"(...) Pablo Casado, ese hombre que nos quiere explicar qué llevamos dentro -en
mi caso siempre que le oigo llevo mala leche, vaya eso por delante- ha
pensado en dar un paso más allá que sus antecesores, que prometieron dar
la nacionalidad a quien pudiera pagarse un piso y se le han venido a la
cabeza las “pobres mujeres inmigrantes”.
Así, ni corto ni perezoso, se ha ofrecido blindar la residencia en nuestro país a las inmigrantes sin papeles que den sus hijos en adopción.
Aclarémoslo.
Tras leer su propuesta deduzco, en mi ingenuidad, que se ha puesto a leer, y no lo ha entendido, 'El cuento de la criada' de Margaret Atwood, donde
las mujeres fértiles han de entregar sus hijos a sus amos. Y a él le ha
parecido la solución perfecta: “Qué tal -ha pensado-, si le proponemos a
las mujeres migrantes que para poder residir en este maravilloso y
envidiable país nos den a sus hijos en adopción?, hijos bebés, claro, no
de 17 años”.
Imagino que ahora que se ha complicado eso de robar niños en los hospitales con
ayuda de la santa madre iglesia, tan de moda en sus ancestros
políticos, ha pensado en crear una ley que los ampare.
Qué más da si
legalmente las adopciones solo pueden tener lugar si el Estado de origen
del menor lo ha legislado, qué más da si la madre ha sido o no
convenientemente asesorada, qué más da si ha dado su consentimiento
libremente, incluso, qué más da si ya en el artículo 56.6 de la Loex se impide la expulsión de las embarazadas. ¿Cómo no querer ser adoptado por una envidiable familia de blancos heteros españoles?
“Se trata -nos aclaran los peperos defendiéndose- de que si una
mujer inmigrante irregular quiere entregar un hijo en adopción, no deje
de hacerlo por miedo a que al ir a entregarlo, salga a relucir su
situación y sea expulsada.”
Y aquí, precisamente, está la trampa y la
coacción más miserable, porque a cambio de no expulsarla, tiene que dar
su hijo. La perversión disfrazada de generosidad, o sea, que si una
madre sin papeles y que no tiene expediente de expulsión, quiere
quedarse, el PP les ofrece que se desprendan de su hijo. Fácil.
Pero la perversión no acaba ahí, sería demasiado
fácil. La realidad es que la propuesta de “blindaje” que se les ofrece a
esas mujeres no es darles papeles, residencia o nacionalidad a cambio
de su bebé, sino mantenerlas aquí solo mientras dure el proceso de adopción y ese “blindaje” acabaría al finalizar los trámites. Dicho de otro modo: trae a tu bebé, dánoslo y vete a tu país. (...)" (Carmen Domingo, El Periódico, 14/03/19)
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