"Yo trabajo en un hotel de cinco estrellas, que supuestamente tiene una
categoría para los clientes, pero para el trabajador no, porque tenemos
que trabajar como máquinas. Tienes que hacerte unas habitaciones de
salida en 35 minutos, donde entran dos camas twin de 110 cm cada una,
una cama extra.
Te dan tres o cuatro suites de sesenta metros cuadrados y
te dan 45 minutos. ¿Cómo acabas al final del día? ¿Qué les dices a
tus niños? “Dame un vaso de agua para tomarme una aspirina”, y a
acostarte a las seis o las siete de la tarde, cuando llegues, para
levantarte el otro día a las siete de la mañana, para volver otra
vez... Y así durante siete u ocho días seguidos.
Esperanza, camarera de piso, Barcelona.
Van pasando los años y cada vez te va doliendo más el
cuerpo, porque se te desgastan los huesos de tanto esfuerzo físico que
sacas de tu cuerpo. Y van pasando los años y tú vas haciendo el
trabajo cada vez más lenta porque ya no puedes más y cuando llegas a
una cierta edad, tú dices, dentro de na ya no me llaman, ya no me
llaman porque antes hacía las habitaciones en media hora y ahora las
hago en tres cuartos de hora. Y cuando llegas a una cierta edad, ¿a
dónde te vas? ¿Quién te va a contratar?
Carmen León, camarera de piso, CAPISE, Sevilla.
Una explotación total ese hotel. Yo he llegado a
desmayarme. Un mes de agosto me dejaron a mí sola con toda la limpieza, o
sea el trabajo de dos personas, y mis compañeros me encontraron
desmayada en el bar con el aspirador, porque es que mi cuerpo no podía
más.
Mónica Moreno, camarera de pisos, Madrid.
Yo me desayunaba un Iboprufeno todos los días, así
directamente. Todas las mañanas uno y, ¡hala! ya estaba fresca para
aguantar el día.
Ana María, gobernanta, Valencia.
Es un abismo pasar de estar contratada por el hotel a estar
contratada por una agencia multiservicios. Como te hacen contrato por
finalización de obra y servicio, pues tú terminas el día y te dices:
“hoy he trabajado, mañana ya no lo sé”.
Porque ha habido compañeras
que se han ido a su puesto de trabajo y les han dicho: “no te cambies
que ya no vienes más”. Hay mucho miedo. Todo el día estás con ese
miedo: ¿y mañana me llamarán? Ya no han vuelto a llamar más a
fulanita, pues mira que trabajaba bien, pues a lo mejor mañana dicen
que yo no vaya.
Carmen León, camarera de piso, CAPISE, Sevilla.
Yo en esta temporada no sé si me he sentado a comer diez
días, y ya son muchos. Pero los demás días no me da tiempo, claro,
por terminar bien la faena, que quede bien. Y como que no te da tiempo a
comer, muchas veces saco el bocata, un mordisco, y sigo haciendo
habitaciones, o sea que no me siento. Yo termino la faena, la termino
corriendo, no se puede decir que voy relajada, no.
Juana, camarera de piso, Cambrils.
Yo estuve en un hotel en el que hacía 27 habitaciones del
IMSERSO en seis horas. Echaba hasta la última gota para que todo
quedara bien. Y cuando te dabas cuenta quedabas exprimía, agotada, pero
eres camarera de piso y no quieres dejarle de quitar el polvo, no
quieres dejar de pasar aunque sea la mopa, y acabas reventada.
Lilli, camarera de piso, Sevilla. " (Ernest Cañada, CTXT, 07/03/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario