"Decía la derecha que la “Geringonça” no duraría, y lleva ya tres años. ¿Un primer balance?
Han sido tres buenos años, confirmados por todas las
encuestas de opinión pública, que hablan de un Gobierno muy popular. La
explicación es que se terminó el miedo, se recuperaron salarios directos
e indirectos, se bajaron los impuestos sobre el trabajo y se hicieron
más progresivos, se creó empleo, se terminaron las privatizaciones, etc.
La percepción popular es muy positiva, aunque hay tensiones fuertes
entre los partidos de la mayoría en temas como los profesores o la
reforma laboral.
Antes de entrar en ello. ¿Qué ocurrió en 2015 para hacer posible lo que siempre había sido imposible?
Todos los partidos tuvieron una gran presión popular
sobre sus espaldas, sus votantes no hubiesen entendido otros cuatro años
de la derecha y la Troika. Lo que el PS habría hecho tradicionalmente
sería apoyar de una forma u otra a la derecha, pero lo hubiesen pagado
muy caro; la dirección lo entendió y exploró por primera vez en su
historia un pacto con la izquierda.
Que en el PS pesó lo ocurrido con el Pasok griego es evidente. ¿Lo ocurrido con Syriza influenció al Bloco y al PCP?
Sin duda. El colapso del Gobierno de Syriza fue en
junio, y nosotros tuvimos las elecciones en octubre. Además, teníamos
una relación muy estrecha con Syriza. Lo ocurrido tras el referéndum
griego fue un duro golpe, no nos lo esperábamos. Grecia no tenía un plan
B, no tenía la preparación técnica para salir del euro, necesitaba una
ley sobre el Banco Central, saber qué hacer con la deuda interna y
externa, y no había nada preparado, fue terrible.
A nosotros nos sirvió
para radicalizar el discurso y concentrarnos en la necesidad de preparar
una alternativa; también en convencernos de que hay que disputar la
mejor relación de fuerzas posible para impedir que la Unión Europea
intervenga como intervino en Grecia. Porque hay una víctima, que es el
pueblo griego, y un atacante, que son la UE y Alemania. No hay que
confundirse.
En un inicio, la solución portuguesa generó recelo en Bruselas, pero ahora presidís hasta el Eurogrupo.
La derecha y Europa tenían un problema para atacar a
este Gobierno, y es que no es de coalición. La izquierda no forma parte
del Ejecutivo y mantiene bastante independencia en relación con él. De
hecho, es un Gobierno de personas que llevan años en las instancias
europeas.
Se conocen bien y siempre formaron parte del consenso europeo,
no ocurre como con Syriza. Al mismo tiempo, la Unión Europea no se
podía permitir un segundo frente, ya había ido demasiado lejos en
Grecia.
Se habla de milagro económico portugués. ¿Es para tanto?
No es un milagro, porque no hay ningún cambio
estructural y sigue habiendo mucha precariedad. Hubo unos factores
exteriores muy positivos, como el precio del petróleo, a los que se
añadió una recuperación de la demanda interna. Después de tantos años de
crisis, esto tuvo un efecto político y social muy fuerte e inmediato
pero, por ejemplo, sigue habiendo muy poca inversión pública, por
restricciones presupuestarias europeas.
Lo que ha hecho Portugal es más
bien demostrar que la austeridad es una política de destrucción social
que no tiene ningún fundamento económico ni ayuda en nada al desarrollo
ni al crecimiento. Solo trae destrucción y sumisión. (...)
¿Dónde se sitúa el primer ministro, António Costa?
Está más cerca de la voluntad de poder absoluto, pero
como es un tipo muy hábil, sabe que ir a una campaña pidiendo la mayoría
absoluta no es muy inteligente. La quiere, pero no lo dirá.
¿Con una mayoría absoluta se acabaría el cambio?
Sin ninguna duda. Pero lo tienen difícil. Tendrían que
lograr entre un 42% y un 43% de los votos, y los sondeos les dan cerca
de un 37%. Y la derecha está muy hundida ya, parece difícil que vaya a
perder todavía más.
¿Entonces ve posibilidades de repetir la experiencia?
Dependerá del resultado de las elecciones. Es
necesario que la izquierda mantenga una posición fuerte, que reivindique
con orgullo lo logrado, porque la vida de la gente ha mejorado gracias a
ella. No estamos ya en el tiempo de la propaganda política, la lucha
por el socialismo es la lucha más actual de nuestra vida.
Es importante
mantener una fuerte disputa por el poder con el centro. Después, las
confluencias dependerán siempre de la relación de fuerzas." (Entrevista a Francisco Louça, Beñat Zaldua, Viento Sur, 03/07/18)
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