"La próxima crisis económica está más cerca de lo que
usted piensa. Pero lo que debería en verdad preocuparle es lo que viene
después: en el paisaje social, político y tecnológico actual, una crisis
económica prolongada, combinada con una creciente desigualdad
económica, bien podría escalar y convertirse en un importante conflicto
militar global.
La crisis financiera global de 2008-2009 casi quebró a
gobiernos y causó un colapso sistémico. Los responsables de las
políticas lograron rescatar a la economía global del borde del abismo,
utilizando un enorme estímulo monetario, que incluyó alivio cuantitativo
y tasas de interés de casi cero (o inclusive negativas).
Pero el estímulo monetario es como una inyección de
adrenalina para reanimar un corazón que dejó de latir; puede revivir al
paciente, pero no hace nada para curar la enfermedad. Tratar a una
economía enferma requiere reformas estructurales, que puedan cubrir todo
desde los mercados financieros y laborales hasta los sistemas
tributarios, los patrones de fertilidad y las políticas educativas.
Los responsables de las políticas han fracaso por
completo a la hora de implementar este tipo de reformas, a pesar de que
habían prometido hacerlo. Por el contrario, se han mantenido preocupados
por la política. Desde Italia hasta Alemania, constituir y sostener
gobiernos ahora parece llevar más tiempo que la tarea misma de gobernar.
La falta de una reforma estructural ha implicado que
el exceso de liquidez sin precedentes que los bancos centrales
inyectaron en sus economías no fue asignado a sus usos más eficientes.
En cambio, hizo subir los precios de los activos globales a niveles aún
más altos de los que prevalecían antes de 2008.
En Estados Unidos, los precios de la vivienda hoy son
8% más altos que en el pico de la burbuja inmobiliaria en 2006, según el
sitio de propiedades Zillow. El ratio precio-beneficio (CAPE), que mide
si los precios del mercado bursátil están dentro de un rango razonable,
hoy es más alto que en 2008 y al inicio de la Gran Depresión en 1929.
En tanto el ajuste monetario revela las
vulnerabilidades en la economía real, el colapso de las burbujas de
precios de activos desatará otra crisis económica –una crisis que
inclusive podría ser peor que la última, porque hemos desarrollado una
tolerancia a nuestros remedios macroeconómicos más fuertes-. Una década
de inyecciones regulares de adrenalina, en forma de tasas de interés
ultra-bajas y políticas monetarias no convencionales, ha reducido
seriamente su poder para estabilizar y estimular la economía.
Si la historia sirve de guía, las consecuencias de
este error podrían extenderse mucho más allá de la economía. Según
Benjamin Friedman de Harvard, los períodos prolongados de aflicción
económica también se han caracterizado por la antipatía pública hacia
los grupos minoritarios o los países extranjeros –actitudes que pueden
ayudar a fomentar los disturbios, el terrorismo o inclusive la guerra. (...)
Según una investigación realizada por el economista
Thomas Piketty, un alza en la desigualdad de ingresos muchas veces es
seguida por una gran crisis. La desigualdad de ingresos luego cae por un
tiempo, antes de volver a subir, hasta un nuevo pico –y un nuevo
desastre-. Si bien la causalidad todavía no ha sido comprobada, dada la
cantidad limitada de datos, esta correlación no debería tomarse a la
ligera, especialmente cuando la desigualdad de riqueza e ingresos está
en niveles históricamente altos.
Esto es todavía más preocupante en vista de los muchos
otros factores que avivan el malestar social y la tensión diplomática,
incluida la disrupción tecnológica, una crisis migratoria sin
precedentes, la ansiedad por la globalización, la polarización política y
un creciente nacionalismo. Todos son síntomas de políticas fallidas que
podrían resultar puntos de ruptura para una crisis futura. (...)
En este contexto, debemos tomar en serio la posibilidad de que la
próxima crisis económica pudiera llevar a una confrontación militar de
gran escala. " (
No hay comentarios:
Publicar un comentario