"(...) ¿Qué está pasando en Italia? A la vista de lo que llevamos dicho, no
parece muy difícil de entender. Lo que emergió en las elecciones del 4
de marzo es una auténtica rebelión popular contra la UE, similar a la
que se produjo en Gran Bretaña con el brexit.
Una rebelión muy parecida a
las que tuvieron lugar en otros países europeos como Francia, Holanda o
Grecia, donde sucesivos referéndums rechazaron sin ambages el diktat de
Bruselas. Ya no es posible ocultar que detrás del gobierno italiano hay
un ejército de perdedores que salieron con los huesos rotos de la
globalización y las políticas de austeridad europeas.
Lo más fácil es
decir, como se escucha a menudo, que se trata de trabajadores atrasados,
incapaces de entender los sacrificios que exige el neoliberalismo
cosmopolita. O mejor aún, tacharlos de racistas y fascistas, renunciando
a explicar los fenómenos políticos que acontecen en la UE. ¡Qué
desprecio a las mayorías sociales! ¡Qué elitismo intelectual!
Decía
Walter Benjamin que el ascenso del fascismo es la consecuencia de una
revolución frustrada. Los autores de este artículo no tenemos ninguna
simpatía por Matteo Salvini, pero creemos que su ascenso, y el de otras
figuras afines en varios países europeos, no es más que un reflejo del
fracaso de la izquierda.
La demostración de su incapacidad para
canalizar las energías de cambio latentes en la sociedad. La prueba que
atestigua la decadencia de una izquierda que se hizo neoliberal y ya no
es capaz de entender a su pueblo. Se acabó el tiempo del europeísmo
ingenuo y evanescente. Se acabó el tiempo de “más Europa”.
La clave, se
quiera o no, es la contradicción cada vez más fuerte entre los
partidarios de la globalización neoliberal y aquellos que, con más o
menos conciencia, defienden la soberanía popular y la independencia
nacional y apuestan por la protección, la seguridad y el futuro de las
clases trabajadoras." (Héctor Illueca, Manolo Monereo y Julio Anguita, Cuarto Poder, 14/09/18)
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