"Éric Toussaint es doctor en ciencias políticas y portavoz del
Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM internacional).
En su último libro, El sistema deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, publicado por Icaria editorial
de Barcelona, Éric Toussaint explica cómo los países demasiado
dependientes de las materias primas caen en la trampa del endeudamiento.
Venezuela se encuentra en una parcial cesación de pagos. ¿Cómo llegó a esta situación?
Venezuela
es un caso emblemático del ciclo infernal de la deuda en el que América
Latina se debate desde hace 200 años. Esto se inició en 1810, cuando
Simón Bolívar, uno de los líderes de la lucha por la emancipación de las
colonias americanas, comenzó a pedir préstamos a Londres, en
condiciones muy desfavorables, para financiar las guerras de la independencia.
Desde
entonces, el mismo esquema se reprodujo muchísimas veces en la región,
todas las veces pasa lo mismo: los Estados se endeudan poniendo como
garantía sus recursos naturales o utilizando una parte de los ingresos
provenientes de esos recursos, para pagar sus deudas.
Cuando el precio
de las materias primas es alto, como lo fue entre 2003 y 2014, las
condiciones impuestas por los acreedores son llevaderas. Pero desde el
momento en que el precio se desploma, los Estados se encuentran en
dificultades y a la merced de los acreedores, como ahora Venezuela.
¿Los
culpables no serían acaso los dirigentes quienes, tanto en Venezuela
como en Argentina, no diversificaron suficientemente la economía durante
los años prósperos?
Sí, con la firma de unos tratados de
libre comercio muy poco favorables, y esa es la otra constante del
escenario observado desde hace dos siglos. Todas las veces, las clases
dominantes locales tienen sumo interés en
mantener a sus países en una situación de subordinación con respecto a
los acreedores, puesto que también invierten en la deuda externa e
interna de sus respectivos países. Evidentemente, no tienen ningún
interés en su repudio.
En Venezuela, una parte de las elites
actuales compran, como en el siglo XIX, títulos de deuda emitidos por el
Estado, denominados en dólares pero vendidos en bolívares.
Posteriormente, revenden esos títulos en Estados Unidos, lo que les
permite obtener dólares en efectivo. Algunos filtran esos dólares en el
mercado negro venezolano, en el que el tipo de cambio es muy
desfavorable para la población.
Usted presenta el repudio de
las deudas ilegítimas como una solución. ¿Un país que se niega a pagar
sus deudas no corre el riesgo de ser excluido de los mercados
financieros?
Es el gran argumento de los banqueros, pero la
historia demuestra que no es así. Cuando un país repudia su deuda, los
contadores se ponen a cero. La economía resurge y, en general, hay
nuevos banqueros, deseosos de prestar a esos países, que se ponen
rápidamente a su disposición, pues ven la oportunidad de ganar dinero.
Es
lo que hemos observado en México, en 1867, o incluso, en Rusia en 1917.
Después de la revolución, el poder soviético rechazó pagar las deudas
contraídas por el zar con varios países occidentales. Francia protestó
enérgicamente, especialmente porque 1,6 millones de residentes franceses
poseían esos títulos rusos.
Las negociaciones fracasaron en 1922. Pero,
poco tiempo después, el Reino Unido, Italia y la República de Weimar, y
luego Francia, recomenzaron a conceder créditos
comerciales a los soviéticos, con el fin de que pudieran financiar sus
importaciones. Hay tal competencia entre los prestamistas que los países
que repudian sus deudas no permanecen mucho tiempo privados de
financiación.
Sin embargo, después de su cesación de pagos, en
2001, Argentina no pudo obtener créditos del mercado internacional
¡durante más de diez años!
Es un caso diferente: después de
haber suspendido el pago de su deuda con respecto a los bancos y al Club
de París en 2001, Buenos Aires tenía los medios para poder ignorar a
los mercados. El país registraba un fortísimo crecimiento, empujado por
el boom de las materias primas.
El gobierno de Cristina Fernández
primero y luego Mauricio Macri, que asumió en 2015, eligieron volver a
los mercados (ver: http://www.cadtm.org/La-deuda-publica-Kirchner-Macri; http://www.cadtm.org/Las-cadenas-de-la-deuda-eterna-en; http://www.cadtm.org/Deuda-Publica-en-expansion).
El país podría haber pasado de ello, si Latinoamérica hubiera logrado
erigir un verdadero Banco del Sur, ofreciendo una financiación
alternativa a la del Fondo Monetario Internacional –FMI – y la de los inversores internacionales.
Su comité lucha contra las deudas odiosas. ¿Cuáles son las que, actualmente, corresponden a esos criterios?
El jurista Alexander Nahum Sack
– 1890-1955 – dio una definición en 1929: una deuda es odiosa si fue
contraída contra el interés general de la población del país, y si los
acreedores eran conscientes o habrían debido serlo. Según esos
criterios, es el caso de la deuda contraída por Grecia a partir de 2010
con respecto a los países de la zona euro, entre ellos Francia, además
del FMI y del Banco Central Europeo.
Esos
préstamos no fueron contratados en interés del pueblo heleno, sino de
los bancos extranjeros expuestos a la situación griega. Además, esos
préstamos se otorgan condicionados a la aplicación de reformas que
violan los derechos económicos y sociales fundamentales de los griegos,
en materia de salud, vivienda o educación. Atenas ganaría si repudiara
esa deuda.
Pero los préstamos concedidos por la zona euro corresponden también ¡al dinero de los contribuyentes europeos!
Tomemos
el caso de Francia. En 2010, París concedió un préstamo bilateral a
Grecia, cuyo reembolso debe comenzar en 2022. Un repudio no tendría
ningún efecto antes de esa fecha, y podría ser objeto de una consulta al
pueblo francés –después de una auditoría – con el fin de esclarecer al
público.
Ese préstamo se había presentado, en aquel momento, como
indispensable para salvar la zona euro. No obstante, ayudó también a
Grecia a pagar a sus principales acreedores privados, entre los cuales
los banqueros franceses. Estaría bien arrojar algo de luz sobre ese
tema." (Entrevista a Éric Toussaint, Marie Charrel , CADTM , fuente: Le Monde)
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