19.11.18

"Arabia Saudí es el germen fundamental del que han surgido grupos yihadistas"

"El sueño del ISIS de crear un gran califato se ha acabado y se abre un escenario lleno de incertidumbres. El libro Dáesh: el porvenir de la amenaza yihadista, de Jesús A. Núñez, codirector del  Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) arroja algo de luz sobre este asunto. (...)

¿Qué efecto tiene el discurso que utilizan algunos sobre terrorismo yihadista como guerra contra Occidente?

Desgraciadamente ese discurso viene de muy atrás y tiene mucha fuerza porque también tiene actores muy potentes con una maquinaria mediática de creación de opinión que va consiguiendo efecto. Si vamos para atrás, yo pondría el punto de partida a principios de los años 90 con el Choque de civilizaciones de Samuel Huntington como principal representante. 

Lo que ocurre en aquel momento, simplificándolo mucho, es que nos encontramos desorientados y por lo tanto hay una nostalgia de Guerra Fría en el sentido de juego de buenos y malos al que ya sabemos jugar.

Así es más fácil manejar a la opinión pública.

Y aunar voluntades para actuar frente a alguien. Cuando Bush dijo que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva, tal y como reconoció después el vicepresidente Dick Cheney, fue porque ese argumento servía para aunar voluntades para lanzarse a la invasión. El islam se dibuja como el nuevo enemigo a batir. 

Esto se refleja incluso en los colores, donde se pasa de la amenaza roja, la del comunismo, a la amenaza verde, la del islam. Desde entonces se ha venido trabajando en la misma línea y obviamente esto se multiplicó tras el 11-S.

Alega que se ha magnificado la amenaza del ISIS de forma interesada. ¿Cuál ha sido ese interés en el caso de Occidente?

Para mí, la razón fundamental es que se trata de provocar una sensación de temor generalizado y permanente que sirve para poder recortar derechos y libertades. En ese clima de temor es más fácil que la opinión pública acepte el recorte de derechos y libertades porque se le está garantizando algo que es imposible de cumplir: una seguridad plena. Aunque el terrorismo yihadista internacional es una amenaza muy real, si no eres capaz de definir bien a tu adversario, la respuesta no será la correcta.

¿Ha sido un proceso generado por los medios de comunicación o por los políticos?

Quiero creer que es una motivación originariamente política. Pero es evidente que hay medios de comunicación que no son independientes ni libres que han entrado muy fácilmente en el juego y hay otros que probablemente lo han hecho de manera inconsciente. 

Por ejemplo, cuando se habla del islamismo como equivalente al terrorismo yihadista hay quien lo hace por ignorancia y hay quien lo hace con una intención determinada para provocar ese estado de opinión.

Si el origen del yihadismo es la falta de alternativas creíbles, la Primavera Árabe fue una gran oportunidad, pero no ha sido así.

La mal llamada Primavera Árabe muestra en primer lugar el fracaso absoluto de Al Qaeda y del terrorismo yihadista, puesto que su pretensión es provocar actos que contaran con el apoyo de la población y que de forma masiva esa población se movilizara para echar a los gobernantes. No ha habido ni un solo gobernante que haya sido derribado por algo derivado directamente de acciones de Al Qaeda. Por el contrario, en Túnez, Yemen, Egipto y Libia los dictadores cayeron por movilizaciones ciudadanas.

Efectivamente esas movilizaciones respondían a las causas estructurales que también fomentan el terrorismo yihadista. ¿Dónde hemos estado nosotros, Occidente, apoyando esas movilizaciones ciudadanas? Pues no hemos estado.

Basta con mirar Egipto: si alguien cree a estas alturas que apoyar a un golpista como Abdel Fatá al Sisi es la solución a los problemas de los egipcios y supone para Occidente tener un aliado más fiable es que no hemos entendido nada de lo que ha ocurrido. Y desgraciadamente creo que estamos en eso, puesto que todos los países occidentales han apoyado ese golpe de Estado.

¿Tiene miedo Occidente al auge del islam político?

Lo hemos demostrado continuamente. Bastan tres ejemplos: en Argelia, tras el proceso electoral de 1992 que le da la victoria al  Frente Islámico de Salvación (FIS) se produce un golpe de Estado bendecido por todo le mundo occidental que ilegaliza el FIS y mete al país en una tragedia de 200.000 muertos. Le habíamos dicho al islamismo político que si quería gobernar tenía que pasar por las urnas, lo hicieron y ese fue el resultado.

El 25 de enero de 2006, en el territorio ocupado palestino, Occidente presionó a Israel y a la Autoridad Palestina para que Hamás pudiese presentarse para dar la sensación de unas elecciones libres. Hamás ganó y al día siguiente Israel dijo que no reconocía a Hamás como interlocutor porque era una organización terrorista y todo el mundo occidental siguió a Israel en esa línea. Segunda tomadura de pelo.

La tercera tomadura de pelo es Egipto. Tras el derribo del régimen de Mubarak hay unas elecciones que gana Mohamed Mursi –primera vez que se legalizan los Hermanos Musulmanes y se presentan a las elecciones– y un año después hay un golpe de Estado y lo bendecimos.

En definitiva, hemos dicho al islamismo radical que no es cierto que tengan posibilidad de acceder al poder a través de las urnas, después de haberles dicho que esa era la forma en que tenían que actuar si querían integrarse en el juego político y gobernar sus países. ¿Nos puede extrañar que a partir de ahí el islamismo radical se radicalice todavía más? Evidentemente no.

¿Está condenado ISIS a pasar a la posteridad como una rama rebelde y efímera de Al Qaeda o sobrevivirá a largo plazo como organización terrorista

Hay autores que plantean la fusión de ambos grupos, pero se me hace  muy difícil llegar a ese punto con los dos líderes actuales por las tensiones que se han generado entre ambos grupos. Fusionados o no, es evidente que Dáesh va a seguir adelante. También puede ocurrir que dentro de unos años tengamos que aprendernos otro nombre del grupo y otro nombre de su líder máximo, puesto que esto es lo que hemos vivido hasta ahora. 

En la medida en que no hay posibilidad ninguna de solución militar a la amenaza del terrorismo yihadista, y de momento esa es la respuesta que se está dando, podemos dar por seguro que el pseudocalifato se va a desmantelar, pero que Dáesh seguirá vivo. (...)"              

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