30.7.18

Grecia: este incendio es el mismo del año pasado, el mismo del año 2007 –que se cobró más de 150 vidas y devastó enormes extensiones–, el mismo del año que viene... porque, para cumplir con los objetivos de Bruselas, se seguirán recortando recursos para la limpieza de los montes, para la dotación de los bomberos... la misma política de recortes que han hecho que la población de este país decrezca por desnutrición, desasistencia médica, precariedad y suicidios, en cifras tales que permiten que las políticas de austeridad puedan ser denunciadas como crímenes de lesa humanidad

"(...) Ayer, mientras las llamas de Grecia abrían los telediarios de Europa, el discurso oficial del presidente Tsipras aludía a la unión en la desgracia, al luto nacional y a la solidaridad ejemplar de los dirigentes extranjeros. Una vez más, palabras vacías, lágrimas de cocodrilo. 

No hubo alusión alguna a las causas reales de la desprotección, ni a las responsabilidades de quienes gestionan el Estado, ni al desmantelamiento progresivo de todas las infraestructuras y sistemas de asistencia a los ciudadanos. 

No hubo alusión alguna –ni cabría esperarla– a los ingentes recortes en todos los sectores de la organización social, que, en los últimos años de rescates, han hecho que la población de este país decrezca por desnutrición, desasistencia médica, precariedad y suicidios, en cifras tales que permiten que las políticas de austeridad puedan ser denunciadas sin ambages como crímenes de lesa patria y lesa humanidad. 

Ni hubo alusión alguna, por supuesto, a los nuevos protocolos y leyes que este mismo gobierno condolente está firmando presionado por las instituciones europeas, y que obligarán, en los próximos meses, a mayores recortes, a mayores impuestos y a mayor precariedad y desamparo.

 Hubieran sido deseables unas sinceras palabras de perdón ante estas víctimas presentes, ante las otras que no tuvieron luto, ante la sociedad en su conjunto, acompañadas de un propósito firme de hacer una política en otra dirección. 

Hubiera sido deseable un lamento y un ruego de clemencia por haber necesitado la visión de esta tragedia para cobrar conciencia de lo obvio y desistir de porfiar en la debacle. Pero no ha sucedido. Sólo palabras huecas.

Este incendio, por desgracia, es el mismo del año pasado, el mismo del año 2007 –que se cobró más de 150 vidas y devastó enormes extensiones–, y también el mismo del año que viene, qué tal vez deje a éste atrás en las luctuosos cifras: porque, para cumplir con los objetivos de las instituciones, se seguirán recortando recursos para la limpieza y el mantenimiento de los montes, para la dotación de los bomberos y los cuerpos de protección civil, para la construcción de las infraestructuras necesarias, para la protección ante los fuegos del verano y las inundaciones del invierno; porque no se dictarán leyes contundentes contra la recalificación de terrenos quemados ni se investigará a fondo en la sospechosa causa de tantos incendios simultáneos; porque no rodarán cabezas políticas ni habrá procesados por la responsabilidad de esta tragedia. 

La culpa será, una vez más, del viento y del fuego. Y de Dios el amparo. (...)"               (Pedro Olalla, CTXT, 25/07/18)

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