"La sacudida que le está pegando el COVID-19 a la economía global ha sido
más rápida y más severa que la crisis financiera global (CFG) de 2008 y
hasta la Gran Depresión. (...)
A comienzos de este mes, sólo hicieron falta 15 días para que el mercado
bursátil de Estados Unidos se derrumbara en terreno bajista (una caída
del 20% de su pico) –la caída de ese tipo más rápida de la historia-. (...)
El secretario del Tesoro norteamericano, Steve Mnuchin, ha advertido que
la tasa de desempleo podría elevarse por encima del 20% (el doble del
nivel pico durante la CFG). En otras palabras, cada componente de la
demanda agregada –consumo, gasto de capital, exportaciones- está en una
caída libre sin precedentes.
La contracción que hoy está en marcha no se parece ni a una en V, ni en
U, ni en L (una marcada crisis seguida de estancamiento). Más bien, se
parece a una contracción en I: una línea vertical que representa un
derrumbe de los mercados financieros y de la economía real.Ni siquiera
durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial el grueso de la
actividad económica literalmente se cerró, como sucede en China, Estados
Unidos y Europa hoy.
El mejor escenario sería una crisis más severa que la de la CFG (...) Pero el mejor escenario supone varias condiciones.
Primero, Estados
Unidos, Europa y otras economías muy afectadas necesitarían desplegar
medidas generalizadas de testeo, rastreo y tratamiento del COVID-19,
cuarentenas obligatorias y un aislamiento a plena escala como el que ha
implementado China. (...)
Segundo, los responsables de las políticas monetarias –que ya han hecho
en menos de un mes lo que les llevó tres años después de la CFG- deben
seguir implementando medidas poco convencionales ante la crisis. Eso
significa tasas de interés cero o negativas; una mejor orientación
futura; alivio cuantitativo y alivio crediticio (la compra de activos
privados) para respaldar a los bancos, las instituciones no bancarias,
los fondos del mercado de dinero y hasta las grandes corporaciones
(instrumentos para papeles comerciales y bonos corporativos).(...)
Tercero, los gobiernos tienen que desplegar un enorme estímulo fiscal,
inclusive a través de una “distribución en helicóptero” de desembolsos
directos de efectivo a los hogares.
Pero estas intervenciones financiadas con déficits deben monetizarse por
completo. Si están financiadas a través de deuda gubernamental
estándar, las tasas de interés aumentarían marcadamente y la
recuperación quedaría asfixiada en la cuna. Dadas las circunstancias,
las intervenciones propuestas desde hace mucho tiempo por los
izquierdistas de la escuela de la Teoría Monetaria Moderna, incluido el
dinero helicóptero, se han vuelto convencionales.
Desafortunadamente para el mejor escenario, la respuesta de salud
pública en las economías avanzadas ha sido mucho más ineficiente de lo
que hacía falta para contener la pandemia, mientras que el paquete de
políticas fiscales que se está debatiendo en la actualidad no es ni lo
suficientemente grande ni lo suficientemente rápido como para crear las
condiciones para una recuperación oportuna. Así, el riesgo de una nueva
Gran Depresión, peor que la original –una Mayor Depresión- crece día a
día.
A menos que se detenga la pandemia, las economías y mercados en todo el
mundo seguirán su caída libre. Pero aún si la pandemia está más o menos
contenida, el crecimiento general podría no producirse a fines de 2020.
Después de todo, para entonces, muy probablemente comience otra
temporada de virus con nuevas mutaciones; las intervenciones
terapéuticas con las que cuentan muchos pueden resultar menos efectivas
de lo que esperaban.
Así, las economías volverán a contraerse y los
mercados volverán a caer. Es más, la respuesta fiscal podría chocar
contra una pared si la monetización de déficits gigantescos empieza a
producir una inflación alta, especialmente si una serie de shocks de
oferta negativos relacionados con el virus reduce el potencial
crecimiento. Y muchos países simplemente no pueden asumir un
endeudamiento semejante en su propia moneda.
¿Quién rescatará a los
gobiernos, las corporaciones, los bancos y los hogares en los mercados
emergentes?Como sea, aún si la pandemia y las repercusiones económicas
llegaran a controlarse, la economía global todavía podría ser objeto de
una cantidad de riesgos de cola de “cisne blanco”. (...)
Esta trifecta de riesgos –pandemia no contenida, arsenales insuficientes
de políticas económicas y cisnes blancos geopolíticos- bastarán para
hacer caer a la economía global en una depresión persistente y un
derrumbe galopante de los mercados financieros. Después de la crisis de
2008, una respuesta contundente (aunque demorada) logró sacar a la
economía global del abismo. Quizás esta vez no tengamos tanta suerte." (
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