidos nacionalistas europeos pueden dividirse en cuatro tipos: 

1) Partidos ambivalentes con el fascismo y el nazismo, como los surgidos en Austria, Hungría, Italia, Rumania y Francia; 

2) Partidos anti-islamistas, como los existentes en Países Bajos, Dinamarca, Polonia, Suecia y Suiza; 

3) Partidos contrarios a determinadas minorías étnicas, como los de Hungría, Grecia, Italia y Reino Unido; y 

4) Partidos con un programa conservador-reaccionario cristiano, como los creados en Polonia, Rumanía y Bulgaria.

La lista de partidos nacionalistas europeos activos en la actualidad casi alcanza un total de setenta e incluye formaciones centenarias como el Sinn Fein irlandés (nacido en 1905), organizaciones veteranas como el FPÖ austriaco (fundado en 1956 y hoy el tercero de su país) o el ultraconservador SVP suizo (fundado en 1971 y hoy el primero en el Consejo Nacional, con 65 diputados de 200).

 El Fidesz nacionalista antiinmigrante de Viktor Orbán (fundado en 1988 como partido anticomunista) gobierna en Hungría en alianza con los democristianos. 

El partido ultranacionalista polaco Ley y Justicia, fundado en 2001, gobierna su país desde 2015. La mayoría de estos partidos nacionalistas son conservadores y euroescépticos en mayor o menor grado, pero solo diez de ellos tienen una cuota de poder relevante.

 En esta lista de partidos nacionalistas europeos aparecen cuatro partidos españoles de extrema derecha: Falange de las JONS, Democracia 2000, Democracia Nacional y La Falange, todos sin representación parlamentaria. Pero de la veintena de partidos nacionalistas regionalistas activos en la Europa de hoy, casi la mitad son españoles: vascos, catalanes y gallegos.

En Estados Unidos hay partidos nacionalistas en los estados de Alaska, California, Delaware, Connecticut, Hawaii, Michigan, Minnesota, Michigan, Nueva York, Maryland, Ohio, Oregón, Puerto Rico, Rhode Island, Carolina de Sur, Utah, Vermont, Washington, Wisconsin y Virginia. Ninguno de ellos tiene relación alguna con los dos grandes partidos nacionales: el Partido Republicano y el Partido Demócrata. 

Desde que Trump llegó a la Casa Blanca, el movimiento secesionista californiano parecía haber cobrado fuerza. La secesión de California ―o de cualquier estado de la Unión― requeriría la aprobación de otras 38 cámaras regionales y de obtener mayorías de dos tercios tanto en el Congreso como en el Senado para aprobar una enmienda constitucional, ya que la Constitución no proporciona ningún mecanismo para la secesión estatal.

 Huelga decir que sería inimaginable que el Partido Demócrata o el Partido Republicano pactaran algún tipo de acuerdo con un partido nacionalista de alguno de los estados. 

Como sería inconcebible que los impuestos de los ciudadanos estadounidenses se usaran para financiar partidos nacionalistas cuyo único fin fuera la destrucción del país. Del mismo modo, sería propio de una película de política-ficción que algún partido nacionalista estadounidense llegara a manejar tales cantidades de dinero como para tener un historial de corrupción como el de Convergencia.

 La Constitución de Estados Unidos protege al país de sus enemigos internos y los jueces aplican sin dilación las leyes."            (Gabriela Bustelo, El Confidencial, 27/01/18)

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