9.5.18

Hay dos componentes muy fuertes en la izquierda que la hacen moralmente superior. Una es la empatía intensa al sufrimiento ajeno... y un sentido de la justicia muy fuerte, muy desarrollado

"(...)  — ¿Qué le ha llevado a querer profundizar en este concepto, tan usado por la derecha, de la superioridad moral de la izquierda?

— Lo que me llamó la atención es que solo se habla de superioridad moral respecto a la izquierda. En todo caso se habla de superioridad intelectual de la derecha, que se creen más listos que nadie. Esta asimetría entre la izquierda y la derecha me resultó extraña y pensé en invertir el concepto que siempre se usa para criticar o ridiculizar a la izquierda.

 En seguida me di cuenta de que era posible contestar afirmativamente. Yo insisto en que es algo relativo a las ideas, no a las personas. En la izquierda, como en la derecha, hay gente de mala calaña.

— ¿Podría resumir por qué existe esta superioridad moral?

— Es complicado de resumir y por ello me he decidido a escribir el libro. Creo que hay dos componentes muy fuertes en la izquierda que la hacen moralmente superior. Una es la empatía intensa al sufrimiento ajeno, que se toma más en serio en la izquierda. Y luego hay también hay un sentido de la justicia muy fuerte, muy desarrollado. 

 Todas aquellas diferencias que resultan arbitrarias, que tienen que ver con la familia de nacimiento o su dotación genética o pertenecer a un grupo marginal, deberían ser corregidas desde el punto de vista de la justicia. Esa es otra de las características: un sentido de la justicia que hace a la izquierda pensar en términos universales.

 En la derecha reparten la atención de la justicia derivada a otros conceptos como la estabilidad, el orden, el respeto a la autoridad y a mi juicio esos son conceptos que tienen menos recorrido moral.

— ¿Y por qué la derecha no está interesada en reivindicar esa superioridad moral?

– Creo que porque, en el fondo, todo el mundo reconocemos que las ideas de la izquierda, desde el punto de vista moral, son superiores. Otra cosa es que haya quien piensa que estas ideas llevan a resultados catastróficos en la historia: regímenes opresivos como los comunistas, por ejemplo. 

Pero no se pueden rechazar las ideas de izquierdas por sus valores morales. Es ahí donde la derecha se encuentra en una posición muy incómoda, porque no puede hacerlo. El ideal de una sociedad donde todo el mundo tenga recursos mínimos que le permitan vivir en libertad y vivir su vida como uno quiera, es un ideal invencible. 

La derecha se ha dedicado siempre a insistir en que entiende mejor el funcionamiento de la sociedad y, por eso, es escéptica respecto a las ideas que la izquierda promueve.  (...)

— Y si la izquierda persigue un ideal que, a priori, puede considerarse el mejor, ¿por qué no triunfa?

— Esa es la pregunta más interesante. Hay muchas respuestas posibles. Una tiene que ver con el escepticismo que producen los ensayos históricos de llevar las ideas de la izquierda a la práctica y luego porque, a veces, la transformación de las sociedades liberales a régimenes socialistas supone una transición muy dolorosa. 

Aunque alguna personas consideren que hay un futuro brillante, podrían no estar dispuestos a pagar el coste de tener que transitar de uno a otro. La aplicación práctica está llena de incertidumbres. No veo una traslación tan clara entre las ideas mejores de la izquierda y que todo el mundo automáticamente se haga de izquierdas. No tiene por qué suceder.  (...)"          

(Entrevista a Ignacio Sánchez-Cuenca , profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid, María F. Sánchez, Cuarto Poder, 28/04/18)

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