"(...) ¿Qué significaba ser joven en 1968?
LudivineBantigny: En aquella época empezaban a
reunirse las condiciones materiales para que la juventud existiese como
una categoría social completa. Se le ofrecían más medios para existir
como tal, con posibilidades específicas. En los espacios domésticos, por
ejemplo, mejoraron las condiciones de alojamiento.
El hecho de tener
una habitación individual, de poder escuchar su música con la aparición
del transistor, fue algo muy importante para que la juventud pudiera
vivirse como una edad singular. (...)
Lo que es interesante en todas esas movilizaciones es
que tenía lugar un encuentro entre medios sociales que hasta entonces
habían dialogado bastante poco. En Caen los estudiantes apoyaron
fuertemente a los jóvenes obreros en los piquetes de huelga. En el mismo
Barrio Latino hubo montones de jóvenes obreros, empleadas, cajeras,
pinches de restaurante, chicos de café. Se expresaron formas de
solidaridad juvenil en el enfrentamiento contra las fuerzas de orden.
Sobre esa solidaridad práctica en el combate contra la
policía se anudó, entre los estudiantes movilizados, un proyecto de
alianza social. Los estudiantes no quisieron ser reducidos a su status
de hijos de papá; no querían ser, como ellos decían, los engranajes de
la burguesía.
Ser joven en 2018, ¿ya no tiene nada que ver?
Camille Peugny: Tener 20 años
en 1968 era, cualquiera que fuese su origen social, haber nacido en un
momento en el que el fuerte crecimiento modelaba la percepción del
futuro. Por ejemplo, los niños nacidos en 1948 vieron transformarse a la
sociedad, e incluso aunque se mantuvieron las desigualdades, cada cual
podía proyectarse en ese movimiento socialmente ascendente.
A la
inversa, el o la que tiene 20 años en 2018 ha nacido en una sociedad en
la que la generación de sus padres ha conocido la crisis en el curso de
los años 1980. La esperanza de elevarse tiende a ser reemplazada por el
temor a caer socialmente. Evidentemente, eso cambia todo.
Por otra parte, ser joven en 1968 es ser joven en una sociedad en la que
aumentaba el peso demográfico de los jóvenes, en la que esas
generaciones guiaron las transformaciones sociales. (...)
Por otra parte, en la oleada del 68, la aspiración
principal de la juventud era de la de encontrar su lugar en la sociedad,
de estar mejor integrada en ella, de encontrar un empleo. Sus valores
eran los mismos que los de las generaciones precedentes; un gran apego a
la familia, a la fidelidad en el amor… Incluso si el acontecimiento 68
tuvo una fuerza cuestionadora innegable al suspender las evidencias -las
jerarquías, la autoridad arbitraria, la concentración de los poderes…- e
interrogar el orden social.
C.P.: Hoy ocurre lo mismo. La encuesta “¿Qué Generación?”, que hemos coordinado con Cécile Van de Velde para France Télévisionsen
2013, muestra que el sentimiento de frustración entre los jóvenes es
intenso, pero la voluntad que se expresa mayoritariamente es la de
obtener un contrato de duración indefinida (CDI) y hacerse ciudadanos
como los otros, raramente la de orientarse hacia otro modelo de
sociedad.
Por otra parte, los que tienen 20 años en 2018 son la segunda
generación de la crisis. Sus padres han conocido las mismas dificultades
de inserción al comienzo de los años 1980. Lo que puede crear las
condiciones de una solidaridad intergeneracional que quizá no se
encontraba con la misma intensidad hace algunos decenios.
¿Así pues, no hay más conflicto generacional en 2018 que en 1968?
(...) Estar obligado a esperar a la edad de 30 años para
obtener su primer CDI es no poder hacerse propietario o alquilar sin la
garantía de sus padres, no poder tener hijos… Pero eso no debe hacer
olvidar que cada clase de edad conoce desigualdades sociales: ¡las
clases sociales atraviesan y fracturan las generaciones!
L.B.: Agregaré que no se puede comprender el destino de una generación únicamente a través de su entrada en la vida activa: los baby-boomers
han sido despedidos a los 54 años y han permanecido en el paro hasta la
jubilación. Ellos también han sufrido el prejuicio de la edad: “Sois demasiado viejos, no sabéis adaptaros, no sois bastante flexibles…”. (...)
C.P.:Hoy, los jóvenes permanecen muy apegados a
las vías colectivas de la movilidad social que son la escuela y el
trabajo. Pero tienen una imagen muy negativa de su realidad actual,
juzgando injusta a la escuela y sus esfuerzos poco recompensados en el
mundo del trabajo.“En lo sucesivo sólo puedes salir adelante por ti mismo”,
consideran.
Pero sería abusivo interpretar eso como una forma de
individualismo: es más un “liberalismo de necesidad”. Tienen el
sentimiento de que esas vías de movilidad han funcionado bien para sus
padres, pero que para ellos están bloqueadas. (...)
C.P.: Esta individualización de la relación de
trabajo está acentuada por el capitalismo de plataforma (encarnado por
Uber o Deliveroo, por ejemplo) y el desarrollo de los servicios a la
persona… Los autoempresarios lo son para muchos jóvenes que ya no tienen
ningún colectivo de trabajo, que están muy aislados.
Es una dimensión
importante de la precarización del trabajo. En la actualidad, ¡millones
personas de menos de 40 años trabajan sin haber encontrado nunca a un
delegado de personal! Es un gran obstáculo para la movilización." (Entrevista a Ludivine Bantigny y Camille Peugny, Alternatives economiques, en Viento Sur, 29/04/18)
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