"Las elecciones del pasado domingo en Italia han
puesto fin a toda la fe milagrera del viejo sistema político. Llevaba
muerta un buen tiempo, pero el lamentable intervalo Renzi llevó a los
defensores de la llamada Segunda República italiana a pensar que aún
había esperanza. Hoy podemos decir que ya no queda nada, ni de los
partidos ni de los proyectos, de los partidos constituyentes de 1948.
Las izquierdas históricas han sido pulverizadas: los herederos de Togliatti se han comportado como los vástagos de las mejores sagas familiares: se pelearon por la herencia, se repartieron a dentelladas las rentas, dividiéndose el patrimonio, arrastraron por el fango o por el ridículo los nombres del padre y del abuelo.
El colofón ha estado a la altura de los precedentes, porque después de que el arrogante democristiano progre que ha sido Renzi los desalojara de su viejo palazzone (el Partito Democratico, PD), a los hijos pródigos de la izquierda italiana no les había quedado más remedio que agruparse todos en un pequeño sótano, de nombre Liberi e Uguali, desde el que han cosechado poco más de un 3%, asegurándose por los pelos una presencia cadavérica en Montecitorio y en Palazzo Madama. (...)
La tímida expectativa de Potere al Popolo! se ha
traducido en poco más del 1 %. Antes que provocar una verdadera
catarsis, este descenso a la ridiculez más completa no hará
probablemente más que intensificar el furor cainita. (...)
Renzi es ya el personaje odioso de las comedias estadounidenses de high school,
desguazador desguazado y meteoro estrellado. Tan adicto a la atención
que ahora dice que dimite para quedarse… para ver cómo le parten la
cara. Vale: algunos sabíamos que acabaría así. (...)
El ocaso de Renzi ensordece el canto fúnebre de la
empresa política de Berlusconi, cuyo imperio mediático tendrá que
decidir ahora quienes podrían ser los caballos ganadores y los herederos
de la franquicia Forza Italia.
El significado de los resultados en el Norte y en el Sur
El mapa electoral que deja el pasado 4 de marzo
tiene una primera lectura, tan sencilla como insuficiente: la protesta
contra la Segunda República y su subordinación a la dictadura comisaria
europea ha dado la hegemonía absoluta a las variantes del populismo
reaccionario, es decir, a dos metabolismos de los efectos del
capitalismo autoritario y austeritario: el de las regiones del Norte,
más ricas, que demandan la retirada de todos los frenos al egoísmo
explotador y apropiador del pequeño capitalismo industrial y comercial,
clánico y envejecido; y el del Sur, que demanda renta para los
obedientes y equiparación de oportunidades de los más jóvenes con el
Norte en las regiones condenadas históricamente por la desinversión, la
estigmatización (el terrone del Sur, manipulado y subvencionado por la
Roma ladrona, fue hasta hace muy poco el chivo expiatorio de la entonces
Lega Nord) y las mafias.
Los datos muestran una correlación directa entre el menor nivel de renta y el mayor porcentaje de voto por el M5S
(mientras que en el caso del PD la correlación es la contraria). Pero
si hay algo que acomuna a ambos populismos del rencor es la acumulación
de toxinas que presentan ambos metabolismos: entre el comunitarismo
racista de Salvini y el individualismo en red de di Maio hay diferencias
de grado, pero les une un nacionalismo excluyente y agresivo, (...)
La dictadura comisaria, que tiene sus vértices en el triángulo Berlín, Francfort, Bruselas, ha impuesto una simetría de escala entre países, regiones, provincias y municipios. Italia no es ya más que una provincia más de la UE, que no puede ser sometida al castigo ejemplar como en el caso griego, pero a la que tampoco puede permitirse una autonomía fiscal y financiera o una capacidad de decisión sobre los tratados europeos o la moneda única. Mientras tanto, la situación europea continúa pudriéndose. (...)
El fascismo squadrista
es una invariante italiana desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Lo nuevo en la provincia itálica es la aceptabilidad de masas,
mediática, institucional, de los afectos fascistas. Pero conviene que la
preocupación no haga olvidar que la alternativa real en juego en Italia
y en la UE es la que se da entre el business as usual
de los distintos neoliberalismos europeos y el ingreso en un periodo de
constitucionalización del apartheid interno en las legislaciones y en
las prácticas gubernamentales.
En este sentido, Italia, cuna
del fascismo, vuelve a ser el laboratorio de nuevas formas de dominio,
basadas en la introducción de la lógica colonial en el interior de las
metrópolis, utilizando sistemáticamente lo que Sandro Mezzadra y Brett
Nielson han denominado el “método de la frontera”.
Italia indica
asimismo que, contra los afectos fascistas, el único populismo
emancipador es de la democracia y el contrapoder de los muchos y
subalternos, que sólo existe en las luchas y en sus instituciones
propias, contra los nacionalismos de los países coloniales de Europa." (Raúl sánchez Cedillo, El Salto, 07/03/18)
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