"(...) No cabía esperar por tanto que, en su despedida como
presidente del Gobierno, Rajoy reconociese los destrozos causados. Si no
reconoció ante un tribunal de justicia sus responsabilidades en el caso
Gürtel, menos podía pensarse que fuera a reconocer en el Congreso de
los Diputados un daño mucho mayor.
“Ha sido un honor dejar una España
mejor de la que encontré”, dijo Rajoy. Tenía sus razones para hablar
así. Le escuchaban los diputados de su partido, tan derrotados como él, a
los que no podía defraudar. Y tendría, digo yo, razones íntimas: casi
todo el mundo intenta conservar su autoestima.
Lo que resulta más
chocante es que analistas o informadores pretendan construir argumentos
sesgados para valorar positivamente la gestión económica de Rajoy.
Se aduce, por ejemplo, que el Producto Interior Bruto, el
PIB, creció en el periodo de su gobierno. Tuvo un aumento en los seis
años que van de 2011 a 2017 del 6,5 por ciento. Una subida bastante
pobre, más si se tiene en cuenta el bajo nivel de actividad económica
que registró el último año antes de la llegada del Gobierno del PP. Pero
eso no es lo importante.
Para saber cómo llegó esa mejora tímida a los
ciudadanos es necesario comprobar cómo se repartió la riqueza generada.
Se la reparten las empresas y los trabajadores. También lo refleja el
PIB. Entre el final de 2011 y el de 2017 lo que se llevaron las empresas
aumentó el 12 por ciento. Por su parte, lo que le correspondió a cada
asalariado subió en cambio el uno por ciento.
Y si se descuenta el
encarecimiento de la vida (el dinero de 2017 valía menos que el de 2011)
la renta por asalariado fue un 3,7 por ciento más baja al final del
tiempo de Rajoy que antes de la llegada del PP al poder.
Los indicadores económicos al uso, el PIB, la marcha de la
bolsa, la prima de riesgo o el IPC, sirven para conocer algunas facetas
de la actividad económica. El resultado de la actividad económica, sin
embargo, se mide por el bienestar de la gente y ahí no sale. Hay otros
datos que lo reflejan.
La renta. Es lo que gana cada año el conjunto de las
personas, ya sea por su salario o por sus inversiones. Con los datos
disponibles del INE, puede calcularse la renta media por persona: en
2011 fue de 13.902 euros. En el último año completo de Rajoy, 2017, fue
de 13.690 euros, descontando el aumento del coste de la vida, la
inflación. Un 1,5 por ciento menos. Es decir, nos empobrecimos.
Claro,
no todos. La mitad de la gente con menos renta vio caer sus ingresos un
siete por ciento, mientras que la otra mitad, la de más ingresos, la
mantuvo inalterable.
Cuando el PP llegó al Gobierno, el 20 por ciento
más afortunado económicamente ganaba 6,3 veces más que los del otro
extremo. Era ya mucho si tenemos en cuenta que en Alemania o Francia
representaba 4,5 veces. Pues con Rajoy los más pudientes han pasado a
ganar 6,6 veces lo que se lleva el 20 por ciento con menos ingresos. Ha
aumentado la desigualdad.
Esto ha llevado a otro dato más trágico: el aumento de la
pobreza. En 2011 había ya 12 millones de personas en riesgo de pobreza y
exclusión social. Era mucho. España era el undécimo país de la Unión
Europea con más pobres. El paso del PP por el Gobierno lo ha empeorado:
ha convertido en pobres a medio millón más de personas. Ahora sólo nos
superan seis países de la Unión.
Claro, esto tiene su traducción en la vida real, por
ejemplo, la pobreza energética. Casi dos millones de hogares declaran
que no pueden mantener su casa a temperatura adecuada, que pasan frío.
Son 726.000 hogares más que cuando Rajoy llegó a la Moncloa. El año
pasado las compañías eléctricas, de gas y de petróleo del IBEX ganaron
casi 9.000 millones de euros, un 8 por ciento más que en el ejercicio
anterior. Ese es el contraste.
La pobreza se extendió no sólo a los parados o los
jubilados. Afectó también a los que trabajan, no sólo en tiempos de
Rajoy. Al llegar había ya un 23,5 de asalariados en riesgo de pobreza,
pero durante su mandato han aumentado un 18 por ciento aquellos a los
que el producto de su trabajo no les da para cubrir sus necesidades:
ahora suponen casi el 28 por ciento de los asalariados.
Esto no es por
casualidad, sino fruto de una actuación política: la llamada devaluación
salarial aplicada por las empresas e impulsada por el Gobierno a través
de la reforma laboral.
Los sueldos han bajado entre la llegada y la
salida del PP del poder un 5,1 por ciento, en términos reales, es decir,
descontado el incremento del coste de la vida. Pero ese sacrificio no
se ha repartido igual. La encuesta anual de estructura salarial del INE,
cuyos últimos datos son de 2016, divide los sueldos en 10 tramos, de
acuerdo con su cuantía.
Ahí se puede comprobar que el tramo con los
sueldos más bajos ha sufrido una caída del 4 por ciento en el periodo
Rajoy, mientras que el tramo de los que más ganan ha gozado de una
subida del 3 por ciento. La precariedad salarial, ya existente antes, se
ha incrementado con Rajoy con el aumento de los contratos a tiempo
parcial respecto a los de tiempo completo.
Repasamos ahora los servicios esenciales que prestan las
administraciones públicas a los ciudadanos y los estragos sufridos a
manos del Estado y de las comunidades autónomas, por orden de Rajoy.
La educación: fue uno de los bastiones del Estado de Bienestar contra el
que primero se dirigió el PP. En 2011, el gasto público educativo era
2.200 millones mayor que al final del periodo negro.
La sanidad fue
otro blanco de los grandes recortes. Ahora el gasto sanitario es 1.642
millones menor que en 2011. El gasto en dependencia tampoco se libró de
la tijera: en 2018 hay presupuestado un 7 por ciento menos para esta
partida que en 2011.
Las pensiones han subido y su gasto ha aumentado, sobre
todo por el mayor número de pensionistas, que además reciben una pensión
superior, puesto que trabajaron en años con sueldos mejores que sus
antecesores. Pero la subida ha sido escasa: la pensión mínima se ha
incrementado en estos seis años el 4,3 por ciento. Con ello no compensa
el incremento del coste de la vida, la inflación, que alcanzó el 4,8.
Y
lo que es más grave: el recorte de los salarios ha contribuido a que la
recaudación de la Seguridad Social haya sido escasa. La solución: Rajoy
se ha gastado el Fondo de reserva de la Seguridad Social, bien repleto
cuando llegó a la Moncloa. En total se ha fundido 74.000 millones de
euros.
La inflación, el aumento del coste de la vida, se ha
moderado algo. En los seis años de Rajoy los precios al consumo han
aumentado el 4,8 por ciento. Pero no todo se ha comportado así. Han
bajado claramente la gasolina y el gasóleo. No han subido, o lo han
hecho muy poco, los productos o servicios de los que una persona puede
prescindir si vive con estrecheces: ropa, menaje, ocio.
Pero servicios
esenciales de los que el ciudadano difícilmente puede prescindir se han
disparado.
Entre 2011 y 2017 el pago por estudiar en la universidad,
básicamente las tasas, se incrementó un 35 por ciento. La ampliación del
copago por las medicinas a pensionistas, contribuyó a encarecer el
gasto farmacéutico de los ciudadanos en un 17 por ciento desde que llegó
el PP hasta que se ha tenido que ir. El recibo de la luz es ahora un 14
por ciento más caro.
Esta es la economía que afecta a personas, pero sí, hay
cosas más distantes a ellas cuyos efectos terminan afectando también al
bienestar de la gente. Por ejemplo, el dinero que el Estado, las
comunidades autónomas o los ayuntamientos han tomado prestado y tienen
que devolver, la deuda pública.
No es necesariamente malo que se
endeuden para hacer frente a necesidades básicas o para gastarlo en
impulsar el desarrollo. Sin embargo, el Gobierno de Rajoy recortó los
gastos destinados a estas cosas y al mismo tiempo endeudó más al Estado.
Ahora la deuda pública supera el billón de euros (1.144.298 millones de
euros) que equivale al 99 por ciento del PIB. Cuando el PP tomó el
mando suponía el 70 por ciento. Ha aumentado en 400.000 millones de
euros: un 54 por ciento. Una parte de la deuda se debe a los 58.000
millones gastados en rescatar a los bancos, la gran mayoría durante el
mandato de Rajoy.
Sin embargo, mientras esto ocurría, más de 400.000
familias fueron expulsadas de sus casas por los bancos al no poder
pagarlas, la mayoría (300.000) durante el mandato de Rajoy. A ello hay
que sumar las que abandonaron sus viviendas sin necesidad de ser
expulsadas.
Para mejorar la economía a largo plazo es necesario
cambiar el modelo productivo. Y para esto, es clave la apuesta por la
investigación, el desarrollo y la innovación. Pues bien, Rajoy decidió
reducir drásticamente el gasto en I+D+i. Cuando se ha ido, es un 17 por
ciento más bajo que cuando llegó. Y eso que los recortes de Zapatero ya
dejaron temblando esta partida presupuestaria.
Esto último da pie para aclarar que esto empezó antes.
En
mayo de 2010, cuando el Gobierno socialista de Zapatero cedió a la
presión de los que mandan en la Unión Europea e inició el camino. Rajoy
tomó el relevo con virulencia y multiplicó los destrozos. El principal
de ellos no se puede describir con números: fue acabar con el pacto
social establecido. " (Emilio de la Peña, CTXT, 06/06/18)
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