27.3.24

Ucrania descubre que la victoria en la guerra está más lejos que nunca... Ucrania necesita ahora muchos más soldados. No para recuperar territorio, sino para contener las ofensivas rusas... la mejor opción consiste en «obtener una ventaja que le permita negociar con Rusia el fin de la guerra desde una posición favorable y más tarde alcanzar una paz duradera». No menos de un 41% de los europeos cree que sus gobiernos deberían presionar a Zelenski para que negocie con Moscú, los que prefieren apoyar a Ucrania para que siga luchando son un 33%... Quizá sea ahora a Ucrania a quien le interese firmar una paz inestable ante un gigante vecino del que nunca se podrá fiar. Lo que sí es seguro es que este año sólo le valdrá resistir (Iñigo Sáenz de Ugarte)

 "Ucrania necesita ahora más soldados que nunca. No para recuperar territorio, sino para contener las ofensivas rusas. El Gobierno duda si decretar una movilización general que incluya a jóvenes de más de 25 años. En el campo de batalla, las opiniones de los combatientes revelan que los refuerzos son indispensables. Además, los que llegan están muy limitados por la edad. «La calidad de los reemplazos no es muy buena. Son gente de los pueblos de entre 43 y 50 años, a veces con problemas de salud», dijo un soldado con amplia experiencia en la guerra desde 2022 a un reportero de The Wall Street Journal en diciembre. Los ejércitos con una edad media de en torno a 40 años raramente ganan las guerras, en especial si su misión es avanzar.

Dos años después del inicio de la invasión rusa, los ucranianos se encuentran en el momento más difícil de la contienda. 2024 es ya un año perdido para cualquier posibilidad de derrotar a Rusia. Los expertos que pensaban que la ofensiva que se inició a finales de la primavera de 2023 podía culminar con éxito son ahora más realistas. Creen que a Kiev sólo le queda aumentar el número de tropas, recibir más armamento de Occidente y confiar en que 2025 les permita afrontar objetivos más ambiciosos.

Por mucho que Volodímir Zelenski lo negara hace unos pocos meses hasta que se rindió a la evidencia en diciembre, la guerra se encuentra en una fase de estancamiento. De hecho, el único cambio significativo de las últimas semanas ha sido favorable a Rusia. Los soldados ucranianos tuvieron que retirarse de Avdivka, una ciudad de 35.000 habitantes antes de la guerra que ha quedado completamente destruida. Lo hicieron en unas condiciones caóticas que pudieron suponer que centenares de soldados, la mayoría heridos, cayeran en manos del enemigo o desaparecieran.

A diferencia de Bakhmut, una ciudad de escaso valor estratégico en la que murieron decenas de miles de soldados de ambos bandos, Avdivka es más valiosa de cara a hacerse con el control de toda la provincia de Donetsk. Sin embargo, los rusos también han sufrido un alto número de bajas, algo que no parece preocupar mucho a su cúpula militar, y no están en condiciones de lanzar una ofensiva general. Sí han lanzado ataques localizados en la zona de Robotine, en el sur del país, uno de los pocos éxitos ucranianos en el verano pasado.

Robert Gates, que fue secretario de Defensa de EEUU con Bush y Obama, se encuentra entre los pesimistas. «Mucha gente sostiene que la guerra está estancada. Me temo que en este momento no es tanto que haya un bloqueo como que los rusos han recuperado la ventaja. No se trata de un cambio que tenga efectos definitivos, pero ellos son los únicos que están a la ofensiva», dijo el 21 de febrero.

«Avdivka es una nueva línea de defensa», dijo Zelenski el jueves para negar que sus tropas hayan retrocedido en varios puntos del frente y afirmar que continúan controlando la margen izquierda del río Dniéper. Cualquier cosa antes de permitir que se extienda el pánico entre los ciudadanos a un desmoronamiento en el frente.e

Zelenski tomó el 8 de febrero una de las decisiones más arriesgadas de la guerra con el cese del jefe de las Fuerzas Armadas, el general Zaluzhni, muy popular entre la población y los soldados. El presidente lo justificó por la necesidad de «cambios profundos» en la estrategia. Las relaciones entre ambos se habían deteriorado en los últimos tiempos. Zaluzhni había reclamado una movilización que aumentara en 500.000 efectivos el número de tropas.

Zelenski teme el impacto que tendría la medida en la opinión pública. La cifra le parecía excesiva, también por razones económicas. «Cuando hablamos de movilización, hay que recordar que se necesitan seis civiles pagando sus impuestos para pertrechar a un soldado», dijo en enero.

Las sospechas de corrupción en los centros regionales de reclutamiento ya habían hecho que Zelenski destituyera en agosto de 2023 a todos sus responsables. En esa época existían canales de Telegram al que estaban suscritas miles de personas que les informaban sobre las zonas en que se iban a entregar órdenes de alistamiento obligatorias, lo que facilitaba a los afectados tomar medidas para desaparecer. Patrullas militares visitaban bares y centros comerciales en los que cazar a los que supuestamente se habían convertido en ilocalizables.

Un primer proyecto de ley de movilización tuvo que ser retirado en enero en el Parlamento por las críticas recibidas, también por los diputados del partido del presidente, que lo acusaban de violar derechos constitucionales. Dos semanas después, se presentó una nueva versión ahora en discusión que reduce la edad mínima para ser reclutado de 27 a 25 años y establece un periodo máximo de servicio (36 meses), que ahora no existe.

El Gobierno no tiene elección, ante la evidente superioridad rusa en el número de soldados, que se volvió a poner de manifiesto en Avdivka. En esos combates, la ventaja en número de hombres de los rusos era de cinco a uno, según contó a Associated Press un soldado que combatió en ese frente y que fue uno de los pocos que sobrevivió a un ataque que consistió en una oleada tras otra. El portavoz de una de las unidades sitiadas en Avdivka elevó esa proporción a siete a uno.

Vadim Ivchenko, diputado ucraniano de la Comisión de Defensa del Parlamento, describió la falta acuciante de soldados. Brigadas de 3.000 a 5.000 soldados cuentan con sólo el 75% de sus efectivos. Algunas que han sido diezmadas no llegan al 25%.

Los soldados no disponen del descanso necesario. En el comienzo de la guerra, combatían dos semanas y descansaban una. Ahora, en la unidad de un comandante con el que habló Associated Press pelean durante un mes seguido y luego se deben conformar con cuatro días de descanso. Con soldados de más de 50 años, cualquier exceso físico se paga: «¿Qué posiciones van a asaltar? Si caminan cuatro kilómetros con una mochila cargada de material y armamento, terminan cayéndose en mitad de la carretera».

La desventaja en artillería ha vuelto a quedar de manifiesto. En estos momentos, los ucranianos, pueden disparar unos 2.000 proyectiles cada día, cuando eran 3.000 en la mayor parte de 2022 y 7.000 durante la contraofensiva del verano, según un cálculo del Royal United Services Institute, de Londres. Los rusos pueden llegar a utilizar hasta 10.000 diarios.

La militarización de la economía rusa continúa a pleno rendimiento. Todas las partidas relacionadas con el presupuesto militar superan los 100.000 millones de dólares, la mayor cifra desde el fin de la URSS y el doble que en los años anteriores a la guerra. Eso supone por encima del 6% del PIB. Se calcula que Rusia recluta a unos 30.000 nuevos soldados al mes. El plan para 2024 prevé alcanzar cifras similares a las del año pasado, lo que llevaría a sumar a otros 400.000 soldados.

Esa reserva demográfica en un país de 143 millones de habitantes le permite disponer de una fuente inagotable de efectivos. El medio independiente ruso Meduza, que opera desde una redacción fuera del país, ha hecho un cálculo sobre el número de bajas y estima que 75.000 soldados han muerto en la guerra hasta finales de 2023. La cifra es un secreto de Estado, al igual que lo ha sido en Ucrania hasta que este domingo Zelenski dijo que han sido 31.000.

Estos números se quedan muy cortos en comparación con una estimación de fuentes del Gobierno de EEUU hecha en agosto de 2023, según las cuales habían muerto hasta ese momento 70.000 ucranianos y 120.000 rusos.

El Gobierno de Vladímir Putin quiere evitar una segunda movilización masiva, con lo que recurre a ofrecer una remuneración muy superior a la de la sociedad civil. En Rusia, el salario medio está en 70.000 rublos mensuales (unos 685 euros). El sueldo inicial de un soldado profesional alcanza los 204.000 rublos (unos 1.990 euros). En algunas zonas del país, alistarse es el único método posible para recibir esas cantidades.

Los voluntarios, que fueron el 21% en 2023, sólo tienen que cumplir el tiempo por el que hayan firmado si el Gobierno no dispone lo contrario. Los que se alistan como soldados profesionales no pueden abandonar las Fuerzas Armadas hasta el fin de la guerra, un horizonte que nadie sabe cuándo ocurrirá.

La única duda proviene del hecho de que las autoridades regionales y militares rusas tienen la costumbre de exagerar las cifras de reclutamiento para complacer al Gobierno de Moscú. «El número de personas que van a la guerra por razones patrióticas se ha secado», dijo una fuente gubernamental a The Moscow Times. «Al mismo tiempo, los salarios en empresas civiles y la industria militar han aumentado de forma significativa. Si te pagan 150.000 rublos en un empleo civil, ¿por qué vas a necesitar los 200.000 que el Ministerio de Defensa paga a los soldados profesionales?».

La sociedad ucraniana no está totalmente desmoralizada, pero es muy consciente de que la situación no mejorará a corto y medio plazo. Los últimos meses han dejado su sello en forma de más pesimismo y menos confianza en Zelenski. Una encuesta de principios de febrero informa de que el 44% opina que el país camina en la buena dirección (el 46% cree lo contrario). Eran el 68% en mayo de 2022 y el 54% hace sólo dos meses.

Zelenski continúa gozando de un apoyo mayoritario, pero lejos de los niveles casi absolutos de hace dos años. Los que aprueban su gestión son el 64%. Eran el 77% en diciembre. Es posible que el cese del general Zaluzhni haya reducido su popularidad.

La confianza en Zaluzhni continúa siendo masiva. No así en su sucesor. El general Oleksander Sirski, menos conocido, aparece en el sondeo con un 40%. Hasta ahora, era el jefe de las fuerzas de tierra del Ejército y tenía fama de no ser muy apreciado entre las tropas por su tendencia a enviar a grandes números de soldados a ofensivas de éxito incierto.

La prioridad de Kiev es ganar tiempo hasta que Joe Biden consiga que el Congreso de EEUU apruebe aumentar la ayuda militar en 61.000 millones de dólares. La oposición de la mayoría de los republicanos lo ha hecho imposible desde que se comenzó a discutir en diciembre. La derrota de Avdivka ha hecho que se aceleren las negociaciones. «Eso ocurrió en gran parte porque Ucrania se quedó sin armamento a causa de la pasividad del Congreso», dijo Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional. «Las tropas ucranianas no tuvieron los suministros y munición que necesitaban para detener el avance ruso».

Los expertos coinciden en que la única alternativa de Ucrania es ahora centrarse en la defensa, en hacerla tan impenetrable como la que montaron los rusos antes de que la ofensiva de verano se estrellara contra ella. Los hay que piensan que Putin ya ha perdido, porque Ucrania nunca volverá a la esfera de influencia política y cultural de Rusia. Por muy cierto que sea eso, es más razonable fijarse en lo que ocurrirá en los próximos doce o veinticuatro meses y tener en cuenta otros factores más inmediatos.

Michael Kofman, Rob Lee y Dara Massicot plantean en un extenso informe que Ucrania debe aguantar sus posiciones reforzando una línea de defensa a lo largo de mil kilómetros de frontera, reconstruir sus unidades con soldados mejor entrenados y más jóvenes, atacar puntos vulnerables detrás de las líneas rusas y esperar a 2025 para encontrar nuevas oportunidades de ataque.

«Quizá en el mejor escenario Ucrania pueda retomar la iniciativa el próximo año», ha dicho Kofman, investigador del ‘think tank’ Carnegie. «En el peor de los casos, Ucrania podrá aguantar y que Rusia no esté en condiciones de conseguir sus objetivos militares en 2025 o 2026».

Otros van más lejos y están convencidos de que una victoria militar de Ucrania es una perspectiva irreal. El mismo Kofman, que ha sido más optimista en el pasado, admite que la mejor opción consiste en «obtener una ventaja que le permita negociar con Rusia el fin de la guerra desde una posición favorable y más tarde alcanzar una paz duradera». No menos de un 41% de los europeos cree que sus gobiernos deberían presionar a Zelenski para que negocie con Moscú (los que prefieren apoyar a Ucrania para que siga luchando son un 33%).

Ucrania sólo puede confiar en aguantar hasta que pase la tormenta. El objetivo tantas veces expresado por Zelenski de recuperar todo el territorio ocupado por Rusia resulta ahora mismo impensable. Quizá sea ahora a Ucrania a quien le interese firmar una paz inestable ante un gigante vecino del que nunca se podrá fiar. Lo que sí es seguro es que este año sólo le valdrá resistir."                             ( Iñigo Sáenz de Ugarte, Guerra eterna, 25/03/24)

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