"A raíz de la fugaz legalización de un sindicato de
trabajadoras del sexo, durante las últimas semanas se ha reabierto en
España el debate sobre la regulación de la prostitución. En España la
prostitución persiste en una situación de gris “alegalidad”, no está
explícitamente permitida la venta de servicios sexuales pero tampoco
está prohibida.
Algunas voces del gobierno se han manifestado
recientemente a favor su prohibición, criminalizando tanto a las
prostitutas que ofrezcan sus servicios como a los clientes, siguiendo el
llamado modelo sueco. Otros miembros del mismo partido, por el
contrario, apuestan por la legalización, a semejanza de Holanda.
El
debate se ha desarrollado sobre todo en clave ideológica, en parte
quizás debido a la ausencia histórica de buenos estudios empíricos. Sin
embargo, se han publicado recientemente dos excelentes estudios, uno con
datos de Estados Unidos y el otro de Holanda, que proporcionan
información muy valiosa sobre esta cuestión.
El estudio americano
explota la inesperada legalización de la prostitución “interior” en
Rhode Island. Al parecer, un juez se dio cuenta en 2003 de que, cuando
se cambió la ley estatal en 1980 para endurecer la prostitución
callejera, se omitió por error la prohibición de la prostitución “no
callejera” lo que, de facto, suponía legalizarla. La decisión judicial
supuso que durante los siguientes seis años se permitiese la
prostitución siempre y cuando no se produjera en las calles.
Los autores muestran que, como cabía esperar, la legalización contribuyó a que aumentase el número de servicios de prostitución ofertados online y a que disminuyesen los precios. Pero además, observan una dramática disminución de los delitos sexuales. De unas 40 violaciones por cada 100,000 habitantes se paso a menos de 27. Como se muestra en la siguiente gráfica, se trata de la mayor caída durante ese período de los 50 estados miembros de los Estados Unidos.
La
hipótesis favorita de los autores es que esta disminución se debe a un
efecto sustitución: los potenciales criminales se convierten en clientes
de prostitución (ver también Ciacci & Sviatschi 2016).
La hipótesis alternativa, que la legalización de la prostitución de
alguna manera induce a las prostitutas a no reportar los crímenes
sexuales parece menos plausible.
Los autores muestran que, como cabía esperar, la legalización contribuyó a que aumentase el número de servicios de prostitución ofertados online y a que disminuyesen los precios. Pero además, observan una dramática disminución de los delitos sexuales. De unas 40 violaciones por cada 100,000 habitantes se paso a menos de 27. Como se muestra en la siguiente gráfica, se trata de la mayor caída durante ese período de los 50 estados miembros de los Estados Unidos.
Además de reducirse el número de violaciones, también
disminuyó la transmisión de las enfermedades venéreas. Los casos de
gonorrea bajaron en Rhode Island en torno a un 40% lo que supone, de
nuevo, la mayor caída de todo el país. En este caso, la legalización
habría permitido un mejor control de la salud de las prostitutas.
El estudio holandés obtiene resultados muy similares. En este caso analiza la apertura de las llamadas tippelzones en diversas ciudades holandesas. Las tippelzones son calles en las que se permite la oferta y la demanda de servicios sexuales durante un horario determinado. La primera tippelzone se abrió en La Haya en 1983 y, durante las siguientes tres décadas, otras ocho ciudades abrieron zonas similares. Las tippelzones incluyen areas de servicio donde es posible lavarse, conseguir jeringuillas limpias, y tener acceso a asistencia médica.
Los autores analizan la evolución de las ciudades con tippelzone
antes y después de su apertura (o clausura), utilizando como grupo de
control otras ciudades similares. De forma similar a lo observado en
Rhode Island, la apertura de estas zonas de libre prostitución conllevó
un aumento del número de prostitutas y clientes, pero una disminución de
entre el 30 y 40% de los casos de abusos y de las violaciones en la
zona. También se observa una disminución en el número de crímenes
relacionados con el tráfico de drogas.
A pesar de estar en un limbo legal, la industria del
sexo parece gozar de buena salud en España. El 25% de los varones
confiesa haber pagado por servicios sexuales (CIS 2008)
y, entre los jóvenes de 25 a 34 años, la cifra está en torno al 23%.
(En la misma encuesta, los varones aseguran haber tenido de media unas
11 parejas sexuales a lo largo de su vida, comparado con 3 por parte de
las mujeres, lo que nos recuerda la limitada fiabilidad de este tipo de
encuestas.)
La experiencia de Rhode Island y Holanda sugiere que, si se prohibiese la prostitución en España, el uso de la prostitución disminuiría, pero probablemente aumentasen los crímenes sexuales y la transmisión de enfermedades venéreas." (Manuel Bagues, Nada es gratis, 26/09/18)
El estudio holandés obtiene resultados muy similares. En este caso analiza la apertura de las llamadas tippelzones en diversas ciudades holandesas. Las tippelzones son calles en las que se permite la oferta y la demanda de servicios sexuales durante un horario determinado. La primera tippelzone se abrió en La Haya en 1983 y, durante las siguientes tres décadas, otras ocho ciudades abrieron zonas similares. Las tippelzones incluyen areas de servicio donde es posible lavarse, conseguir jeringuillas limpias, y tener acceso a asistencia médica.
La experiencia de Rhode Island y Holanda sugiere que, si se prohibiese la prostitución en España, el uso de la prostitución disminuiría, pero probablemente aumentasen los crímenes sexuales y la transmisión de enfermedades venéreas." (Manuel Bagues, Nada es gratis, 26/09/18)
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