"(...) El alcalde de Poissy y 14 otros alcaldes de las cercanías de París le recitaron una suerte de cahier des doléances (‘cuaderno de quejas’ bajo la monarquía).
- Reducir la APL (ayuda personalizada al alquiler de una vivienda) en
cinco euros (3.800 pesos) fue una boludez (1). Cinco euros representan
la comida de un día para esas familias. Júpiter asiente, gravemente,
como conviene a quien descubre el hilo negro.
- Reducir la velocidad máxima en las carreteras secundarias de 90 a 80
km/h fue otra boludez (1): cientos de miles de trabajadores rurales usan
su automóvil para ir al trabajo cada día. Una vez más, Júpiter
conviene.
- Decir que el gasto social consume una “pasta gansa”, fue
desafortunado. Tratar –en Copenhague– al pueblo francés de “galos
refractarios al cambio” cayó como una patada en el hígado entre quienes
soportan reformas incesantes cuyo único resultado es hundirles más en el
fango.
- Responderle a un joven horticultor sin empleo, “Yo atravieso la calle
y le encuentro un curro (de lavaplatos) inmediatamente”, fue una
demostración de arrogancia: ahora los chalecos amarillos atraviesan la
calle… para bloquear la circulación.
- Afirmar, en un discurso: “Hay gente que tiene éxito en la vida (como
él mismo) y otros que no son nada”, fue un insulto. Decirle a un obrero
cubierto de la suciedad que genera su trabajo: “Para tener un traje como
el mío tienes que trabajar”, fue una ofensa gratuita.
- Cuando su guardaespaldas personal fue sorprendido armado de una
pistola, golpeando a una pareja de jóvenes manifestantes del 1º de Mayo
en la más completa ilegalidad, lanzar, desafiante, “Que vengan a
buscarme”, fue una incitación al Jupitericidio: ahora los chalecos
amarillos llaman a ir al Eliseo (de ahí los puentes levadizos arriba).
Un grafiti en muros cercanos a Palacio dice: “ Manu… no bajes… vamos
arriba, a buscarte…”
- En medio de lo que precede, la supresión del Impuesto a la Fortuna
fue una catástrofe. “Una catástrofe”, insisten los alcaldes. El Impuesto
a la Fortuna que Macron eludió durante tres años seguidos.
- Durante una ceremonia en el Mont-Valérien (lugar en que los nazis
fusilaron decenas de resistentes) un colegial, un niño de unos 12 años,
lo vio venir y entonó La Internacional antes de saludarle demasiado
familiarmente: “¿Todo bien Manu?” Júpiter no soportó el crimen de lesa
majestad y reprendió severamente al escolar.
Bien. Pero no contento con
ponerlo a parir, Macron agregó: “Haz las cosas en el buen orden. El día
que quieras hacer la revolución, aprende primero a tener un diploma y a
ganarte la vida. Entonces vas a darle lecciones a los demás”.
Emmanuel
Macron, ¿precursor de la Jaula Segura? Ahora la policía pone a los
chicos de rodillas, las manos detrás de la cabeza, como hacían los nazis
con los resistentes durante la Ocupación. Un diputado, socarrón,
comentó: “He ahí una clase tranquila”.
Los bondadosos alcaldes que se auto-asignaron la tarea de explicarle a
Macron lo que es el país real, terminaron zahiriendo el orgullo de su
excelencia. “En el pueblo, señor presidente, Ud. es mal amado, para no
decir peor” (sic). ¿Por qué será? (...)" (Luis Casado, Other News)
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