"(...) todo indica que en los últimos 30 años, acompañando a la globalización del capital, la tendencia al aumento de la polarización social operó en prácticamente todos los países. En este respecto, es ilustrativo el informe World Inequality Report 2018 (http://wir2018.wid.world/). (...)
1980-2016, aumento de la desigualdad global
El
principal resultado del WIR 2018 es que desde 1980 la desigualdad
global aumentó rápidamente en América del Norte y Asia, creció
moderadamente en Europa y se estabilizó a un nivel extremadamente alto
en Medio Oriente, África Subsahariana, Brasil y en alguna manera América
Latina de conjunto.
Así, en Europa el 10% más rico de la población
incrementó su participación en el ingreso hasta llegar, en 2016, al
35-40%. En América del Norte, China, India y Rusia, el aumento fue más
pronunciado: en todas estas regiones el 10% más rico alcanzó, también en
2016, al 45-50% del ingreso.
Por otra parte, es cierto que la mitad más
pobre de la población global ha visto aumentar significativamente su
ingreso gracias al alto crecimiento de Asia. Este es un punto que
resaltan los apologistas de la globalización del capital, en
contraposición a la tesis marxista de la polarización social. Sin
embargo, según el WIR 2018, desde 1980 el 0,1% de la población adulta
mundial de mayores ingresos captó tanto de ese crecimiento como la mitad
más baja de la población adulta mundial.
A su vez, el crecimiento del
ingreso ha sido muy débil o incluso nulo para los individuos que están
entre el 50% más bajo y el 1% más rico. Esto incluye los grupos de
ingresos más bajos y medios de América del Norte y Europa. Si se hace el
cálculo tomando los tipos de cambio corrientes, el 10% más rico tiene
el 60% del ingreso; cuando se hace el cálculo con tipos de cambio a
paridad de poder de compra, la proporción es el 53% del ingreso.
Entre
1980 y 2016 el 10% más rico de la población mundial se quedó con el 57%
del crecimiento del ingreso; el 1% más rico con el 27%. En cambio el
50% más pobre con solo el 12% del incremento; y el 40% del medio con el
31%.
Las desigualdades en la captura de la mejora del ingreso pueden verse con claridad en el siguiente cuadro.
(...) El WIR 2018 observa que “los modelos estándar de comercio fracasan en
explicar estas dinámicas, en particular el aumento de la desigualdad en
la parte más alta y dentro de los países emergentes”. (...)
Entre los factores a tener en cuenta, la caída de los regímenes del
llamado “socialismo real” -el estancamiento económico de la URSS, China y
otros regímenes burocrático stalinistas iba de la mano de una
desigualdad económica menor a la existente en el capitalismo-; el
retroceso de los sindicatos, en especial en los países centrales; la
presión de las tecnologías que desplazan mano de obra; y la movilidad
globalizada de las inversiones y el comercio, que le otorga al capital
un poder de chantaje permanente sobre la clase obrera.
Todo ello
ayudaría entonces a explicar por qué y cómo se produjo, en los últimos
35 o 40 años, un retroceso global de la participación del trabajo. En
una nota del New York Times (reproducida en La Nación,
28/12/2017), titulada “El trabajo alcanza, pero los sueldos no”, Peter
Goodman y Jonathan Soble señalan que hay una tendencia al estancamiento
de los salarios, a pesar de la baja del desempleo, y que se trata de “un
nuevo orden económico en el que los trabajadores están a merced de los
patrones”.
Y agregan: “Los sindicatos han perdido influencia. Las
empresas utilizan empleados temporales y de medio tiempo, además de
introducir robots y otros sistemas de automatización que les permiten
producir más sin tener que pagar más a los seres humanos. La
globalización ha intensificado las presiones competitivas….”.
En
definitiva, estamos muy lejos del mundo que imaginaba Keynes, de
reducción de las diferencias sociales y de la “eutanasia del rentista”.
Aunque no se trata de un “nuevo orden económico”, sino de la esencia
misma del modo de producción capitalista: la mundialización del capital y
la exacerbación de las presiones competitivas; el cambio tecnológico
que ahorra mano de obra; la sed incesante de plusvalía, son sistémicas. Fenómenos todos que encajan en las explicaciones que derivan de la teoría marxista del valor y la plusvalía. (...)" (Rolando Astarita
. Profesor de economía en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Sin Permiso,
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