11.6.20

La mujer que lleva el personal se echa a llorar porque no puede con tanto trabajo, tanto desorden y tantos problemas. Los demás la miramos sin ni siquiera poder acercarnos a darle un abrazo, tan solo nuestras palabras de apoyo... Luego tomas un café, recuerdas una anécdota de algo gracioso, te ríes, coges fuerzas... Vas por la calle y escuchas los aplausos, pero por dentro sabes que las personas que nos dedicamos a la geriatría somos la quinta mierda y que cuando pase esta crisis, lo seguiremos siendo

"Llegas por la mañana a la residencia, rezas por que hoy sea ese buen día que tanto estamos esperando. Acudes a la planta y observas que casi todos los trabajadores son nuevos y no hay organización. Intentas poner orden y, mientas las auxiliares empiezan a repartir desayunos, intentas dar la medicación. 

Acudes a una habitación y encuentras que una mujer ha fallecido y nadie se ha dado cuenta. El equipo sanitario acude tarde porque solo hay una enfermera, ya que su compañera ha decidido ausentarse en su primer día de trabajo, no hacen más que cubrir con una sábana el cuerpo.

Sales de la planta y empiezas a realizar cambios de habitación para tener a las personas positivas separadas de las negativas. Recogiendo los enseres de un residente avisan de que ha fallecido en el hospital. Pasas los objetos de una bolsa de plástico a una caja con su nombre rotulado.

Ayudas a dar la comida y la señora X te informa de que ha decidido dejar de comer y que mejor se mete en la cama. La señora Y intenta morderte un brazo mientras le retiras el plato y la señora Z te agradece todo lo que estás haciendo y se echa a llorar porque hace más de 50 días que no ve a su hijo.

Comes. La mujer que lleva el personal se echa a llorar porque no puede con tanto trabajo, tanto desorden y tantos problemas. Los demás la miramos sin ni siquiera poder acercarnos a darle un abrazo, tan solo nuestras palabras de apoyo. Otra llora porque un familiar le ha mandado un vídeo de su sobrino de pocos años y se da cuenta de que hace mucho tiempo que no le ve. Luego tomas un café, recuerdas una anécdota de algo gracioso, te ríes, coges fuerzas.

Intentas dar de merendar a una señora que no consigue tragar. A la séptima cucharada abandonas y sabes que esa persona no va a comer, pero que sigue luchando por seguir viviendo. Acudes a una reunión con todo el equipo, ves que los problemas son muchos y que hay pocas soluciones realistas. Intentas sacar tiempo para realizar unas pocas videollamadas para que los familiares vean a esa persona que quieren sin saber que quizás es la última vez que le ven con vida. A los pocos minutos aparecen las preguntas: ¿Cómo vais? ¿Cuánta gente tiene coronavirus en la residencia? ¿Se han muerto muchos? ¿Mi madre está a salvo? No sabes bien qué responder. Muchos nos mandan ánimos, otros nos juzgan desde la distancia.

Llega la cena. Repartes, das la comida en boca, vigilas que todo vaya bien. Ayudas a lavar los platos mientras los auxiliares van acostando a los residentes tras un día duro. Tiras el EPI [equipo de protección] y notas que tienes el cuerpo empapado en sudor.

Vas por la calle y escuchas los aplausos, pero por dentro sabes que las personas que nos dedicamos a la geriatría somos la quinta mierda y que cuando pase esta crisis, lo seguiremos siendo.

Te acuestas y rezas por que mañana sea un buen día, de esos que tanto estamos esperando."            (Alexandre C. Vidal, El País, 08/06/20)

No hay comentarios: