"A finales de julio Domenico (Mimmo) Lucano, alcalde de
Riace, estaba a punto de quebrarse. No podía más. “Quiero que esto se
acabe. No veo la hora de que esto se acabe”, se quejaba, sin importarle
lo inoportuno de su desahogo delante de un equipo de documentalistas que
le perseguía desde hacía días para una entrevista. Eran las nueve y
cinco de la mañana.
Unos minutos antes de la cita concertada con los
periodistas, una mujer migrante había entrado en el despacho de la
asociación Città Futura –el ayuntamiento informal de Riace– para
reclamarle algo. A través de la puerta las palabras resultaban
incomprensibles, pero no el tono de la conversación. A grito. Los gritos
de la desesperación. De la mujer y de Mimmo.
Al antiguo profesor de Química que un día, allá por 1998,
decidió convencer a sus paisanos de que había que acoger a los nuevos
vecinos arribados a sus costas en pateras, le comunicaron el lunes 2 de
octubre, “a la primera hora del alba”, su arresto domiciliario. La
Fiscalía italiana le acusa de “favorecer la inmigración ilegal” y de
“irregularidades en la concesión de las contratas del servicio de
recogida de basuras”, según puede leerse en la nota de prensa de esta
institución.
Esta no es la primera investigación contra Mimmo. “Ha
habido cuatro de la Prefectura de Reggio Calabria, dos favorables y dos
negativas”, explica Roberta Ferruti en un audio de Whatsapp. “Con
respecto al contenido de las mismas, los abogados de la Associazione
Studi Giuridici dell'Immigrazione han señalado que no hay elementos
para establecer ninguna coacción contra Riace, como, por ejemplo el
bloqueo de la financiación.
Es probable, dicen, que si pudiera haber
alguna sanción administrativa por pequeñas irregularidades”, añade esta
periodista y miembro de la Rete dei Comuni Solidali (Recosol).
La revista estadounidense Fortune incluyó en 2016
a Lucano en su lista de las 50 personalidades más influyentes del
mundo. En el número 40. El único italiano de la clasificación. “Ese
reconocimiento no le trajo fortuna”, ironizaba Ferruti en un paseo por
las calles del pueblo.
Unos meses más tarde, bastante antes de que
llegara la Liga Norte y Salvini al poder, se paralizaron los fondos para
la recepción de demandantes de asilo y refugiados. El Estado siguió,
sin embargo, asignando personas a Riace.
Durante dos años no llegó dinero a este pueblo que entre
los cincuenta y setenta vio marcharse a un gran número de sus vecinos a
Argentina, norte de Italia y Alemania. En sus antiguas casas habitan
algunas de las 165 personas demandantes de asilo o refugiadas (entre
ellas 50 niños) vecinas de Riace.
Llegaron a ser unas 400 en un censo de
unos 1.500 habitantes. La falta de fondos ha hecho que muchas se
marcharan o que otras, obligadas a permanecer mientras tramitan sus
papeles, se sientan enfadadas o desesperadas.
También se largaron o quedaron truncados proyectos como la
cooperativa de recogida selectiva de basura en asnos –iniciativa en el
punto de mira de la investigación–, la granja escuela o la moneda
social, unos bonos emitidos por la Alcaldía para la compra en los
comercios locales. Tras meses sin reembolso, solo un establecimiento de
Stignano, un pueblo cercano, seguía admitiéndolos este verano.
Uno de los cierres más dolorosos fue el del Centri di
Accoglienza Straordinaria. El 28 de diciembre de 2016. Ahí vivió Becky
Moses durante dos años. Cuando, tras la clausura, la mandaron al centro
de acogida para solicitantes de asilo de Crotone, uno de los más grandes
de Italia, esta joven nigeriana intentó volver a Riace.
No pudo, no
había fondos. Y entonces se negó a sobrevivir donde le asignaban.
Prefirió instalarse en San Ferdinando, un campamento de chabolas y
tiendas de campañas, donde aún puede distinguirse el logo del Ministerio
del Interior, el organismo que lo puso en pie en 2010. Allí murió el 26
de enero, a los 25 años, en un incendio.
A finales de julio, Mimmo no solo cargaba con estos fracasos,
también sabía que este era su último mandato. No puede volver a
presentarse en las próximas elecciones al haber superado el número
máximo de legislaturas permitidas. Y sin embargo, pocos días después
revivió. Pareció haber encontrado de nuevo la fuerza. Inició una huelga de hambre, el “ayuno de la justicia”,
para reclamar la entrega de los fondos bloqueados. Su protesta tuvo
mucho eco en la prensa italiana e internacional.
Recibió el apoyo de
figuras políticas como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el
regidor de Nápoles, Luigi De Magistris, y de intelectuales y artistas
como el periodista y escritor Roberto Saviano o el actor Giuseppe
Fiorello. Además, Recosol lanzó una campaña de recogidas de fondos. “En
muy poco tiempo se recaudaron casi 300.000 euros”, cuenta Ferruti.
Y tras su renacer, llega la orden de arresto. Es imposible
demostrar una relación de causalidad entre los hechos, pero sí hay
indicios de que están conectados. Al menos en la cabeza de Matteo
Salvini. “Quién sabe qué dirán ahora Saviano y todos los buenistas que
querrían llenar Italia de inmigrantes. Yo sigo adelante. #puertos
cerrados #corazones abiertos”, tuiteó en cuanto se hizo pública la
noticia." (Amanda Andrades, CTXT, 03/10/18)
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