"Mientras la sanidad pública se deteriora, la sanidad
privada en España crece y crece. El negocio sigue sumando clientes y
acumulando ingresos.
Tanto las empresas sanitarias como las aseguradoras
de salud disfrutan de viento de cola y han ingresado un 16% más en los
últimos cinco años. Mientras, una UCI pediátrica quedó inutilizada por una catarata de agua en Madrid hace unas semanas o los jefes de urgencias en Galicia acaban de pedir medidas a la Xunta para frenar los colapsos.
Las clínicas privadas ingresaron en 2016 (a falta de cerrar datos más
recientes) 6.175 millones de euros. En 2010 eran 890 millones menos,
según la recopilación de datos de la analista DBK. Pero es que, el
número de personas que acude a un seguro sanitario privado sigue al alza
y superó en 2017 los 11,5 millones de pólizas.
Un salto de más de un
millón desde 2013. Todo ese volumen dejó unos ingresos mayores a 8.000
millones de euros el año pasado, según explicaba la Asociación
Empresarial del Seguro (Unespa) con datos de ICEA. Eran 2013 sumaron
6.937 millones.
El hecho de que el sector sanitario privado crezca a
costa de la caída del público no es una correlación exclusiva a cargo de
grupos como la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública. La
consultora AON analiza, y ha dejado por escrito
en su previsión para el año 2018, que, entre los motivos de la bonanza
del ámbito privado, se encuentran "las deficiencias en el sector
sanitario público que sigue sufriendo las medidas restrictivas tomadas
en 2012".
Es decir, relaciona directamente el deterioro de la sanidad
pública con el auge de las pólizas privadas.
La Fundación Idis –organización que aglutina al sector sanitario privado– interpreta
que esta situación es una buena noticia para la sanidad pública.
Consideran que el papel creciente de sus empresas "contribuye a la
descarga y el ahorro del sistema público" ya que, entienden, se "liberan
recursos" porque los ciudadanos que "cuentan con un seguro privado no
consumen, o consumen solo en parte los recursos públicos".
El sistema se ha deteriorado al mismo tiempo que los gobiernos central y
autonómicos invertían menos en sanidad pública. El Sistema de Cuentas
de la Salud refleja que el gasto público cayó desde 2011 a 2015 (últimos
datos verificados): de 75.000 a 71.000 millones de euros para sostener
la atención sanitaria (y eso que en 2015 hubo un repunte). En ese mismo
tiempo, las familias tuvieron que aumentar su aportación directa más de
3.000 millones: de 20.500 a 23.800. Un salto del…..16% experimentado en
pleno estirón de los ingresos de las empresas privadas dedicadas a la
salud.
El análisis de AON también explica que hay
"cada vez mayor concienciación de la sociedad en torno a la salud".
Demanda que ha encontrado hueco en el sistema privado. En palabras de un
informe de la Fundación Idis: "En un contexto de dificultades
financieras, la Administración Pública opta por una política de
transferencia de costes hacia las familias".
Una cascada o una carta inventada
Además de las grandes cifras, van sucediéndose episodios de desgaste en
centros sanitarios públicos del país. A mediados del pasado enero, una
catarata en la UCI pediátrica del hospital 12 de Octubre de Madrid
obligó a evacuar a los niños internos. El reventón de una tubería hizo
que la unidad se desperdigara por tres plantas diferentes para acometer
las reparaciones.
"Se pone en riesgo la seguridad de los pacientes",
dijeron los sanitarios. Ese mismo centro vivió en 2016 varios desprendimientos de techos por la falta de mantenimiento.
También el agua anegó en enero el área de urgencias lleno de pacientes
de otro gran hospital madrileño, La Paz (que siempre asoma entre los
mejor valorados de España). (...)" (Raúl Rejón, eldiario.es, 14/02/18)
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