"(...) Lo que se ve a primera vista es una guerra intensa por como afrontar
el Pacto de Toledo, las pensiones, el Fondo de Reserva, el déficit de la
Seguridad Social, la mejora del Salario Mínimo Interprofesional, los
recortes para alcanzar el déficit cero a finales de 2020, rebajar la
deuda al 97%, justificar internacionalmente la ‘tasa Google’, la
privatización de Bankia, la transición energética, el rescate de las
autopistas, la ‘operación Chamartín’ que blinda el mundo del taxi ante
la inexorable llegada de las plataformas como Uber o Cabify, un plan de
carreteras muy revisable, una ampliación de los dos principales
aeropuertos españoles, una reconversión del sector turístico si quiere
enfrentarse con garantías al futuro inmediato, una agenda digital que ya
nace vieja y unos acuerdos en materias agrícola y pesquera que tampoco
son muy favorables a nuestros intereses.
Eso, es lo que se ve en el
horizonte más cercano.
Pero, ¿y la estrategia futura? ¿cómo se va a
estructurar la entrada de nuestro país en el futuro? No se habla de
hecho digital más que para incorporar tasas, costes o eventos diversos.
Sin embargo debemos advertir al futuro nuevo ejecutivo que lo digital no
sólo es algo que afecte a modelos de negocio, sino que lo hace en todos
los aspectos y modelos sociales. Esta revolución tecnológica que empezó
hace años, aunque algunos ni siquiera lo hayan percibido en gran
medida, es como otras que ya sucedieron. Por lo menos como las que
fueron relevantes.
Esta tendrá como resultado un modelo nuevo de
organización social donde conceptos como propiedad, empleo, libertad o
estado deberán repensarse. Además, si esto sucede como siempre lo ha
hecho, estamos ante una inminente lucha de tipo social que exija
corregir los desajustes y riesgos que toda revolución tecnológica e
industrial conlleva.
Y mientras unos seguimos dando vueltas al
tiovivo otros están manos a la obra. En Francia, el presidente Macron
presentó hace unos meses un plan nacional de Inteligencia Artificial.
Suena a película pero no es ficción. Se trata de afrontar el futuro con
sus propias herramientas. El mismo presidente galo apareció en Wired
explicando para que era ese plan y que perseguía.
Dijo que esta
revolución tecnológica era en realidad una revolución política. Y tiene
razón. Es evidente que cuesta imaginarse una entrevista en un medio como
ese, aportando registros de valor, a cualquier político español. Por lo
menos de momento.
Y no porque no sepan o puedan, es porque
realmente no se dan cuenta de la dimensión de la tragedia. Una tragedia
que se debería convertir en reto. La necesidad de transformar algunas
ciudades en verdaderos hubs de atracción de talento y tecnología.
Francia lo tiene claro y lo centrará en París, Lyon y Toulouse.
Macron
decía en esa entrevista que quería ‘un país liderando esta revolución
desde una perspectiva multidisciplinar, con matemáticas, ciencias
sociales, tecnología y filosofía trabajando en común’. ¡Que envidia!
Envidia
y temor. Si unos están en ese tren, otros seguimos en el andén. Los
franceses están concentrando centros de investigación y desarrollo de
Google, Facebook, Fujitsu, Samsung, IBM y otros. En Barcelona nos
alegramos porque se ha instalado un ‘call center’ de Facebook. Así nos
va. Así nos irá.
Macron no es el único de nuestro entorno que se ha empollado las
Buzznews de turno o se ha pasado un montón de horas leyendo blogs
tecnológicos. Hay otros. Merkel impulsó medidas anticíclicas en su día
cuando apareció el concepto Industria 4.0. De hecho, es Alemania quien
bautizó este momento con ese nombre. Pocos lo entendieron, pocos lo
vieron factible. Invirtieron un 20% más en I+D que antes, en plena
crisis.
Desplegaron los centros tecnológicos Fraunhofer, una especie de
plan vinculado a aprovechar el empleo potencial de automatizarlo todo.
De hecho, el país con mayor cantidad de robots per cápita de Europa es
Alemania y es el que más cerca está del pleno empleo. Y Alemania salió
de la crisis antes que nadie y más fuerte que nadie. (...)
Finlandia planea crear un contrato laboral universal de apenas media
jornada y estimular la renta básica a partir de automatizar su
estructura económica. Austria lidera la inversión en I+D por PIB en
Europa. Portugal ha despegado y se avecina a los modelos de crecimiento
tecnológico que se inspiran en los que disfruta Irlanda.
Le pido a
Pedro Sánchez que se tome esto en serio. En España no hay quien hable
desde el escenario político sobre esto. No hay liderazgo ni equipo
vinculado a tal transformación. La sociedad civil, los agentes sociales,
los partidos, la prensa y las finanzas siguen preocupados por mantener
los pasivos de siempre como pensiones y estado del bienestar,
renunciando a la creación de un arquetipo que sujete la construcción de
activos a partir de un mundo en el que el modelo productivo no va a ser
el actual.
Le pido a Pedro Sánchez que no se deje llevar por el
ruido del arroyo que se debe escuchar cada mañana al leer los clips de
prensa en Moncloa. Que intente averiguar como suena el rio donde
desemboca. Que no piense que la política industrial es algo que se debe
dejar en manos solo de la empresa o que por el contrario la riqueza es
algo que se reparte automáticamente.
No es así. Las reconversiones
industriales, tecnológica ahora, es una obligación política y debe
marcarse políticamente. La riqueza, para repartirla, hay que crearla
antes. De ahí deriva la libertad económica con liderazgo político.
Le
pido a Pedro Sánchez que revise los planes actuales de I+D o de apoyo
emprendedor que solo son partidas presupuestarias. Es preciso
conceptualizarlas más allá de los ceros que las componen. De momento son
acciones tácticas sin estructura conectada. Son ayudas, subsidios
empresariales. No son estímulos, herramientas competitivas.
Le pido al
nuevo presidente que aumente el esfuerzo público en I+D y que logre que
se ejecute todo hasta el último céntimo y que se haga bien. Ahora sólo
es el 30% de lo previsto. Una vergüenza. Que reduzca la burocracia como
han hecho otros países. Que le devuelva a este país lo que se invertía
en desarrollo tecnológico. Hoy no llega ni al 15% de lo que se invertía
hace 10 años. Así no vamos a ninguna parte. Bueno, sí. Al desastre.
La tecnología es un activo, un activo político. Le pido a Pedro
Sánchez que hable con Quim Torra y le cuente esto. Que de momento igual
podemos esperar sobre algunos temas que por importantes que sean,
podrían quedar en anécdotas ante la que se nos viene encima. Que le diga
que hay que ponerse en marcha. Que somos muchos los que estamos
dispuestos a ayudar. Que en esto va el futuro de nuestros hijos.
Que el
mundo que ahora diseñemos debe ejecutarse rápido. Que va de innovación,
de conectar un sistema que ahora está desconectado. Que el progreso no
depende en nuestro país de las materias primas sino del talento que
captemos y de la tecnología que desarrollemos. Que para competir no
basta con hacer algo, hay que hacerlo bien. Que debemos empujar todos y
juntos. Es urgente e imprescindible.
A Pedro Sánchez que se deje
de análisis pues crea parálisis. Que se ponga en lo que importa ahora y
aquí. Sin una reconversión absoluta de la estructura económica de esta
país no vamos a poder pagar nada.
En 2020 tendremos menos para gastar
debido al cumplimiento del déficit previsto. El paro podría empezar a
crecer de manera importante pues la llegada de los robots que ahora se
están construyendo según pedidos son para esa fecha.
A medida que se
desplieguen desaparecerán empleos porque nadie está trabajando en una
nueva sociedad que debe dar respuesta a eso. En Francia, Austria,
Eslovenia, Estados Unidos, China, Finlandia, etc., sí lo hacen. ¿Y aquí?
Pensando en lo de siempre. Disculpad, empieza Supervivientes, os tengo
que dejar…· (Marc Vidal, 04/06/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario