"Una visión superficial pone la causal de la corrida cambiaria de estos
días en la combinación de factores internos y externos, que
indudablemente influyeron, pero las causales reales son más profundas.
La situación política ha cambiado.
Escribo esta nota en medio de la
segunda oleada de la crisis cambiaria. La pulseada la ganó el mercado,
como tantas otras veces en nuestra historia reciente, le torció el brazo
al gobierno, y hoy se lo está volviendo a torcer. Hace unos minutos el
presidente anunció el regreso del país al FMI, al que se le pedirá un
crédito de emergencia.
Un préstamo de este tipo y de este monto, se
habla de 30.000 millones de dólares, no es gratuito. Los
condicionamientos que impone el fondo empujarán a la recesión. El
impacto en la economía y la sociedad ya se siente y se intensificará en
los próximos meses.
Malgastando reservas
No fue sorpresa, se anticipaba que en algún momento iba a pasar. (...)
No ayudó mucho la política errática del BCRA. Primero hizo teoría y
virtud de la flotación cambiaria, luego fijó el tipo de cambio para
usarlo como ancla frente a la inflación, finalmente dejó que el dólar
subiera para recién intervenir en el mercado (¿tal vez para favorecer a
algún comprador o para aprovechar una devaluación encubierta?). Las
disputas entre los ministros por el curso a seguir y al interior de
Cambiemos por el tarifazo completaron el cuadro.
No por esperada
resultó menos impactante la crisis cambiaria. Nunca en la historia de
nuestras crisis el BCRA se vi obligado a vender casi 1.500 millones de
dólares en un día. En solo tres días fueron 3.700, y si se toma el
período del 5 de marzo al 3 de mayo se llega a 7.700, con lo que, si se
le suman salidas por remesas y turismo, prácticamente se dilapidó el
préstamo de 9.000 tomado en enero pasado. (...)
Una cosa es la superficie y otra el fondo
En un mundo
globalizado la interconexión de los mercados es un hecho de ahí que
efectivamente el impacto de la combinación del alza de tasas en EEUU y
la aplicación de un impuesto a las rentas de las Lebacs provocara una
masiva salida de los fondos de inversión, algo que se verifica en toda
América latina, y disparara la corrida cambiaria.
Pero esto es la
superficie del problema, en realidad se levantó el velo sobre el fondo
de la cuestión: la fragilidad de la economía y del programa de gobierno.
No es solo el déficit fiscal sino que más grave aún es el del sector
externo (saldo comercial, pago de remesas y utilidades, turismo, fuga de
capitales) que requiere cada vez mas divisas, que solo se consiguen con
más deuda, pero los mercados están alarmados y tomando sus
precauciones, no estan dispuestos a seguir prestando. No en vano
titulaba la revista Forbes “Llegó el momento de salir de Argentina.
Ortodoxia al palo
La
respuesta de urgencia del gobierno ha sido bien ortodoxa: dilapidar
reservas, subir la tasa de referencia al 40 por ciento, anunciar un
mayor ajuste fiscal, imponer a los bancos que desarmen sus posiciones en
dólares, ratificar la meta del 15 por ciento. Solo mensajes para
tranquilizar a los acreedores y rogarles que no retiren los dólares.
Fue
en vano, dos días de tregua y volver a empezar con la presión
compradora. El regreso al FMI resultó así inevitable, si acuerda el
préstamo por 30.000 millones el gobierno se garantizaría financiamiento
para lo que resta del año y también para el 2019.
No será gratuito.Los condicionamientos significarán profundizar el ajuste, se encarecerá
el crédito, habrá una nueva ronda de aumentos de precios, la carga de
intereses será mayor y el consumo caerá más todavía. En síntesis que el
PBI crecerá menos de lo poco que estaba previsto creciera y el costo
social será elevado.
Nuevo escenario político
El gradualismo está agotado y
el gobierno se encontraba en un punto –como lo fue 1976, 1989/91 o 2001-
en que debe aplicar un fuerte ajuste para poder relanzar el proceso de
acumulación de capitales.
Pero la situación política no es la misma que
en aquellos años –no hay un gobierno militar, no se sale de una
hiperinflación como en tiempos de Alfonsín, tampoco es el descalabro de
la convertibilidad que dejó De La Rúa- y han sido las resistencias
sociales al ajuste las que impusieron el gradualismo y este llegó a sus
límites.
El acuerdo con el FMI viene a destrabar por derecha esta situación.
Así el escenario político ha cambiado, el recorte de la obra pública se
sentirá en el crecimiento y también en los votos, el archipiélago
peronista se está recomponiendo alrededor de los tarifazos y la reforma
laboral, aunque aún no encuentra un liderazgo, la CGT se ve empujada a
dejar su quietismo colaboracionista (¿lo hará?). Ya nadie asegura la
reelección presidencial en 2019.
Se vienen tiempos más duros. Todo depende de la reacción social." (Eduardo Lucita , Rebelión, 10/05/18)
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