"Una institución llamada G-7 celebró su reunión anual el 12-13 de
junio en Charlevoix (Quebec, Canadá). El presidente Trump asistió al
principio pero se marchó pronto.
Debido a que los puntos de vista de
ambos lados eran tan incompatibles, el grupo de seis miembros negoció
con Trump la emisión de una declaración bastante anodina para la
declaración conjunta habitual.
Trump cambió de idea y se negó a
firmar ninguna declaración. Los Seis redactaron entonces una declaración
que reflejaba sus puntos de vista. Trump se enfadó e insultó a los
protagonistas de la firma de la declaración.
Esto fue interpretado
por la prensa mundial como un desaire político recíproco por parte de
Trump y de los otros seis jefes de Estado y gobierno que asistieron. La
mayoría de los comentaristas defendieron también que esta batalla
política señalaba el final del G-7 como actor significativo en la
política mundial. (...)
A todos los efectos, el G-7 está acabado. Pero ¿deberíamos
lamentarnos por ello? La lucha por el poder entre Estados Unidos y los
otros era básicamente una lucha por la primacía en la opresión del resto
de naciones del mundo. ¿Estarían mejor estas fuerzas más pequeñas si se
impusiera el modo europeo de hacerlo? ¿Le importa a un animal pequeño
qué elefante le aplasta? Creo que no.
¡Salve Charlevoix! Trump puede habernos hecho a todos el favor de destruir este vestigio de la era de la dominación occidental del sistema-mundo. Por supuesto, la muerte del G-7 no significa que la lucha por un mundo mejor haya acabado. En absoluto. Aquellos que respaldan un sistema de explotación y jerarquía simplemente buscarán otras formas de hacerlo.
Esto me recuerda lo
que ahora es mi tema central. Estamos en una crisis estructural del
sistema-mundo moderno. Se está dando una batalla respecto a qué versión
de un sistema heredero veremos. Todo es muy volátil en este momento.
Cada bando está arriba un día, abajo el siguiente.
En cierto sentido
tenemos suerte de que Donald Trump sea tan necio como para herir a su
propio bando con un enorme golpe. Pero no caigamos en animar a Pierre
Trudeau [Justin Trudeau, primer ministro canadiense] o Emmanuel Macron,
cuya versión más inteligente de opresión está peleando con Trump." (Immanuel Wallerstein , El Salto, 19/06/18. Texto original en inglés)
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