"La UE ha sido contundente y demoledora contra aquellos gobiernos que
han intentado hacer políticas económicas de tipo social y alternativo al
neoliberalismo vigente, pero es absolutamente dócil con los discursos
racistas y xenófobos de centroeuropa, Europa del este o Italia.
La UE no
bromea con el neoliberalismo: la economía es algo demasiado importante
como para confiársela a los pueblos. En cambio, de la democracia y de
los derechos humanos, de ello sí es posible reírse.
De hecho, no ha dudado en chantajear, presionar y amenazar al
gobierno de Chipras en Grecia, para que pusiera en marcha medidas de
recortes sociales contra el pueblo, para seguir pagando los intereses y
la deuda con los banqueros alemanes y franceses.
Sin embargo, se muestra
completamente débil, complaciente e incluso apoya y secunda las
políticas xenófobas de los países europeos gobernados por la extrema
derecha. Como denuncia Alberto Garzón, Coordinador de Izquierda Unida, “el
acuerdo que ha firmado el Consejo Europeo sobre migración es impropio
de supuestas democracias avanzadas, y el mejor posible para la extrema
derecha”.
Porque, como él dice, es un acuerdo que no compromete a
los países más xenófobos y antiinmigración, con el que han salido
absolutamente satisfechos. (...)
La solución xenófoba promovida por los gobiernos de ultraderecha se
ha impuesto: un mayor control de las fronteras, el bloqueo de los
migrantes en el Mediterráneo y la creación de centros de detención de
migrantes dentro y fuera de la Unión Europea. Es decir, guantánamos
europeos, siguiendo el modelo norteamericano.
Italia y Austria, con gobiernos en coalición con la extrema derecha,
junto con el Grupo de Visegrado –Polonia, Hungría, República Checa y
Eslovaquia–, con gobiernos directamente de extrema derecha, han sido
especialmente eficaz forzando la agenda europea hacia posiciones cada
vez más xenófobas en la acogida de refugiados e inmigrantes. (...)
En la última década, los totalitarismos de extrema derecha, que habían
quedado relegados en Europa a tener una presencia residual tras la
Segunda Guerra Mundial, han resurgido de sus cenizas y han regresado,
más radicalizados si cabe, convirtiéndose en algunos casos en parte del
gobierno en sus respectivos países. De ser excepciones periféricas, han
pasado a situarse en la centralidad del tablero europeo. La extrema
derecha se está extendiendo por toda la UE como un cáncer.
(...) la extrema derecha se está nutriendo de la dramática situación de los
refugiados, la mayor crisis migratoria en Europa desde 1945. Los
xenófobos están alentando la exacerbación de la simbología emocional de
la patria y la soberanía nacional para enfrentarse a una supuesta
invasión extranjera, frente a lo que fue un proyecto comunitario de la
Europa de los pueblos y la solidaridad.
De esta forma la noción de que
Europa está siendo “invadida por musulmanes y terroristas” ha ganado una
considerable fuerza en la última década y los partidos de extrema
derecha cada vez más despliegan esta retórica para presentar al islam y
los extranjeros como una amenaza a la supuesta “unidad nacional y
cultural” de los países y del continente. (...)
Lo cierto es que la era neoliberal está culminando en Europa y Estados
Unidos con una explosión neofascista, que ha integrado a la primera, en
donde una xenofobia política y social está ahogando aún más la agenda de
la UE, que ha pasado de ser la Europa de los mercaderes a la Europa del
racismo genocida. Esta es la realidad de la Fortaleza Europa:
autoridades tan ciegas por su obsesión con el asunto de la inmigración
que han perdido la capacidad de reconocer la más básica de las
obligaciones hacia otros seres humanos. (...)
Exigir y obligar a cumplir a nuestros dirigentes con los principios de
respeto y garantía de derechos humanos. No es una opción. Es lo que nos
permite sentirnos parte de una civilización o engrosar las filas de la
barbarie (...)"
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