27.3.18

El esperado final de la Larga Depresión puede que sea un espejismo

"Los mercados bursátiles mundiales han sufrido otra caída tras la noticias de que la Reserva Federal de Estados Unidos, con su nuevo presidente Jerome Powell, ha subido su tasa de interés de política y que el presidente Trump amenaza con desencadenar una guerra comercial internacional aumentando aún más las tarifas ya anunciadas para el acero y el aluminio importados, y una nueva serie de aranceles para los productos chinos importados. 

Como es probable que China tome represalias, aumentan los riesgos de una nueva recesión provocada por el aumento de los costes del servicio de la deuda y la caída de las exportaciones a nivel mundial.   (...)

La Larga Depresión -que se caracteriza por la debilidad del crecimiento económico (la más lenta recuperación de una crisis tras la post-guerra), las bajas tasas de inversión y rentabilidad en el sector capitalista-, parecía haber terminado. Y esto justificaba nuevas subidas de tipos de interés para “normalizar” la economía. 

Además, los recientes recortes de impuestos a las empresas y otras medidas del presidente de Trump darían lugar a un fuerte impulso a la demanda de los consumidores y a la inversión “por lo menos, digamos, en los próximos tres años”.   La economía de Estados Unidos está preparada para crecer a un 3% anual como mínimo, sugiere Powell.

En notas anteriores he defendido que si el coste de los préstamos aumenta mientras que las ganancias y la rentabilidad en el sector empresarial caen, la Fed podría provocar una nueva recesión, como ocurrió en 1937 durante la Gran Depresión de la década de 1930, cuando la autoridad monetaria de EEUU creyó que la depresión había terminado.

 Pero la rentabilidad no se había recuperado y los crecientes costes de los créditos absorbieron las ganancias que podían alimentar la inversión, empujando de nuevo a la economía a la crisis.  El riesgo es que esto pueda volver a suceder. (...)

La Fed no se fija en la rentabilidad como un indicador de la salud del capital en Estados Unidos; su mandato se centra en el empleo y la inflación. El empleo sigue aumentando, con la tasa oficial de desempleo en los niveles anteriores a la crisis; y la inflación sigue siendo relativamente moderada. Así que todo parece ir bien.

 Y si la Fed se fijara en la rentabilidad, también podría argumentar que las cosas van bien. Pero eso no es del todo correcto. Como he señalado en notas anteriores, la tendencia general de los beneficios empresariales de Estados Unidos ha sido decreciente en los dos últimos años. Y este es particularmente el caso de los beneficios no financieros, el sector clave para impulsar la inversión productiva.

 De hecho, aunque no ha terminado el primer trimestre de 2018, diversos indicadores económicos pronostican que el crecimiento económico de Estados Unidos, lejos de acelerarse hacia 3% anual, se ha reducido a menos del 2% , desde el 2,5% a finales de 2017.

En realidad, a pesar de la jactancia de Trump y las expectativas de Powell, la economía de Estados Unidos se ha quedado atascada en el 2% en su expansión económica. Y los economistas de la Fed son conocidos por sus errores en la previsión del crecimiento económico, la inflación y el empleo.

 El la verdadera recuperación desde el punto más bajo en el ciclo de crecimiento a corto plazo de Kitchin 2015-6 ha tenido lugar fuera de los EEUU; en Europa y en cierta medida Japón y Asia. El crecimiento del PIB real en Europa es actualmente mayor que en los EEUU.

 Lo más significativo ha sido la recuperación de los beneficios. (...)

¿Cómo se ha producido este aumento de beneficios? Principalmente en el sector de la energía, ya que los precios del petróleo se han recuperado de su profunda caída en 2015-6; y en el sector financiero, gracias al crecimiento de los mercados de acciones y bonos. 

Por el contrario, la asistencia sanitaria, la informática y las telecomunicaciones han visto una desaceleración de sus ganancias. Y esto ha sucedido en las economías avanzadas, mientras que las economías emergentes solo han experimentado avances modestos. 

Nada de esto puede durar. Los indicadores de 'alta frecuencia' de la actividad económica, llamados índices de compra de los gerentes (PMI), han estado en niveles muy altos. Cualquier cosa por encima de 50 implica que una economía está en expansión y algo más del 60 significa un fuerte crecimiento de hasta el 4% anual.

 EL PMI ‘agregado’ de los EEUU se sitúa en 54 - no está mal, pero difícilmente excitante. El de a zona euro es superior a 55, pero a la baja. El de Japón es de alrededor de 52 y el de China 53. 

De hecho, las cifras de ventas al por menor (el gasto de los consumidores), el empleo y el crecimiento del PIB sugieren una 'saturación' de la reciente aceleración desde 2016. Y ahora las principales economías capitalistas se enfrentan al doble golpe del aumento de los costes del endeudamiento y la perspectiva de una guerra comercial internacional - justo cuando el comercio se estaba recuperando de los baches de la Larga Depresión.

Una medida clave del coste del crédito en los Estados Unidos, el diferencial entre la tasa Libor a tres meses en Estados Unidos y la tasa Overnight Index Swap, ha alcanzado su nivel más alto desde 2009. Ya sabemos que la deuda corporativa en los EEUU, Japón y Europa, se encuentra en niveles récord en relación al PIB.

 El esperado final de la Larga Depresión puede que sea un espejismo."             (Michael Roberts

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